Decidme c¨®mo es un ¨¢rbol
En noviembre de 1961, despu¨¦s de soportar 23 a?os de cautiverio, sali¨® a la libertad por la puerta del penal de Burgos el poeta Marcos Ana. Ma?ana lo tendremos en Bilbao presentando su libro de memorias Decidme c¨®mo es un ¨¢rbol. En plena rebati?a por la llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica, tan malinterpretada y mal encaminada, la presencia de Fernando Macarro (identidad civil de Marcos Ana) en el Pa¨ªs Vasco puede ser algo m¨¢s que un ejercicio de memoria pol¨ªtica y desde luego m¨¢s (bastante m¨¢s) que la presentaci¨®n de un libro. Hay que citar a Whitman: "Camarada, esto no es un libro; quien toca esto, toca a un hombre".Marcos Ana no ha escrito Hojas de hierba, pero su libro tiene la precisa contextura de un hombre.
Marcos Ana es el preso que m¨¢s tiempo pas¨® en las c¨¢rceles franquistas
Quincea?ero afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas, miliciano adolescente, comisario pol¨ªtico con diecisiete a?os, preso a los dieciocho y condenado a muerte sin haber estrenado la vida. "?C¨®mo es la vida?", se preguntaba el preso, heredero de todos los presos, nieto del prisionero del Romancero Viejo y hermano de los presos de Abu Ghraib, Guant¨¢namo y las negros, invisibles calabozos del mundo.
Todos los prisioneros necesitan saber c¨®mo es un ¨¢rbol. Marcos Ana tambi¨¦n. Por eso y para eso se hizo poeta en las c¨¢rceles, donde "el mundo era un patio con un cielo de fosa". En ellas coincidi¨® con escritores como Buero Vallejo, el raro Hoyos Vinent y el gran Miguel Hern¨¢ndez, muerto en 1942 de franquismo, aquella enfermedad a la que nadie puso tratamiento durante 40 a?os.
Marcos Ana es el preso pol¨ªtico que m¨¢s tiempo pas¨® en las c¨¢rceles franquistas. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil, seg¨²n confesi¨®n propia, m¨¢s dif¨ªcil a¨²n que soportar media vida en la c¨¢rcel, fue enfrentarse a la vida en libertad. La libertad mareaba. Aquel oto?o de 1961, al salir de la c¨¢rcel de Burgos, el hombre sinti¨® v¨¦rtigo, mareos, ganas de vomitar. Alguien hab¨ªa colocado el horizonte lejos, en un sitio imposible que ni el peque?o dictador de El Pardo pod¨ªa someter, anegar o tapiar. Marcos Ana hab¨ªa entrado en presidio con dieciocho a?os y acababa de salir con cuarenta y uno, p¨¢jaro experto en jaulas, perito en celdas y doctor en torturas.
Tanta c¨¢rcel a cuestas y ni un adarme de resentimiento. Aunque cueste creerlo, es lo cierto. Cuando sali¨® a la calle y pudo ponerse en la frontera, se ocup¨® en Francia de la direcci¨®n del Centro de Informaci¨®n y Solidaridad con Espa?a, presidido por Pablo Picasso. Desde all¨ª y desde entonces no ha dejado de transmitirnos la noticia de que la dignidad puede reinventarse como la reinventaron Primo Levi o ¨¦l mismo.
No hab¨ªa pasado un a?o desde que recobr¨® la libertad. Marcos Ana ten¨ªa que hablar en el Mathama Ghandi Hall de Londres y dijo, entre otras cosas, lo siguiente: "Pod¨ªa haberme convertido en una bestia llena de odio. Pero, al contrario, mi experiencia personal me llev¨® a la conclusi¨®n de que nunca ser¨ªa capaz de ejercer la violencia contra nadie. Precisamente porque la he sufrido. Pese a mi largo cautiverio, no sal¨ª marcado por el resentimiento y en todas mis actuaciones p¨²blicas y pol¨ªticas, en mis poemas, en mi vida, el amor a la libertad aparece siempre ligado al amor a Espa?a y a la reconciliaci¨®n de sus hijos, a la necesidad de acabar con las consecuencias extenuadoras de la guerra civil. Hay que frenar la noria tr¨¢gica de Espa?a, aunque tengamos que poner de calzo el coraz¨®n para lograrlo".
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