Manu Chao. La vida libre
Funciona como m¨²sico ambulante, fuera de reglas y convenciones. Tambi¨¦n ha alcanzado categor¨ªa de s¨ªmbolo, al implicarse en luchas sociales. Tras perseguirle durante a?os, Manu Chao accede a hablar. En septiembre lanza 'La radiolina'.
El hombre m¨¢s libre del negocio musical va a venir a ensayar. Estamos en el callej¨®n del Salamandra, un club de rock de L'Hospitalet de Llobregat. Sin camisas, m¨²sicos y t¨¦cnicos dan patadas a un bal¨®n mientras esperan a que se materialice su cabecilla. Caso raro el de este artista, que vende millones de discos y convoca multitudes: carece de local de ensayo fijo. Si se le acercan actuaciones, llama y pide que le cedan durante unos d¨ªas un espacio. Luego, compensa el favor haciendo un concierto. El boca a boca llena inmediatamente un recinto como el Salamandra, con capacidad oficial para 500 personas.
Cuando aparece Manu Chao (Par¨ªs, 1961), decidimos que un club vac¨ªo es un lugar inc¨®modo para una entrevista. Cruzamos la avenida de Carrilet, hacia un bar donde le conocen. Un dicharachero camarero cubano le hace los honores; tambi¨¦n es un cantante l¨ªrico, especializado en boleros, algo que demuestra al momento. Y quiere actuar con su cliente: "Yo te canto Dos gardenias o algo as¨ª". Manu acepta inmediatamente la oferta: "Pues te pasas el viernes por el Salamandra, a eso de las doce de la noche". El espont¨¢neo recula: "Oh, a esa hora todav¨ªa estoy trabajando".
"Cuando me sienta cansado, estudiar¨¦ medicina. Para aliviar dolores"
"A¨²n hoy, con 46 a?os, me niego a reconocerme como adulto"
"Lo lento no es negativo. Dormir diez horas es una libertad bonita"
Son las cinco de la tarde y Manu confiesa que acaba de levantarse, que no ha desayunado. Al punto llegan platos de queso, jam¨®n, pan con tomate. Entre bocado y bocado, explica las razones de que las pr¨®ximas actuaciones sean en peque?o formato: "Cinco o seis m¨²sicos formamos un comando, algo con mucha movilidad. Me encantan los metales, pero eso supone contar con [el trompetista napolitano] Roy Paci, que ahora est¨¢ defendiendo su propio proyecto, Aretuska. La banda se pone entonces en 12 personas y ya no es posible juntarse de una semana para otra".
Se r¨ªe: "A veces, alg¨²n m¨²sico se queja. Puede que, tras seis horas de ensayo, hagamos un concierto de tres horas. Adem¨¢s, luego sigue la fiesta y podemos terminar a las siete de la ma?ana. Con todo, la de m¨²sico es una de las dos profesiones m¨¢s bonitas que conozco". La otra, asegura, es la de m¨¦dico: "Cuando me sienta demasiado seco o cansado, dejar¨¦ la m¨²sica y estudiar¨¦ medicina, para curar dolores musculares, de huesos. Por ejemplo, los que trabajan en un estudio de grabaci¨®n tienden a terminar con la espalda destrozada y yo s¨¦ arreglarlo. Lo hago de forma intuitiva, pero quisiera tener m¨¢s conocimientos". Una sonrisa: "En la siguiente vida quiero ser masajista para mujeres".
De momento, ejerce de m¨²sico pluriempleado. Quiere continuar produciendo, tanto a nov¨ªsimos ("Sam, un rapero de Mali, que ni fuma ni bebe") como a veteranos ("admiro a El¨ªades Ochoa, el sonero cubano"). Le gusta colaborar en discos ajenos, generalmente de forma minimalista: "Detesto esas grabaciones rebosantes de m¨²sica, prefiero quitar pistas antes de a?adir algo". Mantiene otra formaci¨®n a¨²n m¨¢s simple, capaz de tocar en bares, incluso sin amplificaci¨®n: "Somos los Musicarios, los que asesinamos la rumba. Vamos a sacar un disco que se llamar¨¢ Lo peor de la rumba, vol. 1". Usa Manu un castellano simp¨¢tico, heredero de construcciones francesas, enriquecido por jerga callejera, neologismos particulares y mucha gestualidad.
