Amos Oz: "La literatura sirve para entender a los dem¨¢s"
Tiene un rostro poderoso. Los retratos juveniles demuestran que fue un hombre muy atractivo, y a¨²n hoy posee una cabeza rotunda que, en las fotos, recuerda el busto de un general romano, con su tupido pelo y esos ojos de ¨¢guila que parecen acostumbrados a contemplar c¨®mo se desmoronan los imperios. Por eso, por la impresi¨®n de fuerza que produce, lo primero que choca al conocer a Amos Oz es su peque?ez. Es un hombre min¨²sculo: probablemente no llegue a alcanzar un metro sesenta. Se le ve delgado y suficientemente ¨¢gil, pero no es nervudo y posee un peque?o t¨®rax en punta que resulta muy poco atl¨¦tico. Ha cumplido ya 68 a?os, pero tiene algo de criatura intemporal. Algo de gnomo, a la vez fuerte y delicado, a la vez ni?o y sabio. Un ser distinto. Vi¨¦ndole, ahora puedo entender lo que cuenta en su autobiograf¨ªa Una historia de amor y oscuridad (Siruela), un libro espl¨¦ndido que probablemente sea su obra maestra. Ah¨ª explica c¨®mo sus compa?eros de clase le maltrataban hasta llevarle a tal punto de desesperaci¨®n que se empezaba a morder sus propias manos. S¨ª, seguramente era demasiado peque?o, demasiado guapo, demasiado inteligente, demasiado diferente, demasiado d¨¦bil. Pero la fortaleza es una decisi¨®n interior, y ¨¦l pas¨® toda su vida intentando vivir como un gigante. Se convirti¨® en un duro y estoico pionero de kibutz, en un valeroso pacifista, en un gran escritor.
"En Israel se necesita m¨¢s valor para ser una paloma que para ser un halc¨®n"
"Estuve furioso con mi madre por matarse, con mi padre por perderla"
"Con el tiempo descubr¨ª que en el 'kibutz' tambi¨¦n hab¨ªa tipos charlatanes"
"Hubo tiempos en que recib¨ª amenazas. Me sent¨ª muy aislado y odiado"
"A¨²n sufro pesadillas relacionadas con las guerras que he vivido"
Me alegra que haya ganado usted el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras y no el de la Concordia, por ejemplo. Debe de estar harto de que su faceta pol¨ªtica se superponga todo el rato a la literaria. En Espa?a, adem¨¢s, se le considera uno de los pocos "jud¨ªos buenos" en contraposici¨®n con todos los dem¨¢s, que se supone que son "jud¨ªos malos". Supongo que esta simplificaci¨®n tan dogm¨¢tica le resultar¨¢ inc¨®moda. S¨ª, me siento enormemente inc¨®modo con eso, porque a los ojos de la prensa europea, no sucede s¨®lo en Espa?a, Israel consiste en un 80% de fan¨¢ticos colonos en Cisjordania, todos muy religiosos; un 19% de crueles soldados en los controles de las carreteras, y un 1% de maravillosos intelectuales como yo mismo que protestamos contra el Gobierno y lo criticamos. Como es obvio, esto es una completa distorsi¨®n de la realidad israel¨ª. Por otra parte le dir¨¦ que el t¨ªtulo que m¨¢s me gustar¨ªa tener alg¨²n d¨ªa es el de "antiguo militante pacifista". Porque eso significar¨ªa que habr¨ªamos conquistado la paz. Ojal¨¢ no necesitara ser pol¨ªtico nunca m¨¢s.
?Y cree que vivir¨¢ para verlo? Depende de lo que me quede de vida. Pero creo que el conflicto palestino-israel¨ª est¨¢ exhausto, creo que hay un s¨ªndrome de fatiga en ambos lados, y creo que la fatiga es una buena ayuda para los conflictos en general, no s¨®lo entre naciones, sino tambi¨¦n entre parejas.
