"Ama, quiero volver a casa"
La ni?a habl¨® con sus padres la noche antes de morir en el albergue
Jessica ya se sent¨ªa mal el pasado mi¨¦rcoles. Estaba p¨¢lida y vomitaba. Llevaba as¨ª varias horas. La noche del jueves, despu¨¦s de ser atendida dos veces en sendos ambulatorios, uno de ellos cercano al albergue de Cabrera del Mar, telefone¨® a casa.
"Ama" (mam¨¢, en vasco), "quiero volver a casa", dijo. Fue la ¨²ltima vez que los padres escucharon la voz de su hija.
A m¨¢s de 600 kil¨®metros de su preocupada familia, Jessica no lograba conciliar el sue?o. Le dol¨ªa mucho el est¨®mago. Ten¨ªa sed y quer¨ªa volver al caser¨ªo familiar. Su ¨ªntima amiga Maider, tambi¨¦n de 11 a?os y con la que compart¨ªa los peque?os secretos de su corta vida, estuvo con ella hasta que se pudo dormir. "Le daba peque?os sorbos de agua", dice el padre de Maider, el alcalde de Kortezubi, Txomin Bilbao, del PNV. A las tres y media de la madrugada, Jessica se durmi¨®.
Los m¨¦dicos que le atendieron no le hab¨ªan dado demasiada importancia a su estado de salud. A las seis y media de la madrugada, cuando Maider se incorpor¨® en su cama para ver c¨®mo estaba su amiga, que dorm¨ªa al lado, la encontr¨® profundamente quieta. Ella y la profesora responsable de la excursi¨®n pensaron que segu¨ªa dormida. "No le vamos a molestar", se dijeron. Jessica no lleg¨® a ver la luz de ese d¨ªa.
La preocupaci¨®n en la familia de la peque?a se transform¨® primero en un dolor infinito, y en indignaci¨®n despu¨¦s. Su padre, Ferm¨ªn Urizar, concejal de Kortezubi, tambi¨¦n peneuvista y amigo de toda la vida de Txomin, no daba cr¨¦dito a lo que le estaban diciendo por tel¨¦fono.
"Estamos que no nos lo creemos. Mandas a tu hija de excursi¨®n y te la traen de esta manera", criticaba ayer un vecino de la peque?a localidad vizca¨ªna. Kortezubi apenas si tiene 392 habitantes. Casi no ha crecido a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas entre las colinas de Gernika y Lekeitio, junto a la Cueva de Santimami?e y el Bosque de Oma pintado por Agust¨ªn Ibarrola.
El profundo color verde de los alrededores de los caser¨ªos s¨®lo albergaba silencio ayer. Nadie caminaba por sus calles. Todo el mundo viv¨ªa el drama de puertas adentro. "El pueblo est¨¢ indignado de que una ni?a muera en la cama de un albergue despu¨¦s de ir dos veces a un centro m¨¦dico", se?alaba el alcalde, visiblemente emocionado. Despu¨¦s de mantener una larga reuni¨®n con t¨¦cnicos de Sanidad y de Educaci¨®n del Gobierno vasco, segu¨ªa visiblemente emocionado. Y pensaba en su propia hija. Ayer todos los padres pensaban en sus hijas.
Maider lleg¨® de madrugada a su casa, junto al resto de sus compa?eras. Se pas¨® la ma?ana descansando. "Eran muy amigas, siempre estaban juntas. Ella ha estado en mi casa durmiendo muchas veces, y mi hija en casa de Jessica. Esto es muy duro, y no ha hecho m¨¢s que empezar porque va a durar mucho tiempo...", dec¨ªa su padre.
Y volv¨ªa a emocionarse. Xabier, el hermano de Maider, describ¨ªa la pena de ¨¦sta: "Pr¨¢cticamente se muri¨® en sus brazos. Todo es tan triste".
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