Gato
Si la imagen es el lenguaje del futuro y la palabra, parafraseando a Gabriel Celaya, es un arma cargada de ¨¦l, una vi?eta pudiera quiz¨¢ anticiparlo, o sumergirte en las tropel¨ªas y las falacias sociales para poder superarlo. Es al menos el caso de Antonio Jos¨¦ Mat¨ªn, Gato (Motril, 1970), pues ¨¦l es un editorialista gr¨¢fico, de la escuela del mejor humor cr¨ªtico que ha dado este pa¨ªs. Gato ha sido durante a?os director de El Batracio Amarillo, "revista de humor serio para un pa¨ªs de risa" que fund¨® mientras estudiaba en la Universidad de Granada, all¨¢ por el a?o 1994, junto a su hermano Javier y a Paco Cantalejo. Y lo del humor serio tiene una explicaci¨®n seria: "Est¨¢bamos hartos de que se tildara a la juventud de pasota y quisimos demostrar que el pasotismo pod¨ªa ser una forma de protesta. Igual que la locura es una forma de cordura y la libertad puede ser una aut¨¦ntica c¨¢rcel" (El Pa¨ªs Andaluc¨ªa, 8-IX-1999, entrevista firmada por Francisco J. Titos). Unas declaraciones que resultaron prof¨¦ticas, pues precisamente por defenderse de las acusaciones de locura del ex alcalde de Motril Luis Rubiales, Antonio Jos¨¦ Mart¨ªn, Gato, estuvo a punto de pisar la c¨¢rcel. "Locura, por definici¨®n, Sr. Alcalde, es irse de putas con dinero p¨²blico; locura es gastarse 300.000 pesetas en un almuerzo", dijo entonces en una emisora local.
Y es que Gato dice siempre lo que piensa, y por eso suele meterse en l¨ªos. Aunque en su trabajo es m¨¢s sutil, aun haciendo gala de un humor corrosivo. Yo dir¨ªa que Gato es un aforista gr¨¢fico ("Los perros muerden", leemos en una vi?eta. "Una polla: lo que muerde es la vida"), pero sobre todo un comunicador compulsivo y tal vez algo neur¨®tico, como solemos ser los creadores. Aborrece sobre todo la hipocres¨ªa, y a pesar de las denuncias judiciales -creo que van una veintena hasta la fecha-, ha logrado mantener la mirada limpia en esos ojos pardos de gato y la sonrisa certera. Por eso es capaz de interrumpir un partido de f¨²tbol para denunciar la escasez de infraestructuras en la costa, subirse en un burro para colocar una pancarta reivindicativa en la Subdelegaci¨®n de Gobierno o recorrer andando 500 kil¨®metros para entreg¨¢rsela a la ministra de Fomento. As¨ª, Gato puede convertirse en un dibujante-escritor-quijote y, como sus personajes, ofrecernos una lente con la que observar la realidad, que todav¨ªa guarda unos valores esenciales. En este sentido Antonio es un personaje primitivo, pues al contrario que la mayor¨ªa de los artistas de hoy sigue creyendo en el arte como un medio de transformaci¨®n social, y ¨¦l es sobre todo combativo. Aunque pueda jugarse por ello el futuro de sus hijos, aunque tenga que enfrentarse a quien pretenda poner una mordaza a la libertad de expresi¨®n.
Gato ni siquiera se casa consigo mismo, y hace poco dio el relevo en la direcci¨®n de la revista a Juan Fran Cabrera. Actualmente, El Batracio Amarillo tiene una tirada de 10.000 ejemplares, que se distribuyen principalmente en la provincia de Granada y en el resto de Espa?a por suscripci¨®n. En sus p¨¢ginas podemos seguir su trabajo, as¨ª como el de otros creadores andaluces como Juan Carlos Contreras, el Juan P¨¦rez, M¨¢gnum, Lombilla, Enrique Bonet, Pavel Ortega, el Bute, Carlos Hern¨¢ndez, Fritz, Mesamadero, Mart¨ªn Favelis, Isacio Rodr¨ªguez y un largo etc¨¦tera. Ellos nos ofrecen una de las contadas propuestas de humor sat¨ªrico que se hacen en este pa¨ªs. S¨¢tira andaluza, s¨ª; pero de la buena. Porque, como el propio Gato dir¨ªa, "el humorista es el homo sapiens luchando, como S¨ªsifo, contra el homo imb¨¦cilis".
Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Z¨²?iga es escritor; su ¨²ltima novela es Rompecabezas (Seix Barral).
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