Verdadera pasi¨®n por la huerta
Los pesticidas, otra falacia, en opini¨®n de Pedro Suescun. Si frente al abono qu¨ªmico alaba las virtudes del esti¨¦rcol y el compost; frente a los herbicidas, el trabajo duro con la azada; para los pesticidas, Suescun ofrece las virtudes de la Naturaleza. "Cada plaga tiene su depredador natural", dice. Efectivamente, cuando el pulg¨®n asediaba las habas, Suescun esperaba tranquilo que aparecieran las mariquitas. Y sus hijos ve¨ªan c¨®mo en pocos d¨ªas decenas de cole¨®pteros llevaban a cabo su tarea depredadora.
Alfonso Suescun recuerda los problemas con el rat¨®n topero, el famoso topillo que ha asolado Castilla este verano. "Recuerdo que compr¨¦ hasta aparatos de ultrasonido, para ayudar a mi padre. Pero ¨¦l me dijo que lo mejor era que seduj¨¦ramos al gato del vecino para que se paseara por la huerta. La soluci¨®n fue m¨¢s que eficaz". Como insiste Pedro Suescun, "hay que atender al equilibrio natural: para cada problema existe una soluci¨®n".
Y luego est¨¢ su pasi¨®n por la experimentaci¨®n, paralela a su esp¨ªritu conservacionista. La que le llev¨® a cultivar variedades que se suponen ajenas al clima del Pa¨ªs Vasco. Como ejemplo, el garbanzo. "Sembr¨® garbanzos en Aletxa y todos le miraban como a un marciano; ahora todos los vecinos del pueblo cultivan esta legumbre", recuerda Alfonso.
Endivias, lentejas, melones, melocotones... Todo ha crecido, y con tama?os envidiables, en aquella tierra en principio yerma en la que hace 30 a?os estableci¨® Pedro Suescun su huerta en la Monta?a Alavesa, cerca de Maestu. Eso s¨ª, fruto de una pasi¨®n por la tierra que pod¨ªa llevarle a levantarse de madrugada y coger el coche para cubrir con una bolsa los tomates porque ven¨ªa una helada, "No hay que olvidar que la agricultura ecol¨®gica requiere su esfuerzo", constata Alfonso.
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