S¨ª, es bueno para llegar al divorcio. Usted lleva pidiendo desde 1967 que haya dos Estados, el israel¨ª y el palestino. En esto fue verdaderamente precoz. Siempre ha tenido una visi¨®n muy pragm¨¢tica sobre el asunto. Como usted dice, una visi¨®n de m¨¦dico. La mayor diferencia entre la intelectualidad de izquierda europea y yo mismo es que los intelectuales de izquierdas europeos, cuando ven un conflicto internacional, se apresuran a firmar un manifiesto contra los malos, organizan una manifestaci¨®n apoyando a los buenos y luego se van a dormir muy satisfechos de s¨ª mismos. Yo, por el contrario, tengo la actitud de un m¨¦dico de urgencias. Si veo que ha habido un accidente de tr¨¢fico en la carretera y veo que hay heridos ensangrentados, antes de ponerme a determinar qui¨¦n fue el que caus¨® el accidente o qu¨¦ porcentaje de culpa hay que repartir a cada cual, lo primero que intento es parar la hemorragia, y a continuaci¨®n estabilizar al paciente. Y despu¨¦s de eso mirar¨¦ la manera de curar las heridas. No pierdas un tiempo precioso preguntando qui¨¦n tiene la culpa, porque adem¨¢s, en el caso de Israel y Palestina, no se trata de una cuesti¨®n en blanco y negro. Este es un conflicto entre dos derechos igualmente leg¨ªtimos, el de los palestinos y el de los israel¨ªes? Y a veces incluso pienso que es un conflicto entre dos causas igualmente err¨®neas.
Acaba de publicarse en Espa?a 'Fima' (Siruela), una novela suya que resulta muy actual, aunque es de 1989. Fima, el protagonista, se angustia mucho cuando escucha noticias de los territorios ocupados. Cuando una ni?a ¨¢rabe muere porque los israel¨ªes no le dejan cruzar el control y llegar al hospital, por ejemplo. ?A usted le sucede lo mismo? ?Le agobia todo esto? S¨ª, s¨ª, es terrible y a menudo siento que no puedo aguantarlo, que ya no puedo soportarlo. Pero desde luego, a diferencia de Fima, yo vivo una vida mucho m¨¢s estable, m¨¢s pac¨ªfica. De manera que a veces me siento y escribo una novela, puedo escaparme de la pol¨ªtica. Fima, en cambio, imagina todo el rato lo que har¨ªa si ¨¦l fuera el primer ministro, est¨¢ obsesionado.
Ustedes tienen sus propios fan¨¢ticos religiosos, y los ultraortodoxos jud¨ªos tambi¨¦n son un problema. Hay quien dice que algunos halcones israel¨ªes no quieren llegar a la paz con los palestinos porque, si carecieran de un enemigo exterior, podr¨ªan terminar teniendo una guerra civil entre integristas y dem¨®cratas. Me gustar¨ªa ser justo con los halcones israel¨ªes. Algunos pueden actuar como usted dice, pero creo que la mayor¨ªa son personas aterrorizadas que no conf¨ªan en los ¨¢rabes, les tienen verdadero miedo, piensan que si devolvemos los territorios ocupados, eso ser¨¢ el final de Israel. Y yo comprendo su miedo. No estoy de acuerdo con sus conclusiones, pero puedo entender sus temores. Por eso no odio a los halcones, entiendo que est¨¢n aterrorizados. Muchas de las posiciones extremistas de este pa¨ªs son un producto del miedo, combinado con el trauma del holocausto y el exterminio de los jud¨ªos. De hecho, yo creo que en Israel se necesita mucho m¨¢s valor para ser una paloma que para ser un halc¨®n. Much¨ªsimo m¨¢s valor. En cuanto al integrismo religioso jud¨ªo, el problema es que el fundamentalismo est¨¢ creciendo en todas partes. Entre los ¨¢rabes, entre los jud¨ªos, entre los cristianos? Incluso entre los ateos, porque hay manifestaciones fan¨¢ticas en la izquierda radical. Es un peligro creciente en todas partes porque la gente est¨¢ ansiosa de respuestas simples. Cuanto m¨¢s complicadas son las cosas, m¨¢s necesidad tiene la gente de recibir respuestas simples y consoladoras.
