A golazo limpio

Tiene poder el Atl¨¦tico. Le falta talento atr¨¢s y le sobra delante, con lo que, cuando consigue no destaparse, es capaz de mostrar magn¨ªficos ratos de f¨²tbol. Ayer, ante Osasuna, se invent¨® unos cuantos, la mayor¨ªa protagonizados por un Ag¨¹ero que vive en estado de gracia. Pudo golear el equipo de Aguirre, que acumul¨® ocasiones hasta hartarse. S¨®lo la falta de punter¨ªa le impidi¨® darse un fest¨ªn ante un rival de poco fuste. Resolvi¨® el envite gracias a dos maravillas, dos golazos firmados por Ra¨²l Garc¨ªa y Ag¨¹ero.

Todo naci¨® en la izquierda. Nada ten¨ªa aquel bal¨®n que Antonio L¨®pez mand¨® al ¨¢rea y que Ra¨²l Garc¨ªa convirti¨® en una obra de arte. Vol¨® la pelota desde la banda izquierda y Miguel Fla?o la despej¨® como deb¨ªa, de cabeza, lejos, donde no hubiera peligro (se supon¨ªa), a unos 35 metros de la porter¨ªa. Donde estaba Ra¨²l Garc¨ªa, presto al quite. El chico no se lo pens¨® y golpe¨® el bal¨®n como le ven¨ªa, duro, seco, abajo, con el empeine. Se fue acelerando su disparo, que entr¨® pegado al palo izquierdo de un Ricardo que se estir¨® para evitar lo inevitable: un gol de bandera.

Promete tanto el Atl¨¦tico que resulta incomprensible que no resuelva los partidos con mucha m¨¢s autoridad de la que suele exhibir. Pero le falta continuidad. Nadie refleja mejor la anarqu¨ªa que, a ratos, invade al equipo, que Maniche, un futbolista que est¨¢ pero no se le encuentra, que no se frena, que lucha hasta reventar, que sube y baja sin demasiado criterio, intentando auxiliar a Ra¨²l Garc¨ªa en defensa y a Ag¨¹ero en ataque, sin conseguir ni lo uno ni lo otro.

No est¨¢ hecho Osasuna, un equipo que le hizo un canto a la vulgaridad en el Calder¨®n.

Dio grima la soledad en la que malvivi¨® Portillo durante muchos minutos. Intent¨® buscarse la vida el delantero, que molest¨® lo suyo a Pablo y Eller. Tanto molest¨® al brasile?o que opt¨® ¨¦ste por frenar sus acometidas con una patada barriobajera, abajo, pisando por detr¨¢s el tobillo de su rival.

Pese a las amenazas de Portillo, el Atl¨¦tico vivi¨® con placidez en defensa, hasta el punto de que Antonio L¨®pez pudo irse al ataque una y otra vez. Nadie le tap¨® en la banda izquierda, y ah¨ª comenz¨® a hacerse grande el Atl¨¦tico. Antes de que Ra¨²l Garc¨ªa dibujara aquel zapatazo que se fue dentro, Forl¨¢n y Ag¨¹ero pudieron adelantar a su equipo, que no paraba de llegar arriba, con calma, sin precipitarse, sin verse afectado porque a Reyes se le hiciera una y otra vez de noche en el costado derecho. En el Manzanares, hoy, pueden verse acciones como aquella que inici¨® Maniche, quien combin¨® con Simao para que ¨¦ste le dejara un bal¨®n prodigioso, de tac¨®n, al borde del ¨¢rea, una delicia que la defensa de Osasuna no pudo frenar sino con falta. Lleg¨® el gol de Ra¨²l Garc¨ªa y el Atl¨¦tico se sinti¨® feliz, con el Kun en su papel de jefe de la banda, crecido como est¨¢ el chico.

S¨®lo durante unos momentos tuvo dudas el Atl¨¦tico, que se aturulla cuando son sus defensas quienes inician la jugada. Opt¨® Aguirre, con buen criterio, por cambiar a los extremos, fuera de onda como estaba Reyes y apagado Simao. Luis Garc¨ªa le dio aire al equipo por la derecha, y el jolgorio se instal¨® en la grada, que disfrut¨® con el Atl¨¦tico como hac¨ªa tiempo. Y que disfrut¨®, sobre todo, con Ag¨¹ero, empe?ado en dejar huella. Primero mand¨® un remate que escupi¨® el palo, antes de ejecutar la jugada del partido.

Ocho minutos quedaban cuando al Kun le lleg¨® el bal¨®n en el centro del campo. No se lo pens¨®. Se lo at¨® al pie y fue corriendo millas, dejando en el camino a cuantos quisieron perseguirle. El chico, que est¨¢ que asusta, esprint¨® de un modo inesperado, la cabeza arriba, hasta el final, hasta otear el panorama al borde del ¨¢rea grande y colar el bal¨®n arriba, a la escuadra derecha de Ricardo. Estall¨® el Calder¨®n, que vive en ¨¦xtasis la resurrecci¨®n del argentino, quien ha tardado un a?o en verificar lo que promet¨ªa: que es un gran futbolista. El Atl¨¦tico se ha abrazado a ¨¦l y crece por momentos, m¨¢s all¨¢ de que todav¨ªa le quede un trecho. Pero, al menos, el equipo comienza a cre¨¦rselo, algo necesario en un club que ha vivido lastrado mucho tiempo por un victimismo que parec¨ªa cong¨¦nito y que tipos como Ag¨¹ero se han empe?ado en enterrar. En ello est¨¢.