"Pagaba porque ten¨ªa miedo"
El sumario del caso de corrupci¨®n en la comisar¨ªa de Ronda destapa c¨®mo siete agentes de polic¨ªa abusaban de prostitutas, traficantes e inmigrantes
La escena se repiti¨® durante cuatro a?os. Todos los martes, sobre las diez de la noche, Zahra ara?aba 150 euros de la caja de caudales del club de alterne Los Nogales, a las afueras de Ronda (M¨¢laga), para pagar a dos polic¨ªas nacionales. Si los agentes estaban solos en el local, iban a la barra, charlaban y ella les tend¨ªa el dinero. Cuando hab¨ªa clientes, Zahra les met¨ªa los billetes en un paquete de tabaco simulando que les ofrec¨ªa cigarrillos. Les pagaba para tener m¨¢s seguridad en su club y para poder seguir prostituyendo sin impedimentos a chicas sin papeles. La proxeneta Zahra, de 54 a?os y origen marroqu¨ª, se quejaba de que la estaban arruinando. "Pagaba porque me lo ped¨ªan y porque ten¨ªa miedo", cont¨® un d¨ªa a los investigadores de Asuntos Internos. Los polic¨ªas no s¨®lo se llevaban el dinero de su negocio. Tambi¨¦n se acostaban gratis con las prostitutas y no pagaban las copas.
Se llevaban dinero del club y se acostaban gratis con las mujeres
El club Los Nogales no era el ¨²nico que esquivaba los registros y las detenciones de sus prostituidas sobornando a los polic¨ªas. Otros tres lupanares (La Merced, Toca Toca y Malib¨²) han sido investigados en Ronda dentro de la trama de corrupci¨®n en la que siete polic¨ªas, en torno a los 50 a?os, fueron detenidos el pasado febrero. Entre los arrestados figuran el inspector jefe Juan Antonio Rodr¨ªguez, enviado para "poner orden" en la convulsa comisar¨ªa de Ronda, y el jefe de Extranjer¨ªa, Francisco Ram¨ªrez Gamarro.
Hace dos semanas, el juez instructor del caso, Jos¨¦ ?scar Rold¨¢n, levant¨® el secreto total del sumario. Durante la instrucci¨®n, una veintena de testigos protegidos -la mayor¨ªa prostitutas y tambi¨¦n alg¨²n peque?o traficante- han relatado las pr¨¢cticas corruptas de los agentes, que hostigaban en su provecho a prost¨ªbulos, traficantes de droga e inmigrantes, y c¨®mo las ocultaron durante m¨¢s de cuatro a?os.
La trama se centraba en dos agentes de escala b¨¢sica, Antonio Ram¨ªrez y Diego Ben¨ªtez, con fama de "peligrosos" y "malos" entre sus propios compa?eros. Un toxic¨®mano testigo en la causa relat¨® que Antonio se quedaba con parte de la droga que se requisaba a los traficantes. El polic¨ªa neg¨® todos los cargos ante el juez. "Hay mucha gente de Ronda que me tiene odio, por la ca?a que he dado como polic¨ªa. Todo se ha montado con la intenci¨®n de perjudicarme", declar¨® Antonio Ram¨ªrez.
Los agentes rasos se aprovechaban del miedo y del desconocimiento de la legislaci¨®n que tienen los inmigrantes irregulares para estafarles. El testigo n¨²mero 12 relat¨® que pag¨® 300 euros a los agentes para que le expidieran un documento con el que pensaba que se regularizaba su situaci¨®n en Espa?a. "Dieron cierta apariencia de veracidad a un documento del padr¨®n con el sello de la comisar¨ªa y una firma, cuando, de ser aut¨¦ntico, deber¨ªa tener el sello del Ayuntamiento y no de la comisar¨ªa", aseguran los investigadores. Las tarifas pod¨ªan ascender hasta los 5.000 euros que lleg¨® a exigir supuestamente el inspector jefe Rodr¨ªguez por gestiones que supon¨ªan desplazarse a la Subdelegaci¨®n del Gobierno.
Las irregularidades en la comisar¨ªa eran un secreto a voces, pero ocurr¨ªan en una ciudad de 35.000 habitantes, entre monta?as y a m¨¢s de una hora de la capital. Un lugar en el que todo el mundo se conoce, y se teme. "Se cre¨ªan los amos del cortijo, ten¨ªan amenazados a todos", mantienen sus compa?eros.
La prepotencia y la falta de cuidado del inspector jefe Juan Antonio Rodr¨ªguez, de 52 a?os, precipit¨® la ca¨ªda de la trama. Rodr¨ªguez llevaba s¨®lo un a?o y medio en Ronda. Su fama de legalista e hiperdisciplinado le convirti¨® en el candidato ideal para meter en cintura a una plantilla de 40 agentes con reputaci¨®n de d¨ªscola. Representantes sindicales le advirtieron contra Antonio Ram¨ªrez y Diego Ben¨ªtez y le pidieron que los apartara de la calle. Recibi¨® de buen grado los consejos, pero no debi¨® de hacer mucho caso. Los agentes rasos "descubrieron que le gustaban mucho las mujeres y lo ganaron a su causa", aseguran sus compa?eros. Al final termin¨® quit¨¢ndoles el puesto.
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