'Una historia de amor y oscuridad' es un libro perfecto para entender de d¨®nde viene ese miedo en los halcones. Para ver la historia de Israel desde otro lado. El hostigamiento por parte de los pa¨ªses ¨¢rabes y la inmediata invasi¨®n del Estado de Israel a las tres horas de haberse creado? Los sufrimientos padecidos? Ustedes muri¨¦ndose de hambre en Jerusal¨¦n y comiendo hierba? Su padre, que era de origen ruso, creci¨® viendo en los muros de las ciudades europeas la pintada "?Jud¨ªos, iros a Palestina!". Sesenta a?os despu¨¦s regres¨® a Europa y las pintadas dec¨ªan con id¨¦ntica ira: "?Jud¨ªos, iros de Palestina!". S¨ª, s¨ª, ?vio las mismas pintadas pero al rev¨¦s! O sea, iros a la Luna. O desapareced. O destruiros. ?Se da cuenta de lo importante que es leer literatura para entender a los dem¨¢s? Israel, en el mundo de la CNN, es una realidad en blanco y negro y completamente simplificada. Yo, cuando quiero entender Espa?a, por ejemplo, no voy a leer en los peri¨®dicos lo que dicen sobre ese pa¨ªs, sino que leo a sus novelistas.
En ese libro primero habla de las familias de sus padres... Ah¨ª hay un relato com¨²n, colectivo, de los jud¨ªos en Europa, de los diversos exilios, del Holocausto... Y luego va centr¨¢ndose en su historia personal y termina con el suicidio de su madre cuando usted ten¨ªa doce a?os. Es como si pasara del dolor colectivo al abrasador dolor individual. Su infancia fue brutal, y no s¨®lo por el suicidio, sino por esos dos terribles a?os anteriores en los que su madre permanec¨ªa d¨ªa y noche sentada en una silla, a oscuras, mirando hacia la calle. Cuando escrib¨ª Una historia de amor y oscuridad mi rabia se disip¨® completamente. Porque durante muchos, muchos a?os estaba demasiado furioso con todo el mundo como para poder hablar con nadie sobre mi tragedia familiar. No se lo hab¨ªa contado a nadie. Ni siquiera lo hab¨ªa hablado con mi mujer y mis hijos. Era un completo tab¨² y no dejaba que nadie tocara el tema en mi presencia. Estaba demasiado furioso. Estaba furioso con mi madre por haberse matado, con mi padre por haberla perdido, estaba furioso conmigo mismo porque pensaba que probablemente hab¨ªa sido un chico malo y por eso no hab¨ªa sabido rescatarla. Pero cuando llegu¨¦ m¨¢s o menos a la edad de sesenta a?os, sent¨ª que ya era lo suficientemente viejo como para ser el padre de mis padres, que, en la ¨¦poca de la tragedia, ten¨ªan como 38 o 39 a?os. Y entonces por primera vez empec¨¦ a verlos como mis hijos, y empec¨¦ a entenderlos. Eran unos chicos que se metieron en un matrimonio para el que ninguno de los dos estaba preparado. Y los dos fueron bastante tontos, bastante in¨²tiles, en cierto sentido, a la hora de vivir. De modo que empec¨¦ el libro sin ira. Lo escrib¨ª con compasi¨®n, con iron¨ªa y con curiosidad. Una curiosidad infinita. En las seiscientas p¨¢ginas de libro no se dice en ning¨²n lugar qui¨¦n es el culpable, o c¨®mo se reparten las responsabilidades... Porque eso ya no me interesaba en absoluto. Lo que me interesaba era saber c¨®mo viv¨ªan, qu¨¦ com¨ªan, c¨®mo hablaban, en qu¨¦ cosas cre¨ªan, qu¨¦ sent¨ªan, c¨®mo era la casa... Sent¨ª la necesidad de rescatar todos esos detalles del olvido.
En el libro cita con nombres y apellidos a vecinos del pueblo de su madre, Rovno, en lo que ahora es Ucrania... vecinos que murieron cuando los alemanes asesinaron a 25.000 personas en un solo d¨ªa. Es conmovedor, porque sin duda usted habl¨® con sus t¨ªas y tom¨® notas de los nombres de esa gente para hacerlos revivir. S¨ª, absolutamente. Absolutamente. Fueron asesinados seis millones de jud¨ªos y no puedo conmemorar a todos ellos, pero si por lo menos puedo conmemorar a diez o quince, algo es algo. Por lo menos lograr que sus nombres sean recordados.
