?Estamos preparados para Kindle?
La irrupci¨®n del 'iPod de los libros' pone en guardia a los editores espa?oles - El revolucionario aparato electr¨®nico permite leer hasta 90.000 t¨ªtulos
El genial artefacto impreso que conocemos por el nombre de libro est¨¢ rodeado. Quienes pensaban que el invento de Gutenberg era tan pr¨¢ctico y tan perfecto en su concepci¨®n que ser¨ªa insustituible hasta en la era digital, empiezan a dudar de sus certezas. Una enorme transformaci¨®n se avecina en el mercado editorial. Sobre todo despu¨¦s de la llegada de un aparato que supondr¨¢ su m¨¢s dura competencia, sino su desaparici¨®n a medio o largo plazo. Qu¨¦dense con su nombre. Se llama Kindle.
Por el momento, ya es considerado por los expertos editoriales como el iPod de los libros. Ha comenzado a venderse s¨®lo en Estados Unidos por Amazon, la tienda virtual que lo ha lanzado al mercado, aunque su expansi¨®n no tardar¨¢. Nadie duda de que en breve, algo similar, llegar¨¢ al resto del planeta. Para empezar, los pedidos -a 399 d¨®lares la pieza (278 euros)- se han agotado por Internet. Mientras, en Espa?a, editores, libreros, distribuidores y escritores se preguntan: ?Estamos preparados nosotros para Kindle?
Algunos ven ya el fin de las librer¨ªas tal y como las conocemos ahora
Los pedidos, a 399 d¨®lares, 278 euros, se han agotado por Internet
El artefacto mide 18 cent¨ªmetros de largo y 13 de ancho y pesa 300 gramos
Los expertos auguran que los m¨¢s beneficiados ser¨¢n los autores
No parece que as¨ª sea. V¨¦rtigo, miedo, desconocimiento, desconcierto es lo que m¨¢s produce Kindle entre quienes viven del libro. No es para menos. Este invento -que mide 18 cent¨ªmetros de largo por 13 de ancho y pesa 300 gramos- tiene locos a editores, libreros y escritores, que en este caso ser¨¢n los m¨¢s beneficiados. En las tripas de dicho espacio caben hasta 200 libros. Pero sus usuarios tendr¨¢n posibilidad de descargarse, por ahora, 90.000 t¨ªtulos, adem¨¢s de acceso a peri¨®dicos de todo el mundo y blogs para todos los gustos.
Pero es que Kindle no s¨®lo ofrece las ventajas de un almacenamiento equiparable a cualquier biblioteca. Supone una nueva dimensi¨®n en la lectura, con diccionarios incorporados, lo mismo que mapas y callejeros, por no hablar de la iluminaci¨®n variable de la pantalla y la posibilidad de adaptar los cuerpos de letra al gusto y la vista de cada cual.
Lo que muchos tem¨ªan, es decir, un aparato que compitiera con la comodidad y las facilidades pr¨¢cticas del libro, empieza a llegar y eso que no todas las cartas de los fabricantes electr¨®nicos est¨¢n echadas. "Falta por ver qu¨¦ lanzar¨¢n los de Apple y c¨®mo mejorar¨¢n su apuesta los de Sony, la marca que m¨¢s ha invertido en este campo hasta el momento con el Sony reader", asegura Francisco Cuadrado, director general de Santillana. Lo que est¨¢ claro es que lo que salga de ahora en adelante se parecer¨¢ mucho a Kindle, aseguran los expertos. Es decir, que el invento representa un antes y un despu¨¦s en la historia del mercado editorial.
Tanto que algunos se atreven a pronosticar un futuro parad¨®jico. Optimista y negro a la vez. Con muchos m¨¢s lectores, pero sin librer¨ªas. "Yo s¨ª me imagino un mundo sin libreros", asegura Santos Palazzi, responsable del ¨¢rea Mass Market, del grupo Planeta. "Est¨¢ fuera de toda duda que afectar¨¢ al mercado tradicional y que, por el momento, viviremos una convivencia de los dos soportes, el digital y el de papel", a?ade Cuadrado. Incluso una cl¨¢sica de la edici¨®n como Beatriz de Moura, due?a de Tusquets, ve su futuro oscuro. Aunque se resiste a pensar que desaparecer¨¢n esos objetos a los que ha dedicado toda una vida: "Vivo estos tiempos con curiosidad. Habr¨¢ cambios radicales, aunque el libro, como tal, siempre ha encontrado su modo de supervivencia", dice. Hasta los mismos libreros se ven amenazados: "Dif¨ªcil imaginarse nuestro papel en un futuro sin dramatismo. Estamos muy verdes en este asunto", reconoce Fernando Valverde, presidente del gremio.