Uno de los misterios de Manu Chao es la divergencia entre lo que ofrece en directo y sus discos de estudio. Clandestino, ?ltima estaci¨®n... Esperanza y, ahora, La radiolina son cuidados collages, seductores rompecabezas donde encaja elementos sonoros captados en sus viajes. En vivo, no hay margen para sutilezas: plantea una descarga de punk, ska y reggae para botar. Como si sus dos principales vocaciones, la de creador y la de animador pachanguero, siguieran trayectorias paralelas, de imposible coincidencia. Su explicaci¨®n rompe los esquemas: "Son mundos aparte, que necesitan est¨ªmulos diferentes. Para grabar funciona muy bien algo de marihuana. Sin embargo, fumar no le viene bien al directo, es preferible un chupito de algo. El alcohol es peligroso en el estudio; al rato, lo que quieres es dejar la computadora e irte a un bar. La mar¨ªa tambi¨¦n tiene consecuencias: no te deja so?ar, puede darte pesadillas".
Se anima con el asunto de las sustancias. "La m¨¢s traicionera es la coca¨ªna. Su mera existencia da mal rollo. Cuando viv¨ªa en Madrid, sal¨ªamos de marcha por Malasa?a; entonces, el combustible del barrio era la coca. Y la gente se pasaba las horas buscando la siguiente raya. Como nosotros no consum¨ªamos, nos manten¨ªamos frescos y nos miraban con sospecha: "Putos franchutes taca?os". ?Se corri¨® la voz de que Manu ten¨ªa la mejor coca, pero no invitaba a nadie! La coca es lo peor. Cuando se vende como crack, trae armas y violencia. He visto c¨®mo destroza lugares y no es bonito".
Est¨¢ rompiendo, le advierto, una de las convenciones de las entrevistas con rockeros; habitualmente, s¨®lo se permite hablar de drogas hacia el final de la conversaci¨®n. "Me fastidia toda esa hipocres¨ªa. Cuando Mano Negra gir¨® por Colombia [una aventura narrada por su padre, Ram¨®n Chao, en el libro Un tren de hielo y fuego], la guerrilla nos dijo que no tendr¨ªamos problemas, pero que nos abstuvi¨¦ramos de consumir drogas. ?La misma organizaci¨®n que se financia cobrando impuestos por la coca y la marihuana! No les concedo el derecho a regular lo que yo hago con mi cuerpo".
Tiene la flexibilidad de reconocer que cada cultura genera su ritmo y sus apoyaturas. "En Cuba funciono con ron, como todos los nativos. S¨¦ que hay marihuana, y dicen que muy buena, pero nunca he hecho nada por conseguir algo". Mejor: en el pa¨ªs de los Castro le tienen fichado. El pasado a?o, Manu visit¨® La Habana para actuar en la Tribuna Antiimperialista, junto al Malec¨®n. En la recepci¨®n oficial, un repentista -seg¨²n otra versi¨®n, un grupo de rumba afrocubana- le mand¨® un aviso musical, sugiri¨¦ndole que obviara las referencias a la hierba en su concierto. Asegura hoy que no recuerda recibir ese mensaje y que no se autocensura: "Si los periodistas cubanos me hubieran preguntado por las drogas, habr¨ªa sido sincero con ellos; otra cosa es que publicaran mis opiniones". ?Podr¨ªa resumirlas? "Estoy por la legalizaci¨®n, con los controles que sean. Me parece contraproducente que los Gobiernos dejen el negocio de las drogas a los malos. Odio que ese dinero vaya a las mafias, que son el peor enemigo de la democracia. Intento que lo que consumo no haya pasado por manos sucias".
En el nuevo disco hay una referencia a Tepito, extraordinario barrio de M¨¦xico DF donde todo lo ilegal est¨¢ a la venta: armas, discos piratas, drogas. "Tepito me cuid¨®. Hay muchos chilangos [habitantes del Distrito Federal] que no se atreven a ir all¨¢, pero yo paseaba empeyotado por sus calles y nada me pas¨®". Eso, vamos a ser delicados, va frontalmente contra la liturgia del peyote, que requiere ser consumido en el campo, en compa?¨ªa de alg¨²n gu¨ªa local. "Ya, ya lo s¨¦. Pero yo soy rata de ciudad y, para m¨ª, la naturaleza es la urbe. Don Peyote fue bueno conmigo. Aprend¨ª el valor de la intuici¨®n, algo contrario al racionalismo cartesiano que te implantan en los colegios franceses".