Siempre he pensado que el peso del Holocausto debe de ser asfixiante para los jud¨ªos... Todo ese pasado abrumador es muy dif¨ªcil de manejar. Me hace recordar el cuento de Simbad en 'Las mil y una noches', cuando llega a una isla y se le sube un viejo a los hombros y no hay manera de librarse de ¨¦l. S¨ª, es exactamente as¨ª... A m¨ª tambi¨¦n me recuerda a Eneas llevando a su padre a hombros tras la guerra de Troya. Cuando se te muere alguien, y no estoy hablando s¨®lo de los jud¨ªos, estoy hablando de todo el g¨¦nero humano, cuando alguien se te muere, un padre, un hermano, alguien cercano a tu coraz¨®n, t¨² recoges ese muerto y lo metes dentro de ti, lo introduces en tus entra?as y te quedas embarazado de ese muerto para siempre jam¨¢s. Todos caminamos por la vida pre?ados de nuestros muertos. En el caso de los jud¨ªos, lo que sucede es que estamos muy, muy embarazados, porque tenemos much¨ªsimos muertos a las espaldas. Y, naturalmente, como est¨¢s embarazado de ellos, te llevas a tus muertos a todas partes, al ba?o, a la cama... Yo he intentado desarrollar una relaci¨®n distinta con mis muertos. Cuando escrib¨ª Una historia de amor y oscuridad, invit¨¦ a los muertos a mi casa para que se vinieran a tomar un caf¨¦. Por favor, les dije, venid y sentaos, tomaros un caf¨¦, quiero presentaros a mi mujer y mis hijos, no os hab¨ªais conocido antes y me encanta que ahora pod¨¢is hacerlo. Y ahora vamos a conversar un rato, vamos a hablar un poco del pasado y luego os marchar¨¦is. No quiero que viv¨¢is en mi casa. Sois bienvenidos de cuando en cuando, pero no os qued¨¦is aqu¨ª. Esa es mi actitud.
Otra escena muy conmovedora del libro es cuando, tras la votaci¨®n de la ONU a favor de la creaci¨®n del Estado de Israel en 1947, su padre se tumba junto a usted, a oscuras, en la cama, y, por primera y ¨²nica vez en la vida, usted le siente llorar. Luego ¨¦l le cuenta c¨®mo hab¨ªa sido maltratado de peque?o por ser jud¨ªo, y le dice que eso ya no le va a pasar a usted... Sin embargo, poco despu¨¦s usted fue acosado b¨¢rbaramente en el colegio. S¨ª, pero lo que mi padre dijo es que quiz¨¢ yo sufrir¨ªa abusos en la escuela por ser peque?o o por lo que fuere, pero que a partir de ese momento nadie se meter¨ªa conmigo por ser jud¨ªo. ?l ten¨ªa raz¨®n: he sido maltratado y acosado muchas veces, pero nunca por ser jud¨ªo. ?se es el sentido de Israel para m¨ª. Lo que para m¨ª significa ser israel¨ª es exactamente eso: que nunca ser¨¦ maltratado, humillado, perseguido ni discriminado por ser un jud¨ªo. Y esto es suficientemente bueno para m¨ª.
Es curioso, porque 'Una historia de amor y oscuridad' es un libro carente de rencor, ni en lo personal ni en lo social. Salvo en el caso de los brit¨¢nicos. Pone usted fatal a los brit¨¢nicos. S¨ª, es verdad. Las primeras palabras que aprend¨ª a decir en un idioma extranjero fueron British go home, que es lo que grit¨¢bamos los ni?os peque?os en Jerusal¨¦n cuando arroj¨¢bamos piedras a las patrullas brit¨¢nicas en la Intifada original, la primera Intifada, que fue la de los jud¨ªos contra el mandato brit¨¢nico.
