"?Que se vayan al carajo todos los dictadores!"
En el hotel en el que se hospeda en Madrid, los empleados le tratan como a un familiar querido. Y en la calle una chica le dedica una gran sonrisa mientras dos hombres trajeados se paran a saludarle. "Bebo Vald¨¦s, a sus ¨®rdenes", les dice ¨¦l. Antes de entrar en el restaurante se pone a charlar con un brasile?o y con el encargado de una ¨®ptica. "Desde la primera vez que vine a Espa?a me tratan as¨ª. La sangre de gallego que llevo est¨¢ bien hecha". Y aqu¨ª, con sus 89 a?os y una memoria que ya le trampea, da cuenta de unos callos, un plato que no se pierde ni en verano.
El m¨²sico cubano abandona la g¨¦lida Estocolmo para instalarse en la Costa del Sol
De Estocolmo a Benalm¨¢dena. Bebo Vald¨¦s ha cambiado los g¨¦lidos inviernos escandinavos por los suaves d¨ªas de la Costa del Sol donde ha instalado su residencia. "Fue Rose Marie, mi mujer. ?bamos a cumplir 44 a?os de casados [Bebo se enamor¨® de una sueca de 18 a?os cuando ¨¦l ten¨ªa 42] y mi luna de miel la pas¨¦ con ella en Madrid en diciembre de 1963. Ese invierno fue un poco duro, pero para ella era un verano y se enamor¨® de Espa?a", recuerda.
Acude puntual a la cita. En realidad, antes de la hora. Suele repetir que es mejor llegar un minuto antes que uno despu¨¦s. Y se lamenta de estar perdiendo la memoria. Acaba de cumplir 89 a?os.
Pero hay una fecha que no va a olvidar: el 26 de octubre de 1960. Es el d¨ªa que se fue de Cuba. Le tuvieron que prestar una maleta que a¨²n guarda. Est¨¢ en el s¨®tano de la casa que conserva en Suecia. "Hab¨ªamos salido de Batista, que era un dictador de derechas, y ca¨ªmos en el de izquierdas, que tambi¨¦n oprime al pueblo. ?Que se vayan al carajo todos los dictadores!", exclama. "Le dije a mi padre que pensaba volver en enero y me contest¨® llorando 'nosotros no nos vemos m¨¢s'. Me doli¨® en el alma. Toda mi vida he tenido ganas de regresar a Cuba, pero le jur¨¦ a mama¨ªta, ella me lo pidi¨® antes de morir, que nunca volver¨ªa mientras dure este sistema". Y al entra?able hombret¨®n de 1,84 se le humedecen los ojos.
Bebo Vald¨¦s se hab¨ªa jubilado en Suecia -despu¨¦s de varios lustros en el anonimato como pianista de hoteles- cuando Fernando Trueba fue a buscarlo. Era diciembre de 1999. De la amistad entre ambos han nacido discos como L¨¢grimas negras, Bebo de Cuba o Bebo. Aunque Paquito D'Rivera anda reclamando que ¨¦l fue quien le rescat¨® del olvido en 1994. "Su padre y yo ¨¦ramos como hermanos. Paquito, el mejor clarinetista que ha dado Cuba, es un alma de Dios, lo conozco desde ni?o, pero le entraron celos", explica. "Alguien me dijo una vez que cuando se nace, se nace a luchar y a sufrir, y que cuando se muere se descansa. El otro d¨ªa Cachao me coment¨® que s¨®lo quedamos cinco m¨²sicos de aquella generaci¨®n. Y que vamos a formar la mejor orquesta. Dice que vamos a llegar al cielo y que hasta a Cristo le va a gustar", cuenta con una carcajada.
El documental de Carlos Carcas Old man Bebo, que ayer se present¨® en Madrid, recoge ahora su singular historia. "Llor¨¦ al verme con 19 a?os y 115 kilos. Hay fotos que nunca hab¨ªa visto", afirma. Bebo Vald¨¦s ha superado una trombosis y problemas de v¨¦rtebras con un diagn¨®stico muy desfavorable: "?Chico!, a¨²n disfruto tocando el piano".
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