Discos a la hoguera
Ya no se mata a los mensajeros: se prefiere tapar la boca a los cantantes que se van de la lengua. En verdad, es un deporte con cierta tradici¨®n. En 1966, un John Lennon locuaz solt¨® aquello de "ahora somos m¨¢s populares que Jesucristo". Llegaron amenazas de muerte durante la gira posterior y le obligaron a rectificar p¨²blicamente. En lugares de Estados Unidos se organizaron quemas de discos de los Beatles; en Sur¨¢frica se vet¨® su difusi¨®n.
Los reg¨ªmenes autoritarios tienen esas reacciones tajantes: que se lo pregunten a Joan Manuel Serrat, desaparecido de las ondas espa?olas tras sus encontronazos con el franquismo. Tambi¨¦n las emisoras estatales de pa¨ªses democr¨¢ticos caen en esos automatismos: hace 30 a?os, el God save the Queen de los Sex Pistols fue silenciado; su puesto en las listas de ventas era reemplazado por un hueco en blanco. La BBC volver¨ªa a exhibir modos victorianos en 1984 cuando detect¨® el contenido er¨®tico de Relax, de Frankie Goes To Hollywood.
Los censores de emisoras estatales son ahora m¨¢s cuidadosos: saben que prohibir tal disco de Eminem o Marilyn Manson sirve para multiplicar su impacto. En realidad, se prefiere negociar con las discogr¨¢ficas para que se confeccionen versiones depuradas, donde se disimulan o desaparecen las palabras ofensivas. En Estados Unidos, se trata de una pr¨¢ctica com¨²n: existen ediciones limpias de numerosos discos para su venta en grandes almacenes que se la cogen con papel de fumar. Es una herencia de la campa?a iniciada por Tipper Gore, esposa de Al Gore, que oblig¨® a capitular a la industria fonogr¨¢fica con la colocaci¨®n de una etiqueta de advertencia sobre los contenidos de determinados discos.
La caza de brujas
Libres de delicadezas pol¨ªticas, algunos medios de comunicaci¨®n se dedican a excomulgar a artistas por su cuenta. Lo sufrieron en sus carnes las Dixie Chicks cuando lamentaron compartir origen con el presidente George W. Bush. La caza de brujas es ahora un entretenimiento muy sencillo gracias al potencial de Internet para difundir informaci¨®n y organizar boicoteos. En Espa?a sabemos hacerlo con efectividad: ah¨ª est¨¢ la persecuci¨®n de Ferm¨ªn Muguruza, Soziedad Alkoh¨®lika y otros grupos acusados de simpat¨ªas con el terrorismo vasco.
Lejos de su imagen risue?a, Alejandro Sanz se expresa con rotundidad en asuntos espinosos: incluso en su etapa de cantante rom¨¢ntico arremeti¨® contra la postura de la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica respecto a los enfermos de sida. En 2003, tras una correspondencia con la escritora Zo¨¦ Vald¨¦s, que recriminaba el silencio de los artistas espa?oles ante la situaci¨®n cubana, grab¨® el tema Labana, conteniendo una cr¨ªtica tanto del castrismo como del turismo sexual. No le va a impresionar que ahora le tengan enfilado los bolivarianos de Ch¨¢vez.
Babelia
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