Lo primero que supone Kindle es otra redistribuci¨®n de la tarta del libro. Hasta ahora los porcentajes m¨¢s o menos estaban claros. Con sus variaciones, la cosa quedaba as¨ª: 30% para el librero, el distribuidor y el editor y 10% restante para el autor. ?Con qu¨¦ porcentajes de todos ¨¦stos arrasar¨¢ Kindle? Podr¨ªa acabar con todos menos con los del autor. "Ser¨¢ el m¨¢s beneficiado del reparto", afirma Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n, autor del blog El futuro del libro.
Si un escritor acaba una novela, la cuelga en su p¨¢gina web y se queda con lo que le da la gana ?qui¨¦n vendr¨¢ a discut¨ªrselo? Es lo que han hecho los de Radiohead con su ¨²ltimo disco. La revoluci¨®n que ha supuesto la era digital en el mercado discogr¨¢fico puede dar pistas. "Tenemos la ventaja de poder extraer ense?anzas de lo que ha ocurrido en ese campo", afirma Palazzi, de Planeta.
El caso es que toca replantearse el papel del editor. Y a fondo. "Son una garant¨ªa de calidad y lo seguir¨¢n siendo", comenta Palazzi. Su labor de filtro resistir¨¢ en mitad de ese mercado hiperecl¨¦ctico que se avecina. "A la hora de detectar temas de inter¨¦s, tambi¨¦n seguiremos siendo ¨²tiles", afirma Cuadrado. Se convertir¨¢n en consultores tambi¨¦n. Pero lo cierto es que ya nadie va a necesitar alguien que le transforme en un objeto determinado su obra. "Ya existen modalidades como la impresi¨®n por demanda, es decir, sacar ejemplares de cualquier cosa por encargo en imprentas o sitios en Internet donde los autores publican sus obras", comenta Cuadrado. Es el caso de lulu.com o las editoriales que se han dado en llamar de vanidad surgidas en Argentina. "Aun as¨ª, es necesario un sello detr¨¢s", a?ade el responsable de Santillana.
La promoci¨®n, el marketing por la Red ser¨¢n fundamentales en la nueva era de la edici¨®n. "Eso tendremos que desarrollarlo al m¨¢ximo", creen Palazzi y Cuadrado. Igual que diversificar la oferta: "Deberemos crecer cada vez m¨¢s para p¨²blicos m¨¢s peque?os", a?ade el segundo.
La convivencia es, por el momento, inevitable. Sobre todo con los libros de consulta. "Se presenta una oportunidad a?adida al mercado. Si hasta ahora Amazon lo que ha hecho ha sido dar salida a lo que tenemos almacenado, los libros electr¨®nicos nos permitir¨¢n descargar los cat¨¢logos", cuenta Riccardo Cavallero, consejero delegado para Espa?a y Am¨¦rica Latina de Random House Mondadori.
De hecho ya los grandes grupos tienen digitalizados todos sus t¨ªtulos para lo que se avecina. Cada uno en su medida y no como est¨¢ haciendo Google, por ejemplo, con un proyecto impresionante que pretende volcar en la Red todos los libros que existen. Pero este editor italiano no s¨®lo es optimista en este campo. Adem¨¢s lo es con el futuro del libro tradicional. Seg¨²n ¨¦l, lo salvar¨¢ el fetichismo. Se convertir¨¢ en un objeto de culto y de m¨¢s prestigio. "Los libros se ense?an", comenta Cavallero.
Tambi¨¦n abultan. Y en un mundo de espacios cada vez m¨¢s peque?os, empiezan a sobrar objetos en las casas. Muchos auguran de paso un negro futuro para los fabricantes de estanter¨ªas. O para los agentes. Seg¨²n Beatriz de Moura, ser¨¢n los primeros intermediarios afectados. "Son los que antes van a notar el golpe. Los autores apenas necesitar¨¢n a nadie que les coloque sus obras", cree la editora de Tusquets. Aunque el asunto de los derechos de autor, con toda la pirater¨ªa que hay en la Red tambi¨¦n traer¨¢ cola. Ah¨ª puede haber algo que rascar en el futuro. "Pero ser¨¢ cosa de los editores m¨¢s bien", dice De Moura.
Sobre el fetichismo y el coleccionismo no todos est¨¢n de acuerdo. Puede que dure en las presentes generaciones lectoras tradicionales. Pero los m¨¢s j¨®venes... "valoran poco el objeto en s¨ª. Quieren todo a la voz de ya. Inmediatamente. Tampoco son de ir a que les firmen los libros en la feria. El contacto con los autores lo quieren al momento. Y lo pueden tener, incluso mejor que antes, por Internet", asegura Cuadrado.
As¨ª que algunos van imagin¨¢ndose un futuro sin ferias del libro como la de Madrid, sin firmas en las casetas de turno. Teodoro Sacrist¨¢n, director de la misma, prefiere no pensarlo. "No quiero imaginarme el panorama, ni qu¨¦ ser¨¢ de nosotros", comenta.
Babelia
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