El vuelo m¨¢s triste
El recuerdo de Puerta cubri¨® de silencio las cuatro horas de viaje desde Atenas
Los futbolistas, tanto individualmente como en conjunto, encarnan una de las m¨¢s extendidas concepciones del ¨¦xito. J¨®venes, deseados, idolatrados, adinerados... Invulnerables. La vida les puede abofetear como a cualquier individuo, pero los m¨¢s graves problemas a los que se enfrentan como grupo duran hasta que el bal¨®n rueda de nuevo en la siguiente competici¨®n. Los futbolistas del Sevilla se han encontrado de repente con un drama que no tiene partido de vuelta. Uno de ellos ya no est¨¢ ni estar¨¢.
La plantilla sevillista se enter¨® mientras paseaba por Atenas de que Antonio Puerta se mor¨ªa. Cada uno lo vivi¨® a su manera y el grupo se llev¨® un mazazo que a¨²n no se sabe cu¨¢nto da?o hizo. Javi Navarro, el capit¨¢n del plantel, acompa?¨® al presidente del club, Jos¨¦ Mar¨ªa del Nido, a negociar con los representantes de la UEFA el aplazamiento del partido que estaba previsto que disputaran pocas horas despu¨¦s con el AEK por una plaza en la Liga de Campeones. Presenci¨® como el fallecimiento de Puerta, su compa?ero, su amigo, era el argumento de una negociaci¨®n. Su cara se mantuvo dura, una m¨¢scara inexpresiva y muda. Poco despu¨¦s, en el aeropuerto, en la cola del control de seguridad, una polic¨ªa griega se dirigi¨® a ¨¦l para decirle que ten¨ªa permiso para pasar los refrescos y los yogures que les hab¨ªan repartido con vistas a las cuatro horas de vuelo hasta Sevilla. Navarro apenas pudo responder. De su garganta sali¨® un gallo con el que mostraba la tensi¨®n que no se ve¨ªa en la cara.
En la cinta de equipajes, las maletas daban vueltas y vueltas. Parec¨ªa que esperaban a alguien
El Sevilla vive desde hace alrededor de dos a?os en un estado de efervescencia emocional. Hasta ayer, casi siempre se hab¨ªa vivido para disfrutar. Los vuelos que trasladan a los futbolistas, directivos, periodistas y aficionados siempre han sido una fiesta. Compadreo no hab¨ªa, pero no era raro ver c¨®mo Alves bromeaba con quien ocupara los asientos de la ¨²ltima fila para que le dejara tumbarse o llevarse a Renato para charlar y soltar risotadas. Uno de los que m¨¢s desesperaba a las azafatas era Puerta. Con su sonrisa rodeada de una perilla rala y sus dientes escalonados, charlaba con todo el mundo y bromeaba sobre todo y todos. Era un muchacho que se sent¨ªa en la cima del mundo, al que las cosas le iban requetebi¨¦n y parec¨ªa que tan s¨®lo pod¨ªan irle mejor. Ayer s¨®lo hubo palabras quedas y miradas bajas. Sus compa?eros, todos ellos, incluso los que apenas acaban de incorporarse al conjunto, como Boulahrouz o De Sanctis, se frotaban los ojos enrojecidos por el llanto.
Una vez en Sevilla, los jugadores se juntaron para esperar la orden de subirse al autob¨²s que les llevar¨ªa a la capilla ardiente de su compa?ero. El duelo hab¨ªa sido ¨ªntimo hasta ese momento. Fuera esperaban las primeras decenas de aficionados de entre los miles que ver¨ªan y que les alimentar¨ªan a¨²n m¨¢s su pena. En la cinta del equipaje del aeropuerto, nadie recog¨ªa las maletas y las cajas de material del equipo, que daban vueltas y vueltas. Parec¨ªa que esperaban a alguien.
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