La crisis de la izquierda
Se ha convertido ya en lugar com¨²n hablar de la crisis de la izquierda; entendiendo por ello una cierta sensaci¨®n, m¨¢s o menos acentuada seg¨²n el comentarista, de que los partidos (y gobiernos) situados en la izquierda ideol¨®gica se encuentran algo desnortados. Siendo este un proceso que afecta a todos los pa¨ªses, me atrevo a sugerir que su explicaci¨®n se encuentra en la combinaci¨®n de tres vectores.
En primer lugar, hay que referirse al ¨¦xito de los partidos socialdem¨®cratas en la segunda mitad del siglo XX. Empleando la terminolog¨ªa ya cl¨¢sica del polit¨®logo Stokes, el modelo socialdem¨®crata consigui¨® trasladar cuestiones socialmente muy relevantes desde su concepci¨®n de objeto discutible (position issues) hacia el ¨¢mbito de los indiscutibles (valence issues).
El bipartito tiene buenas intenciones y avanza no sin dificultades
En particular, hay que pensar en la consolidaci¨®n del Estado del bienestar y la amplia extensi¨®n de derechos sociales en sanidad, educaci¨®n o pensiones. Derechos que los partidos situados en la derecha ideol¨®gica ya no se atreven a cuestionar en lo fundamental. ?Se imaginan ustedes a Mariano Rajoy intentando ganar unas elecciones defendiendo la privatizaci¨®n del sistema p¨²blico de pensiones o el desmantelamiento de la sanidad p¨²blica? Es verdad que existen ciertos m¨¢rgenes, pero la realidad es que si la diferencia en los programas de los partidos se ci?e a estas cuestiones, habr¨ªa que mirar con mucho detalle para encontrar las diferencias.
Un segundo vector incluye al conjunto de nuevos desaf¨ªos a los que se enfrentan nuestras sociedades, en particular la espa?ola: el encaje de los nacionalismos centr¨ªfugos, los efectos econ¨®micos de la globalizaci¨®n, la integraci¨®n de la poblaci¨®n inmigrante, la transformaci¨®n radical de la familia y su influencia sobre el sistema educativo, los dilemas que plantean los avances biom¨¦dicos, los derechos ling¨¹¨ªsticos... La lista puede ampliarse significativamente, para seguir demostrando que existe espacio y necesidad para la pol¨ªtica. Y, por supuesto, posibilidades para diferenciarse en discursos y pol¨ªticas. El problema es que estos fen¨®menos son complejos y desaf¨ªan los esquemas de la socialdemocracia cl¨¢sica. Es necesario reflexionar profundamente para definir respuestas solventes en un mundo de complejidad creciente y mutaci¨®n continua.
Aqu¨ª aparece el tercer vector. Las ciencias sociales y la filosof¨ªa pol¨ªtica han avanzado notablemente en las ¨²ltimas d¨¦cadas, proporcionando nuevos mimbres para nuevas pol¨ªticas. El problema es que los partidos no est¨¢n teniendo capacidad suficiente para hacer esa reflexi¨®n intelectual. Y as¨ª nos encontramos con propuestas peregrinas y poco reflexionadas que chocan a simples ciudadanos informados y activos, carentes eso s¨ª de orejeras org¨¢nicas. Propuestas con mucha improvisaci¨®n y poco an¨¢lisis de efectos secundarios y consecuencias no buscadas. Es verdad que se trata de transmitir la idea de que no es as¨ª. De que se lee a Pettit o a Walzer. Pero me temo que los esfuerzos son insuficientes.
Galicia no es una excepci¨®n, si bien es verdad que el ¨¢mbito competencial limita las capacidades reales de dise?ar pol¨ªticas p¨²blicas que afectan a esa nueva agenda pol¨ªtica. El bipartito tiene buenas intenciones, se esfuerza y cuenta con la ventaja de que el punto de comparaci¨®n est¨¢ muy abajo. Se avanza, no sin dificultades pero s¨ª con ideas, en ¨¢mbitos como la innovaci¨®n, el sector forestal, la ordenaci¨®n del territorio, el transporte p¨²blico colectivo o las ¨¢reas metropolitanas. Pero luego se dan soluciones tristemente hu¨¦rfanas de esa reflexi¨®n a la que me refer¨ªa a cuestiones de calado como el voto emigrante, los derechos ling¨¹¨ªsticos, la regulaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, o la reforma educativa.
Creo que los partidos de izquierda tienen un horizonte de gobierno temporalmente amplio. Deber¨ªan aprovecharlo no solo para darle la vuelta a muchas cosas de este pa¨ªs, sino para armar un nuevo discurso y una nueva forma de hacer pol¨ªtica desde posiciones progresistas. Pero tal como est¨¢ el mundo hay que ponerse a estudiar. Algunos bastante, me temo.
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