A juzgar por lo que cuenta en el libro, los brit¨¢nicos se comportaron de un modo canallesco. S¨ª, s¨ª. Realmente una buena parte de la tragedia en Oriente Pr¨®ximo ha sido causada por la hipocres¨ªa y por los enga?os de los brit¨¢nicos, porque esencialmente hicieron un juego doble de enga?o con jud¨ªos y con ¨¢rabes. Prometieron la misma tierra a las dos partes, prometieron dos veces la tierra, y despu¨¦s, naturalmente, intentaron fomentar el enfrentamiento entre ¨¢rabes y jud¨ªos para permanecer en el poder y seguir controlando la zona.
A los quince a?os se march¨® de su casa y se fue a vivir a un 'kibutz'. Viniendo de una familia rota, no me extra?a, porque el 'kibutz' es como una gran familia. ?O quiz¨¢ lo hizo para tocar tierra y no volverse loco? Bueno, lo cierto es que cuando ten¨ªa unos catorce a?os me rebel¨¦ de manera radical contra mi padre. Quer¨ªa convertirme en todo lo contrario de lo que ¨¦l era. ?l era un intelectual, yo quer¨ªa ser conductor de tractor; ¨¦l era de derechas, yo de izquierdas. ?l era un hombre urbano, y yo me hice un granjero. ?l era muy bajito, y yo decid¨ª convertirme en un hombre alto. Esto ¨²ltimo no funcion¨®, pero yo tambi¨¦n lo hab¨ªa decidido. Me fui al kibutz pensando que encontrar¨ªa all¨ª una atm¨®sfera completamente distinta a Jerusal¨¦n. Pero al cabo de un tiempo descubr¨ª que no era ni mucho menos algo tan opuesto. Los mismos tipos charlatanes que hab¨ªa conocido en Jerusal¨¦n exist¨ªan tambi¨¦n en el kibutz, aunque vistieran mono, estuvieran bronceados, y aunque hablaran no ya del l¨ªder sionista Jabotinsky, sino de Trotski. Pero discut¨ªan de pol¨ªtica y de ideas igual que en Jerusal¨¦n. Por otra parte, y como dice, desde luego para m¨ª el kibutz fue una familia extensa.
Usted vivi¨® all¨ª durante 31 a?os. Para m¨ª es como irse a vivir a la antigua Esparta, o a un monasterio? No lo sent¨ª as¨ª. No me sent¨ª un monje. Sent¨ª que viv¨ªa en una comunidad peque?a que me permit¨ªa desarrollarme como escritor. De hecho, les estoy muy agradecido por haberme dejado desarrollar como escritor. Y al mismo tiempo pod¨ªa estar en constante contacto con el resto de la comunidad y formar parte de ella. Disfrut¨¦ trabajando en el campo, me gustaba much¨ªsimo, de verdad. Y disfrut¨¦ comiendo en el comedor comunal con los dem¨¢s, y tambi¨¦n trabajando de camarero, porque trabaj¨¦ muchos a?os, lo menos quince, de camarero en el kibutz. Todas esas experiencias todav¨ªa las recuerdo con mucho cari?o.
Daba todo el dinero que ganaba con sus libros al 'kibutz'... S¨ª, daba todos mis ingresos. Cada vez que me llegaba un cheque lo endosaba y se lo entregaba al feliz tesorero. Pero si necesitaba irme una semana a un hotel al otro extremo del pa¨ªs y encerrarme una semana a terminar un libro, simplemente me acercaba al tesorero, le dec¨ªa la suma que necesitaba y ¨¦l me la daba all¨ª mismo sin siquiera mirar en los libros y ver si yo hab¨ªa hecho alg¨²n ingreso recientemente o no. Era un trato basado en la mutua confianza. Naturalmente, si le hubiera dicho que necesitaba irme a Hawai para escribir me hubiera contestado que no pod¨ªa pag¨¢rmelo. Pero era un arreglo muy familiar y lo apreci¨¦ mucho. Adem¨¢s, en cualquier caso nunca estuve muy interesado en el dinero. Es algo que nunca me ha importado mucho, de manera que me sent¨ªa feliz e incluso orgulloso cuando llegaba un buen cheque y yo me convert¨ªa en una de las fuentes de ingresos de la comunidad, como la secci¨®n de poller¨ªa o la l¨ªnea de l¨¢cteos.