En el fondo, piensa, sigue siendo un racionalista, aunque abierto a lo improbable. En sus estancias en Am¨¦rica comprob¨® la fuerza de la santer¨ªa y, especialmente, la macumba y el candombl¨¦ brasile?os. "Llegar¨¢ el momento en que sea aceptado cient¨ªficamente, cuando tengamos instrumentos que cuantifiquen las energ¨ªas positiva y negativa. Yo he recurrido a un brujo cuando alguien me quer¨ªa hacer mal. Me dijo que deb¨ªa blindarme, para que el odio rebotara hacia quien me lo enviaba. Y result¨®, te lo aseguro".
En verdad, la voluntad del entrevistador era tratar temas menos espirituales. Por ejemplo, su alto grado de autonom¨ªa respecto a la industria musical. En 2003, cuando Manu anunci¨® que dejaba Virgin, alegando que no pod¨ªa seguir con una compa?¨ªa que acababa de despedir a muchos de sus "colegas", se pens¨® que era un gesto cara a la galer¨ªa y que pronto fichar¨ªa por otra multinacional. No ha sido as¨ª. Trabaja con Because Music, peque?a compa?¨ªa fundada por un amigo de Virgin, Emmanuel de Buretel. All¨ª edita sus producciones y discos como La radiolina, aunque tambi¨¦n ha probado otros canales de distribuci¨®n: Siberie m'etait cont¨¦e, el disco-libro hecho a medias con el dibujante Wozniak, tuvo en 2004 una buena vida comercial a trav¨¦s de librer¨ªas y quioscos franceses.
Un inciso: Siberie m'etait cont¨¦e ofrece veintitantas canciones en franc¨¦s, donde Manu usa la met¨¢fora de Par¨ªs-es-Siberia para explicar algunas decisiones vitales. "Me he pasado demasiados inviernos sin ver el sol. El alma de la gente, las relaciones humanas, todo se entristece y se amarga. Si hay una prerrogativa de star que creo haberme ganado es la de vivir bajo un cielo azul, sin nubes grises. Se trata de algo por lo que nunca voy a pedir disculpas. Oye, hay personas que viven en climas fr¨ªos y tienen sol en el coraz¨®n. Pero mi opci¨®n es esta: Barcelona".
Sigamos con el asunto industrial. Manu evita el tono apocal¨ªptico cuando se refiere a la crisis causada por las descargas irregulares. "Despu¨¦s de todo, yo tambi¨¦n me form¨¦ con copias piratas, casetes que nos intercambi¨¢bamos. Y claro que me gustaban m¨¢s los elep¨¦s. De todas formas, el vinilo no ha desaparecido y vamos a seguir usando el CD. Quiz¨¢ tengamos que cambiar el concepto de obra: un CD retrata al artista en un momento determinado, pero eso puede ampliarse. Aunque La radiolina tenga veinte temas, quiero seguir en la misma onda. El mismo nombre lo explica: voy a convertir mi p¨¢gina de Internet en una peque?a radio que vaya difundiendo mis novedades. Al final, La radiolina puede que sean treinta o cuarenta canciones".
Eso encaja mal con las angustias que, seg¨²n Manu, acompa?an el proceso de elaboraci¨®n de un disco largo. "Para m¨ª, cada disco debe ser un viajecito, que te lleve de un punto a otro. Cuando quieres cerrar un disco, descubres que falta, no s¨¦, un nudo que te permita pasar de un bloque a otro. Idealmente, los cuarenta o cincuenta minutos de un ¨¢lbum deben ser como una sola canci¨®n, que fluya sin sobresaltos. Suelo escucharlo de noche, en la cama. Sin los ruidos de fuera, sin llamadas, compruebas si sobra o falta algo. Hay temas en La radiolina que est¨¢n hechos a ¨²ltima hora para eso, para tapar un hueco".
A Manu le gusta desmitificar el proceso de creaci¨®n: "Las canciones son bichitos que se reproducen. La misma m¨²sica te puede servir para dos o m¨¢s canciones, no entiendo que se me recrimine por eso". Se reconoce el rey del reciclaje: "Voy probando ideas a lo largo de los a?os. Un tema que estaba en el disco de Amadou et Mariam [m¨²sicos ciegos de Mali a los que Manu produjo en 2004] reaparece en La radiolina. Hay canciones como El hoyo que llevan siglos rodando por Internet. Igual que The bleedin clown, que viene de los principios de Mano Negra".
