La erosi¨®n de la Gran Muralla
Las tormentas de arena, cada vez m¨¢s frecuentes, y la destrucci¨®n de barreras naturales amenazan, seg¨²n las autoridades, la salud de la inmensa fortificaci¨®n china
Es la mayor obra jam¨¢s realizada por el hombre, el objeto m¨¢s inmenso que nuestra especie ha dejado en este planeta, y seg¨²n una extendida creencia occidental (anterior a las misiones espaciales), la ¨²nica construcci¨®n humana visible desde la Luna. El l¨ªder comunista Mao Tse-Tung dijo: "Si no la has escalado, no te puedes considerar un hombre aut¨¦ntico", y hace poco una encuesta mundial la vot¨® como una de las ocho maravillas del mundo que a¨²n existen en el siglo XXI. Pero la supervivencia de la Gran Muralla podr¨ªa ser breve. Y es que dentro de 20 a?os, seg¨²n las autoridades chinas, podr¨ªa verse seriamente afectada: corro¨ªda, y seriamente da?ada por las tormentas de arena que soplan cada vez con mayor ¨ªmpetu desde el norte de China.
Los vientos producen grietas, roturas y desprendimientos", dice un arque¨®logo
Acabar¨¢ por ser la v¨ªctima m¨¢s ilustre del desarrollo industrial y del dram¨¢tico aumento de la contaminaci¨®n: las tempestades de arena son un fen¨®meno meteorol¨®gico natural que China siempre ha conocido, pero en las ¨²ltimas d¨¦cadas su frecuencia e intensidad han aumentado desmesuradamente debido a la destrucci¨®n progresiva de barreras naturales -bosques y praderas- que amortiguaban la fuerza del viento y atrapaban una parte de la arena que transportaban los vendavales.
La alarma por la posible muerte de la Gran Muralla no procede de los sospechosos de siempre, es decir, las organizaciones medioambientales occidentales, sino de las propias autoridades chinas. Lo ha divulgado la agencia de prensa gubernamental Xinhua (Nueva China). En la actualidad, revela la fuente oficial, numerosas secciones de la parte occidental de la gigantesca fortificaci¨®n se reducen a "montones de detritos" por la implacable obra de demolici¨®n de las tormentas de arena.
El Gobierno de Pek¨ªn reconoce que la responsabilidad de este desastre es del hombre. En un principio se debi¨® a los "m¨¦todos destructivos de cultivo agr¨ªcola", adoptados desde finales de los cincuenta, a causa del uso masivo de pesticidas e insecticidas, la total falta de atenci¨®n a los efectos de la erosi¨®n y el empobrecimiento del suelo. Luego lleg¨® la industrializaci¨®n, que concentr¨® en las regiones septentrionales del pa¨ªs muchas producciones altamente contaminantes, desde las minas de carb¨®n a la siderurgia. El resultado: en una amplia zona que va desde Manchuria hasta el interior de Mongolia, el manto verde de los bosques se ha reducido debido a la deforestaci¨®n con fines comerciales, los inmensos prados de hierba de las estepas han dejado paso a extensiones de arena, y la desertificaci¨®n conquista territorios cada vez mayores.
El arque¨®logo Zhou Shengui ha declarado que "las tormentas son cada vez m¨¢s frecuentes: no s¨®lo erosionan las paredes de la Gran Muralla, sino que producen grietas, roturas y desprendimientos imprevistos". Entre los tramos m¨¢s deteriorados se encuentra el de la provincia de Gansu, que discurre a lo largo de la antigua Ruta de la Seda que recorr¨ªan los comerciantes desde los tiempos del Imperio Romano, y que utiliz¨® Marco Polo para llegar a la corte de Kublai Jan, en el Imperio Celeste. Incluso las torres vig¨ªa, construidas en las cimas m¨¢s altas para avistar la llegada de ej¨¦rcitos enemigos, en algunas regiones se han desintegrado literalmente.
La fortificaci¨®n de las fronteras, que se empez¨® a construir por tramos en torno al 220 a. C. por deseo del emperador Shi Huangdi (dinast¨ªa Qin), el primer unificador de la Tierra Media, fue luego retomada y ampliada a lo largo del trazado actual por la dinast¨ªa Ming (1388-1644). China, la civilizaci¨®n m¨¢s antigua de la historia, es el ¨²nico caso de una naci¨®n del tama?o de un continente que haya querido encerrarse", separarse del resto del mundo erigiendo una barrera f¨ªsica que en su momento de mayor desarrollo lleg¨® a tener 6.350 kil¨®metros de largo, la misma distancia que separa Mil¨¢n de Nueva York. Una colosal serpentina de piedra que nace en el mar, cerca de Corea, y se extingue en las arenas des¨¦rticas de Asia Central, se encarama por las crestas de las monta?as y sigue los tortuosos relieves naturales para dominar siempre desde lo alto.
Las tormentas de arena no son las ¨²nicas culpables de su destrucci¨®n. La Gran Muralla ya ha sufrido otros da?os, en una China que durante mucho tiempo se ha desinteresado por su patrimonio hist¨®rico y arqueol¨®gico. Largos tramos de esta antigua fortificaci¨®n discurren ahora junto a autopistas o se ahogan entre edificios, cercados por el asfalto de las ciudades que crecen. En Gansu dos l¨ªneas de tren, la autopista 312, una carretera estatal, 15 carreteras desmontadas, 17 torres de alta tensi¨®n y un gasoducto atraviesan un tramo de la muralla. La ¨²ltima afrenta es el turismo de masas. En las zonas cercanas a Pek¨ªn los torreones son invadidos diariamente por un r¨ªo de visitantes, tan numerosos que llegan a ocultar el propio monumento, adem¨¢s de sumergirlo entre monta?as de desperdicios, papeles y latas de cerveza. En Badaling, una de las secciones de la muralla m¨¢s cercanas a la capital, en un d¨ªa normal pasean sobre los contrafuertes unos 100 mil visitantes.
Todo alrededor, como la met¨¢stasis de un c¨¢ncer, siguen surgiendo hoteles, restaurantes, mega aparcamientos para autobuses, tiendas de recuerdos. Est¨¢ de moda alquilar secciones enteras de la fortaleza para fiestas y recepciones privadas. Y tal vez, cuando dentro de 20 a?os las tormentas de arena hayan completado su obra de destrucci¨®n, los ¨²nicos fragmentos de la Gran Muralla a¨²n visibles ser¨¢n las copias reconstruidas al estilo Disney. "
Babelia
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