Usted tiene tres hijos, dos chicas y un chico. ?Y qu¨¦ me dice de esa costumbre del 'kibutz' de que los ni?os no vivan con sus padres sino en una casa aparte? Eso suena bastante extremado. Muy espartano, o de la revoluci¨®n cultural china. Mi mujer y yo llev¨¢bamos a los ni?os a la Casa de los Ni?os a las ocho y media de la tarde. Les acost¨¢bamos, les cant¨¢bamos una canci¨®n o les cont¨¢bamos un cuento y nos desped¨ªamos. Y ellos permanec¨ªan all¨ª toda la noche, vigilados por las guardianas nocturnas. Luego, por la ma?ana, estaban con los otros ni?os, iban a la escuela y m¨¢s tarde, a las cuatro de la tarde, todos los d¨ªas, ven¨ªan a casa con nosotros y permanec¨ªan all¨ª hasta que los llev¨¢bamos de nuevo a la Casa de los Ni?os. Pero esas horas, desde las cuatro hasta las nueve, eran puramente familiares, totalmente para los ni?os. Sin llamadas de tel¨¦fono, sin reuniones de trabajo, sin horas extras en la oficina. Y esto es m¨¢s de lo que la mayor¨ªa de los padres del mundo moderno dedican a sus hijos, cinco s¨®lidas horas cada d¨ªa. De manera que, en conjunto, pienso que no era un mal arreglo. Yo no estaba enteramente feliz con lo de llevar a mis hijos a la Casa de los Ni?os, nunca me gust¨® esa medida. Pero la acept¨¦ y no fue un desastre.
Abandonaron el 'kibutz' porque su hijo peque?o ten¨ªa asma y tuvieron que trasladarse a un lugar m¨¢s seco. Esa fue la ¨²nica raz¨®n por la que lo dejamos; si no hubiera sido por eso, a¨²n estar¨ªa all¨ª.
Pero su hijo se cur¨®, creci¨® y se march¨®, y no regresaron. Es que despu¨¦s de pasar todos esos a?os fuera y acostumbrarnos a cierto grado de privacidad se nos hizo dif¨ªcil volver. Adem¨¢s el kibutz mismo est¨¢ atravesando por una grave crisis. Est¨¢n pasando por muchas reformas y cambios, y muchas de las personas que yo conoc¨ªa o se han marchado o se han muerto. El lugar ya no es el mismo. No ser¨ªa volver a aquello que dejamos.
Y d¨ªgame, en los primeros momentos, tras irse del 'kibutz', ?no se sinti¨® muy solo? Fue muy dif¨ªcil, muy dif¨ªcil, porque yo estaba acostumbrado a levantarme por la ma?ana e ir al comedor y tomarme un caf¨¦ con un grupo de cinco o seis amigos y discutir el peri¨®dico. Esa era parte de mi experiencia vital, leer y discutir el peri¨®dico cada d¨ªa con un grupo de amigos, en una especie de peque?o parlamento... Y de repente tuve que leer el peri¨®dico solo cada ma?ana... Echaba de menos poder hablar y discutir con gente.
A los quince a?os, cuando entr¨® en la comunidad, tambi¨¦n se cambi¨® de nombre legalmente. Abandon¨® el apellido paterno, Klausner, y se puso Oz, que significa 'coraje'. ?C¨®mo ve ahora ese paso tan radical? Cuando lo hice yo quer¨ªa comenzar una nueva vida, y lo logr¨¦. Y el nombre simbolizaba esa nueva vida. Yo he pagado el tributo que le deb¨ªa a mi padre al describirle en Una historia de amor y oscuridad. Al hablar de ¨¦l con una sonrisa en los labios. No con ira, no con odio, sino con empat¨ªa.
M¨¢s que eso. Ese libro es una carta de amor a su padre. No a su madre, sino a su padre. S¨ª, lo es, lo es. Acepto lo que usted dice.
Y termin¨® usted siendo todo lo que su padre quer¨ªa ser. Como Fima, su personaje, que termina poni¨¦ndose el abrigo del padre muerto. S¨ª, en efecto... Mire, esa mesa de despacho en la que escribo es la mesa de mi padre... La hered¨¦ de ¨¦l. A ¨¦l le dio tiempo de leer mis tres primeros libros y estaba orgulloso de mi escritura, no siempre estaba de acuerdo con lo que escrib¨ªa y desde luego estaba en total desacuerdo con mis ideas pol¨ªticas, ten¨ªamos furiosas discusiones al respecto. Pero creo que en los ¨²ltimos a?os de su vida conseguimos acercarnos un poco.
