Una pareja perfecta
Se trata de un romance entre la moda y la decoraci¨®n. Ailanto y las cer¨¢micas de Sargadelos viven un flechazo absoluto. Asistimos en Galicia al parto de sus primeras creaciones en com¨²n.
La cer¨¢mica es una de las artes decorativas m¨¢s de moda del momento. Revistas como AD o Wallpaper se han encargado de recuperar creadores y dise?os en una ¨¦poca en la que lo vintage invade armarios y salones. Tiendas de vanguardia como Corso Como 10, en Mil¨¢n, o Colette, en Par¨ªs, est¨¢n repletas de obras de los ceramistas del momento. Por otro lado, como sucede en las grandes firmas de moda, empresas cl¨¢sicas fichan a dise?adores y/o artistas contempor¨¢neos para dar un nuevo aire a sus porcelanas.
La historia de Sargadelos tiene su origen en el siglo XIX. Revive a partir de 1947, cuando se cre¨® en O Castro de Samoedo (Sada, A Coru?a) una peque?a f¨¢brica de cer¨¢mica con la intenci¨®n de experimentar con los caolines (arcilla blanca utilizada para la fabricaci¨®n de porcelanas) procedentes de los yacimientos de la comarca de Sargadelos (en la costa de Lugo). Todo bajo el paraguas para la recuperaci¨®n de la actividad que hab¨ªa nacido en Galicia hac¨ªa 200 a?os. Sargadelos interes¨® a los intelectuales gallegos exiliados en Argentina desde el final de la Guerra Civil como una forma de recuperaci¨®n econ¨®mica y cultural para una regi¨®n en crisis. En 1963 fundaron el Laboratorio de Formas, donde nacieron muchas de las ideas que todav¨ªa hoy usa y reproduce la firma. Desde entonces, la empresa vive vinculada a la intelectualidad y cultura gallegas. Por ejemplo, el Nobel Camilo Jos¨¦ Cela dise?¨® una vajilla para ellos.
Estas cer¨¢micas viven ahora un nuevo renacer con el lanzamiento de su renovado concepto de tiendas-galer¨ªa (la primera acaba de ver la luz en A Coru?a) y colaboraciones con firmas y autores de prestigio. Piezas de los dise?adores de El ?ltimo Grito o de Tobias Jacobsen lo atestiguan. Su ¨²ltimo fichaje son los gemelos Aitor e I?aki Mu?oz, Ailanto.
Una ma?ana en Barcelona. La colecci¨®n oto?o-invierno de 2006 de Ailanto est¨¢ casi lista. La inspiraci¨®n llega de un viaje a Venecia con el universo est¨¦tico-art¨ªstico de Peggy Guggenheim como referente. Los hermanos vascos pasean por Barcelona buscando un jarr¨®n para decorar la pasarela en el desfile. "?Y si miramos en Sargadelos?", dice Aitor. Sargadelos es una firma de culto con objetos (muchos de ellos, reediciones) que para dise?adores, coleccionistas, arquitectos, decoradores y amantes del arte son iconos del estilo. Comienzan a caminar hacia la tienda de la firma gallega en la calle de Provenza. "?Y si dise?amos nosotros lo que buscamos y que nos los haga Sargadelos?", comenta I?aki. Llegan a la tienda, saludan, ojean, maduran la idea velozmente, lo comentan. Semanas m¨¢s tarde, los jarrones con peces y hojas en los mismos colores que la colecci¨®n decoran su pasarela en Cibeles. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde se fabrican 100 m¨¢s y se env¨ªan como obsequio a algunos personajes p¨²blicos, directores de revistas de moda? El resto se pone a la venta. Empieza a correr la voz. Son un ¨¦xito. De un jarr¨®n inicial a la producci¨®n en serie. Vuelan de las tiendas.
