Litoral cautivo
Si pegara en un ¨¢lbum de recuerdos y recortes de prensa las fotos y los textos de cuando costeaba en verano a la busca y captura de famas y personajes de inc¨®gnito por nuestras playas, se resolver¨ªa el rompecabezas de c¨®mo se nos ha llenado de cemento y alturas nuestro litoral y se han privatizado descaradamente lo que eran bienes p¨²blicos, mientras engordaban las cuentas bancarias de ciertos aventureros, con frecuencia al amparo de alg¨²n ministro o jerarqu¨ªa de un franquismo que otorgaba patentes de saqueo. Pero eran los a?os sesenta y setenta y aquello no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar, y no solo el monte era or¨¦gano, sino que tambi¨¦n la arena y las calas solitarias, y por aquel or¨¦gano y mucho m¨¢s ven¨ªan al corso todos los mamones del mundo patrio. En ese ¨¢lbum de fotos y textos de prensa ya he pegado las palabras y la imagen de Susana Estrada, una enciclopedista del destape que pos¨® vestida de blanco y con pamela, sentada ante un velador de hierro forjado e impoluto, descalza y a orillas del mar, como una pretendida ofrenda a Luchino Visconti. Y todo bajo una estricta vigilancia. Porque, en cosa de d¨ªas, un constructor hab¨ªa ocupado, con sus m¨¢quinas, top¨®grafos y guardas, aquel territorio de esparcimiento, privatizado de la noche a la ma?ana, a golpe de tal¨®n y de favores, salt¨¢ndose a la torera disposiciones legales, principios y argumentos. Se levantaban, a toda prisa, edificios de muchos apartamentos, hoteles sin las licencias preceptivas, se degollaba el paisaje, se cercaba el mar, se amurallaba la costa, y de poco serv¨ªa la protesta ni la denuncia. Cuarenta a?os despu¨¦s, no me sorprende, ni creo que a muchos les sorprenda, el informe del proyecto Corine Land Cover, una base de datos europea del a?o 2000 acerca de que la primera l¨ªnea de costa de Alicante es la cuarta m¨¢s edificada del Mediterr¨¢neo. Como tantos, he asistido a esta infame degradaci¨®n medioambiental, a este urbanismo b¨¢rbaro e intolerable -y sin embargo, tolerado bajo cuerda- del dominio p¨²blico mar¨ªtimo-terrestre, a la destrucci¨®n y pillaje de un valioso territorio. Los da?os son irreversibles, a menos que se actuara sin poquedad contra quienes han perpetrado tanto destrozo. El Gobierno dispone la compra de suelo para librarlo de la especulaci¨®n salvaje. Algo tarde, aunque permitir¨¢ poner a salvo de los depredadores y de sus c¨®mplices y valedores pol¨ªticos, en su mayor¨ªa afiliados al PP, poco m¨¢s de cien kil¨®metros de costa. Pero, hasta no hace mucho, han mirado hacia otra parte y sin ning¨²n empacho cuantos ten¨ªan la obligaci¨®n de impedir tantas y tan rentables maquinaciones, en perjuicio de la mayor¨ªa de los ciudadanos. Qu¨¦ verg¨¹enza. As¨ª tenemos lo que tenemos. Y no solo en el litoral alicantino -y en el interior, otro tanto-, sino en todo el litoral del Pa¨ªs Valenciano. Vuelvo, pues, a mi ¨¢lbum de recuerdos y recortes de prensa, de fotos y textos, donde se cuenta c¨®mo en algunas torres de apartamentos levantadas al borde del mar se prohib¨ªa el paso a la playa a quienes no fueran propietarios o inquilinos. Es la cr¨®nica de c¨®mo el cemento pudri¨® espacios y conciencias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.