Hablando de desacuerdos pol¨ªticos, usted es muy conocido y muy pol¨¦mico. ?Ha recibido insultos por la calle? Hubo unos tiempos muy malos en los que mis hijos eran llamados en la escuela los hijos del traidor. Eso fue muy duro y muy dif¨ªcil. Y hubo tiempos en los que los taxistas discut¨ªan conmigo sobre mis ideas pol¨ªticas. Ahora mucho menos, mucho menos. Porque ahora la idea de los dos estados y de la necesidad de llegar a un acuerdo ha calado mayoritariamente en la sociedad y ha sido aceptada por la mayor¨ªa, incluso por muchos halcones. Pero hubo tiempos en los que me sent¨ª muy aislado y muy odiado. Nunca he sido agredido f¨ªsicamente, pero recib¨ª muchas cartas amenazantes: "Vamos a matarte", "vas a morir", "ya est¨¢s muerto"... Cosas as¨ª.
Vive en Arad, una peque?a ciudad en el desierto del N¨¦guev, junto al mar Muerto. Su casa, un modesto chalet adosado de dos plantas, es la construcci¨®n de apariencia m¨¢s pobre de toda la calle. Y no s¨®lo la m¨¢s pobre: tambi¨¦n es la m¨¢s austera. A todo le falta una mano de pintura, y el min¨²sculo jard¨ªn delantero est¨¢ limpio, pero tan solo cuenta con un par de r¨²sticos y feos matojos, como si poner una planta de primor fuera algo fr¨ªvolo. El despacho de Oz est¨¢ en un semis¨®tano (como el hogar de su infancia, curiosamente), aunque con grandes ventanas y buena luz. Muebles viejos e infinidad de libros recubriendo las paredes. Libros tambi¨¦n viejos, usados, manoseados, con las cubiertas desgarradas y sucias. ?C¨®mo habr¨¢ conseguido envejecer todos sus libros de esa manera? ?Los habr¨¢ comprado de segunda mano? ?Habr¨¢n sido compartidos con los 400 compa?eros del kibutz? No hay adornos, ni descanso en la omnipresente frugalidad. Es la casa de un pionero, de uno de esos guerreros de la vida que desde?an o ignoran lo material: hubo muchos as¨ª en la formaci¨®n del Estado de Israel, pero hoy son criaturas en extinci¨®n. Ahora bien, no hay que confundir el estoicismo de Oz con la solemnidad puritana: posee un sentido del humor desternillante. Incluso Una historia de amor y oscuridad, pese a narrar cosas terribles, resulta a menudo divertid¨ªsima. Tal vez porque Amos Oz ha conocido muchas veces el dolor y lo ha vencido. De este hombre peque?o emana una sensaci¨®n de fuerza extraordinaria. S¨®lido y sereno, es uno de esos raros individuos que parecen haber sido capaces de saldar todas sus cuentas y de firmar la paz con sus demonios.
Tiene usted 68 a?os, pero a juzgar por su biograf¨ªa podr¨ªa tener doscientos. En primer lugar, es m¨¢s viejo que el Estado en el que vive... Ha combatido como soldado en dos guerras, la del 67 y la del 73... Y ha vivido muchas guerras m¨¢s... S¨ª... he vivido la guerra del 48, la del 56, la del 67, la del 73, la del L¨ªbano, y quiz¨¢ habr¨ªa que contar tambi¨¦n la del Golfo, la Intifada, no s¨¦ c¨®mo enumerarlas, demasiadas guerras. Todav¨ªa sufro pesadillas relacionadas con la guerra, y eso que ya han pasado 35 a?os desde la ¨²ltima en la que particip¨¦.
