Una verdad de cine
Aunque el director de Una verdad inc¨®moda responda al nombre de Davis Guggenheim, el verdadero gu¨ªa espiritual de la pel¨ªcula siempre fue Al Gore, el primer ex vicepresidente de Estados Unidos que se pase¨® por la alfombra roja de los Oscar con la esperanza de alcanzar alg¨²n premio. Se llev¨® los dos a los que optaba (el de mejor documental, y el de mejor canci¨®n original, por I need to wake up, de Melissa Etheridge), aunque quiz¨¢ lo m¨¢s importante de aquella tarde-noche fue tener la oportunidad de avanzar por el pasillo, subir las escaleras, agarrar el micr¨®fono y lanzar una vez m¨¢s su mensaje de alarma ante los efectos del calentamiento global del planeta, esta vez ante millones de televidentes.
Durante todo el a?o 2006 y parte de 2007, Una verdad inc¨®moda alert¨® a la humanidad desde las pantallas de los cines acerca de la necesidad de despertar a la que alude el t¨ªtulo de la canci¨®n galardonada. Un llamamiento para la gran revoluci¨®n que fue financiado con un presupuesto de menos de 247.000 euros, y que ha sido capaz de recaudar unos 29 millones de euros en todo el mundo (16 en EE UU). Todo ello teniendo en cuenta que, m¨¢s que una pel¨ªcula, m¨¢s que un documental, el producto se acerca peligrosamente a la filmaci¨®n de una conferencia cient¨ªfica. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de las posibles carencias de Una verdad inc¨®moda como documento f¨ªlmico, lo importante era llamar la atenci¨®n, que el p¨²blico acudiese a las salas (si no en masa, al menos s¨ª lo suficiente como para que se hablase de la pel¨ªcula) y que la bola siguiera rodando mientras medios de comunicaci¨®n, dirigentes pol¨ªticos y gente de a pie comentaban, y quiz¨¢ se concienciaban, acerca del tema.
La cinta se exhibi¨® por vez primera el 24 de enero de 2006 en el Festival de Sundance y, tras pasar por cert¨¢menes y estrenarse comercialmente en 39 pa¨ªses (de Islandia a Australia, pasando por Egipto y Argentina), aqu¨ª andamos todav¨ªa, comentando la jugada porque acaban de concederle el premio Nobel de la Paz por su lucha contra el cambio clim¨¢tico. Y precisamente es ah¨ª donde radica la verdadera importancia de una pel¨ªcula que convert¨ªa en virtud su defectuosa f¨®rmula narrativa. Porque nada hay m¨¢s alejado del cine que ver a un tipo largando una teor¨ªa tras otra durante una conferencia ante un peque?o auditorio. Y en eso consiste b¨¢sicamente Una verdad inc¨®moda. Sin embargo, el impacto de las im¨¢genes que acompa?an a la ponencia, la cercan¨ªa de la problem¨¢tica, la cadencia de la realizaci¨®n y hasta el sentido del humor de Gore, convertido en magn¨ªfico profesor universitario con ademanes de vendedor de feria, la llevan hasta el territorio de lo, en principio, incontrovertible.
En una sintom¨¢tica imagen de archivo de la pel¨ªcula, se ve a George Bush padre, en su ¨¦poca de presidente del Gobierno de EE UU, hacer la siguiente declaraci¨®n sobre alguien que podr¨ªa ser Gore: "Sus radicales ideas en torno a ciertos temas nos llevar¨ªan al abismo. Tendr¨ªamos un pa¨ªs lleno de b¨²hos, pero cargado de gente sin trabajo". Hoy, ese radical ha sido nombrado premio Nobel de la Paz. Y hace poco sostuvo entre sus manos un par de oscar.
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