Tiempo despu¨¦s, en Galicia, Jos¨¦ Luis V¨¢zquez, hijo de uno de los "refundadores" de Sargadelos, toma las riendas de la firma con esp¨ªritu renovador. Buscando unos documentos en los talleres descubre un jarr¨®n firmado por Ailanto. Llama a Mar¨ªa Jos¨¦ Fern¨¢ndez, jefa de producci¨®n. Ella le cuenta la historia. Venecia, Peggy Guggenheim, los gemelos, el desfile? "Ll¨¢malos", dice. A los pocos d¨ªas los visita en su showroom de Barcelona y deciden empezar una relaci¨®n estable. Como amantes separados por la distancia, el noviazgo vive de e-mails, env¨ªos por mensajero y puentes a¨¦reos en versi¨®n Barcelona-A Coru?a. Decidimos ser testigos de uno de esos pasionales encuentros.
Elegimos el momento m¨¢s importante. El instante en el que ambas partes han sido padres. Es un parto m¨²ltiple. Sus reto?os son dos vajillas (una para adultos y otra para ni?os), un juego de ocho jarrones y un juego de caf¨¦.
El pueblo-empresa. Aterrizamos en A Coru?a en el primer d¨ªa estival del a?o. Viajamos por la costa unos 20 minutos hasta Castro de Samoedo, aldea en el campo con vistas al mar cercana a Sada, antes parroquia de pescadores, ahora de veraneantes. La f¨¢brica de Sargadelos est¨¢ definitivamente asociada al esp¨ªritu familiar de las aldeas gallegas. En la empresa trabajan generaciones de una misma familia del vecindario.
Dos hermanas empaquetan, un padre se ocupa de los hornos y una abuela ba?a cada una de las piezas. De hecho, la empresa incluso forma parte de los ratos de ocio de la poblaci¨®n. En su recinto hay un auditorio-teatro, un museo de arte contempor¨¢neo gallego (Museo Carlos Maside), una piscina (con un fondo de un mosaico con forma de pulpo dise?o de la casa) y una cantina-restaurante, A Tabola da Fusquenlla, donde se comen guisos caseros gallegos en vajilla y mantel desechable con, por supuesto, dise?o de Sargadelos. La firma agrupa adem¨¢s un conjunto de empresas e instituciones que van desde una editorial (Edici¨®ns do Castro) hasta el Instituto Galego de Informaci¨®n.
Navidad en verano. El edificio tiene aires de un on¨ªrico Bauhaus. Se respira arte y artesan¨ªa. El interior tiene algo de navide?o. Todo es blanco y est¨¢ nevado, el tizoso caol¨ªn es el culpable, "aunque siempre impecable y ordenado como un laboratorio", comenta Aitor. Cada trabajador se afana en una ocupaci¨®n manual. Unos pintan con la delicadeza de un entom¨®logo y el pulso de un cirujano mientras otros colocan las asas de jarras y tazas con el mimo con el que lo har¨ªa una costurera en un sofisticado traje de noche. I?aki curiosea c¨®mo se agujerean unas medallas. Una a una. "Estas cosas son muy dif¨ªciles de ver en una sociedad tecnificada", comenta. Todo guarda la coherencia y la organizaci¨®n del taller de Pap¨¢ Noel. Todos con el empe?o, la implicaci¨®n y el orgullo (en Galicia, Sargadelos es toda una instituci¨®n) de trabajar para la familia-vecindario. Nadie est¨¢ de tertulia, no se permiten los iPods y la minuciosidad y concentraci¨®n son imprescindibles.