Para grabar, mantiene "un hangar" en Barcelona donde ha montado su estudio. "Bueno, no se parece a los estudios cl¨¢sicos: all¨ª guardo las guitarras y las mil cajas que me traigo de los viajes y que luego no vuelvo a abrir". En realidad, la tecnolog¨ªa le permite grabar donde se encuentre: "Saco ahora cosas que hice en hoteles, de gira. En el disco duro del port¨¢til est¨¢ toda mi obra de los ¨²ltimos a?os, lo m¨ªo y lo que he producido. Y tambi¨¦n la materia prima de la que saldr¨¢n nuevas canciones".
Es la estrategia del caracol, afirma: la casa a la espalda. "Te da mucha libertad. Estaba en Madrid con Fernando [Le¨®n de Aranoa] y me puso su Princesas. Me qued¨¦ tan emocionado que inmediatamente, raaak, me sali¨® la canci¨®n para la pel¨ªcula, Me llaman calle. De un tir¨®n, como un orgasmo. Lo menciono ya que no es lo normal". La relaci¨®n con las prostitutas que inspiraron la pel¨ªcula est¨¢ entre lo mejor que le ha ocurrido: "Son personas muy fuertes, con humor y un sentido aut¨¦ntico de la solidaridad. Cuando viv¨ªa en Madrid, las ve¨ªa en la calle del Desenga?o -vaya sarcasmo- y me sali¨® el tema Malegr¨ªa. Diez a?os despu¨¦s estaba en la misma calle, donde ha abierto la sede su asociaci¨®n, Hetaira. Iba a llevarles el goya que me dieron por su canci¨®n y aprovech¨¦ para tocarles unas rumbitas. Uno de esos momentos en que sientes que hay una l¨®gica en la vida".
Con el mismo esp¨ªritu, Manu se presta a emparejamientos ins¨®litos. As¨ª, est¨¢ componiendo una canci¨®n con ese gigante, Adriano Celentano. "Para m¨ª, siempre fue un modelo. En lo musical, por hacer rock and roll cuando era exclusiva de los yanquis. Me inspir¨® en los inicios, cuando hac¨ªa rockabilly. En mi barrio mandaban los rockers y te hostiaban si tocabas algo posterior a 1963; Celentano no se qued¨® all¨ª. Luego fue capaz de enfrentarse con Berlusconi, cuando mandaba sobre todas las televisiones de Italia. Me mand¨® llamar a su casa del lago de Como, una mansi¨®n muy... celentanesca. Tiene el estudio de grabaci¨®n en el sal¨®n, nada de s¨®tanos sin luz. Charlamos de m¨²sica, no tocamos la pol¨ªtica. Para m¨ª, Celentano est¨¢ por encima del bien y del mal, como Elvis o Maradona".
Ah, hablemos de Diego Armando. "Con Mano Negra, le dediqu¨¦ Santa Maradona y lo agradeci¨® con un art¨ªculo en P¨¢gina 12 donde me invitaba a visitarle. Claro, fui luego muchas veces a Argentina, pero nunca me atrev¨ª a llamarle. Hasta que Kusturica me pidi¨® m¨²sica para su documental sobre Maradona. Nos encontramos y le encant¨® el tema que le hice, La vida t¨®mbola. Me gust¨® su forma de ser: tiene interiorizados los c¨®digos del barrio pobre donde creci¨®. Y vive a flor de piel, vive al momento". Algo que comparten sus amigos musicales, que insiste en enumerar: "Amparanoia, Tonino Carotone, Che Sudaka, que viven en Barcelona o alrededores. Pero tambi¨¦n saco al escenario a los de La Colifata, esa emisora de radio que hacen enfermos mentales en Buenos Aires: son poes¨ªa pura, aunque no lo sepan".