Hace cuatro meses sac¨® usted una nueva novela, 'Rimando vida y muerte', que todav¨ªa no est¨¢ traducida y no he podido leer. Pero por el t¨ªtulo veo que sigue escribiendo sobre el car¨¢cter parad¨®jico de la vida, tan llena al mismo tiempo de luz y oscuridad... Hablando de luz: recuerdo una noticia de algo que sucedi¨® en Pakist¨¢n. Un terrorista isl¨¢mico dej¨® un coche bomba delante de una librer¨ªa en la que se iba a poner a la venta el ¨²ltimo libro de Harry Potter. Pero cuando el terrorista vio a cientos de ni?os en la cola, no fue capaz de hacerlo y avis¨® a la polic¨ªa. Es una historia estupenda y un personaje perfecto para una novela. [Abriendo los ojos con expresi¨®n de golosa delicia, como un gato que contempla una sardina]. S¨ª, es incre¨ªble, es un personaje para una novela, absolutamente... Muchas gracias por cont¨¢rmelo, es una historia muy buena, maravillosa.
Ni siquiera todo el entrenamiento fan¨¢tico que sin duda hab¨ªa recibido le hizo poder contemplar a cientos de ni?os como mera escoria enemiga. Eso es luz. S¨ª, en efecto. En el momento en el que el supuesto enemigo se convierte en algo concreto y se puede visualizar, algunas personas se recuperan del fanatismo. Un amigo m¨ªo, el novelista israel¨ª Shami Mijail, me cont¨® hace muchos a?os algo que le sucedi¨® en un taxi. ?l iba de Haifa a Berseva, es un viaje muy largo. Y en un momento del viaje el taxista se puso a darle un mitin. Y dijo: "Tenemos que matar a todos los ¨¢rabes". Entonces Shami, en lugar de gritarle que era una verg¨¹enza sostener algo as¨ª, le pregunt¨® al taxista: "Vale, pero ?qui¨¦n debe matar a los ¨¢rabes?". El hombre contest¨®: "Nosotros". Y Shami: "S¨ª, pero sea m¨¢s espec¨ªfico, por favor: ?el ej¨¦rcito, la polic¨ªa, los bomberos, los m¨¦dicos? ?Qui¨¦nes deben matar a los ¨¢rabes?". El taxista pens¨® un rato y dijo: "Cada uno de nosotros debe matar algunos". "Bueno, vale, entonces usted, que vive en Haifa, se va a un edificio de apartamentos, llama al timbre de cada apartamento, perdone, se?or, perdone, se?ora, ?es usted ¨¢rabe? S¨ª. Pum, pum, les mata. Y as¨ª usted mata a todos y cuando termina se va para su casa. Pero cuando est¨¢ abandonando el edificio, escucha llorar a un ni?o peque?o en uno de los pisos superiores. D¨ªgame, ?dejar¨ªa al ni?o con vida? ?Regresar¨ªa para matar al ni?o, o no?". Entonces hubo un largo silencio por parte del taxista. Y luego el tipo le dijo a Shami: "Es usted un hombre muy cruel". ?Se da cuenta? Se le hizo muy dif¨ªcil. Demasiado dif¨ªcil.
Ser escritor en un ‘kibutz’
Se llama en realidad Amos Klausner. Naci¨® en Jerusal¨¦n en 1939. Cambi¨® su apellido por el de Oz cuando se fue a vivir a los quince a?os a un kibutz. Es oficial del ej¨¦rcito israel¨ª.Pertenece al movimiento Paz Ahora, que fund¨® en los a?os sesenta y que aboga por el entendimiento pac¨ªfico entre israel¨ªes y palestinos.Particip¨® en la Guerra de los Seis D¨ªas y en la de Yom Kipur, y a¨²n recuerda los horrores de aquellas contiendas de las que se desvincul¨® y se convirti¨® al activismo pacifista. Es uno de los escritores m¨¢s importantes en lengua hebrea. Ha publicado 18 libros y casi 500 art¨ªculos y ensayos. Sus obras han sido traducidas a m¨¢s de 30 idiomas, entre ellos al espa?ol.Sus obras reflejan las inquietudes y el conflicto ideol¨®gico de los israel¨ªes atrapados entre la pol¨ªtica y la religi¨®n, tambi¨¦n su vida. Escribe de forma apasionada, en ocasiones po¨¦tica, y con un punto de desencanto por la situaci¨®n en el Pr¨®ximo Oriente.
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