Encuentros en las tres fases. Ailanto son conocidos por su tes¨®n y por seleccionar mucho los proyectos en los que se implican. Jos¨¦ Luis, director de Sargadelos, comenta: "Hemos recibido muchas propuestas de dise?adores que finalmente no han cuajado o no nos han convencido. Con Ailanto hemos conectado desde el primer momento. Su energ¨ªa y sus ganas casan perfectamente con el esp¨ªritu pasional de la firma". A la reuni¨®n en el departamento de dise?o se une Mar¨ªa Jos¨¦, directora de producci¨®n. I?aki y Aitor ense?an bocetos y hablan de colores y formas. Intervienen tambi¨¦n Xos¨¦ Vizoso, director del departamento de dise?o y en la firma desde hace casi 40 a?os; Carlos Silvar, dise?ador, y Adolfo Vizoso, que se encarga de las aplicaciones inform¨¢ticas (su misi¨®n es que un boceto en formato digital se plasme luego en una obra). ?ste es el equipo que controla el proceso desde que se dibuja hasta que sale a la venta una pieza.
Habitualmente, Sargadelos utiliza motivos basados en las tradiciones y cultos gallegos. Identificativos ornamentos que tienen que ver con la naturaleza o la cultura celta. Pero en esta ocasi¨®n se trata de ingenuos y coloristas gatos, ratones y conejos en las vajillas de ni?os, peces y p¨¢jaros en los jarrones, y cuadros y rayas en los juegos de caf¨¦ con la impronta Ailanto. Tras los primeros dise?os se talla un modelo con escayola o poliesp¨¢n.
Cuando se aprueba, se pasa a la segunda fase, la zona de matrices. En ella se crea una primera pieza y los moldes que se conservar¨¢n en un archivo para que en cualquier momento se pueda reeditar una pieza. Daniel Calvete, jefe de matrices, abre uno de los moldes con lentitud y cuidado. De ¨¦l sale uno de los jarrones de Ailanto. Los padres lo cogen entre sus manos, lo levantan y lo estudian. "Nos ha salido perfecto", aclaman casi al un¨ªsono Daniel, Aitor e I?aki. Los moldes de reproducci¨®n pasan a la zona de taller.
Al horno. Esta tercera fase comienza con la reproducci¨®n en porcelana de ideas y moldes. Se hace una primera cocci¨®n a 800? C, lo que ellos llaman bizcocho. Para crearlo se usa la receta de la casa: un 55% de caol¨ªn, un 15% de feldespato y un 30% de cuarzo. Este bizcocho sirve como modelo para el estudio del decorado (el dibujo que se le aplica) y para realizar las plantillas (para usar con pintura en aerosol o dibujar a mano con pincel). Es la hora de jugar con los colores.
Sargadelos es reconocible y conocido por su color azul cobalto. Esto tiene una explicaci¨®n. "Pocos ¨®xidos soportan las altas temperaturas de los hornos. El mejor, sin duda, es el azul cobalto", explica Mar¨ªa Jos¨¦ ejerciendo de qu¨ªmica, su formaci¨®n. Los calores y los colores son malos amigos. Para crear los verdes, amarillos, rojos? de los ratones, rayas y ¨¢rboles de Ailanto hay que hacer numerosas pruebas en platos transformados en paletas de pintor en las que, a modo de escala crom¨¢tica, se estudia cada tinte y se hacen las anotaciones a cada reacci¨®n sobre la porcelana. "Para obtener esos colores Ailanto hemos tenido que comprar nuevos hornos con menor temperatura", recuerda Jos¨¦ Luis. "Estos chicos nos salen caros", comenta un operario divertido.
El final del romance. Una vez aplicado el dibujo se le da un ba?o de brillo, de manera bautismal (se sumerge y se levanta en un suspiro), a cada pieza. A los hornos llega una cabalgata de vagonetas cargadas de infinidad de m¨¢scaras, gaiteiros, barcos, caballos? y ahora tambi¨¦n de platos de Ailanto. La segunda cocci¨®n a 1.430? C produce la vitrificaci¨®n y el aspecto final.
Siguiendo con la manipulaci¨®n manual y la imagen 100% Sargadelos, cada pieza decorativa o servicio de mesa se empaqueta (en cajas, etiquetas y embalajes dise?ados por ellos) de manera individual y sale a las 14 tiendas propias (en Espa?a y Portugal) y sus numerosos puntos de venta.
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