El Manu Chao de 2007 se revuelve inc¨®modo cuando se menciona su activismo pol¨ªtico. "Detesto que me consideren el l¨ªder de los antiglobalizaci¨®n, los altermundialistas o como quieras llamarlo. Primero, es un movimiento que no admite l¨ªderes. Perfecto: lo m¨¢s f¨¢cil del mundo es corromper a un l¨ªder. Segundo, nadie me ve como l¨ªder, a algunos les gustar¨¢ mi m¨²sica y otros pensar¨¢n que soy un payaso. Tercero, es peligroso. Estuve en los actos contra el G-8, en G¨¦nova, donde la represi¨®n fue fort¨ªsima, hubo hasta un muerto. Ahora, los polic¨ªas han reconocido que ten¨ªan orden de machacarnos. No quiero que me confundan con lo que no soy y vayan contra m¨ª".
Asegura que Politik kills, Rainin in paradize, Panik panik y otras piezas de La radiolina contienen sus avisos sobre lo que est¨¢ ocurriendo. De acuerdo, pero son declaraciones esquem¨¢ticas; ?podr¨ªa intentar sistematizar su postura ante el presente del planeta? "Dudo que haya alguien al volante. Los que mandan ni siquiera saben hacia d¨®nde nos llevan. Estamos en una carrera entre un sistema que se ha vuelto loco y el instinto de conservaci¨®n de los humanos. Por eso el movimiento atrae a gente tan diversa. Vas a una mani y est¨¢n desde abuelitas con sus nietos hasta los del Black Block, dispuestos a enfrentarse a la violencia de los polis. Hacia el final de mi disco hay un tema llamado Y ahora ?qu¨¦?, una frase que tambi¨¦n va en la portada. No tengo respuestas, s¨¦ actuar en el d¨ªa a d¨ªa, pero ignoro c¨®mo dirigir toda la energ¨ªa para que sea eficaz y ¨²til para el movimiento. All¨ª canto: "Y cada d¨ªa yo lucho para no decaer, / cada d¨ªa me espanto de tanto rebuscar".
Cada poco, Manu siente el deseo de huir. "Me suele pasar en las giras, quiero olvidar la m¨²sica y perderme por los callejones de cualquier ciudad. ?Qu¨¦ ciudad? Estambul, por ejemplo. Es la mayor urbe europea y todav¨ªa no est¨¢ envilecida por la especulaci¨®n inmobiliaria, como Barcelona. Cuando me subo al avi¨®n para ir a otro pa¨ªs, a otro concierto, me veo gilipollas. Si reconoces un lugar como el para¨ªso y tienes que marcharte, te expones a una crisis existencial".
Para descomprimirse, suele escapar hacia latitudes menos agobiantes. Por ejemplo, Bamako, la capital de Mali, que descubri¨® cuando produjo a Amadou et Mariam. "All¨ª comprob¨¦ que lo lento no es negativo, como nos ense?an en la escuela. Para un drogadicto de la velocidad como yo, supone una bofetada en la cara. Debes entender que quedar para tomar un t¨¦ y comer puede ocuparte todo el d¨ªa. Aprend¨ª que dormir no es perder el tiempo; es un derecho, al que no voy a renunciar. Dormir diez horas, pasar un d¨ªa sin hacer nada son libertades bonitas".
Tambi¨¦n viaja a Brasil, donde crece su hijo. "Yo rechazaba la paternidad, no quer¨ªa esa responsabilidad. A¨²n hoy, con 46 a?os, me niego a reconocerme como adulto: siempre odi¨¦ la idea del n¨²cleo familiar, los padres y el ni?o encerrados en su pisito o en su chal¨¦. Tampoco creo que padres e hijos deban estar todo el tiempo juntos. Vi la ¨²ltima vez a mi ni?o en diciembre, pero s¨¦ que est¨¢ bien y eso me basta. A veces, cuando voy all¨ª, s¨®lo me le encuentro a la hora de comer: tiene su vida, anda con su pandilla, va a la playa. All¨ª, igual que en ?frica, los ni?os son un proyecto de la comunidad entera, los adultos cuidan de todos. A su lado he revivido algo que hab¨ªa perdido: el sentido po¨¦tico de la existencia, la capacidad para vivir lo on¨ªrico, el reino de la fantas¨ªa. Veo una chispita en sus ojos que me maravilla: as¨ª era yo... Y me alegro de ser padre".
'La radiolina' (Because / K Industria) sale a la venta el 3 de spetiembre. Este a?o tambi¨¦n se ha publicado su ¨²ltima producci¨®n, 'Kabyle mental' (Becausa / DRO), del cantante bereber Akli D.
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