No nos quedan infiernos
En este pa¨ªs nuestro, si a san Jorge se le asocia con un libro, la Navidad tiene aspecto de actor aficionado. Bien sea en su modalidad de pesebre viviente, bien en la de pastorcillo ingenioso. Esta segunda -los famosos Pastorets- ha gozado de la atenci¨®n y el aprecio de las firmas de Frederic Soler Pitarra, Francesc Folch i Torres y hasta Josep Bargall¨® -flamante director del Institut Ramon Llull-, que la han convertido en una de esas citas navide?as que no hay forma de esquivar. Por pueblos y barrios catalanes, cual No-Do redivivo, m¨¢s de un centenar de compa?¨ªas de aficionados se suben al escenario para representar este producto genuino -cien por cien pota blava-, donde el Demonio no da miedo, uno de los protagonistas se llama Rovell¨® y todo est¨¢ impregnado de inocente y familiar cachondeo. Para captar la importancia del asunto, ah¨ª est¨¢ la agrupaci¨®n de Pastorets de L'Ametlla de Merola, que en 2007 recibieron la Creu de Sant Jordi tras mantenerse en cartel desde 1878. Pero -siempre hay un pero-, para que todo esto sea as¨ª tiene que haber alguien que se ocupe de hacerlo posible. Como en el teatro cl¨¢sico, aqu¨ª se necesita vestuario, atrezzo y decorados. De modo que -hasta que Calixto Bieito no decida hacer su propia versi¨®n- seguir¨¢n con su conocida est¨¦tica, entre r¨²stica y sentimental.
Para conocer a quien se ocupa de esta parte de nuestro folclor, me desplazo hasta la plaza Folch i Torres (que tambi¨¦n es casualidad), justo al lado de donde est¨¢ situado el taller de Germans Salvador. Estamos en la ¨²nica empresa que alquila escenograf¨ªas para los Pastorets y me reciben Guillermina Salvador y Susana Ramos, hija y nieta, respectivamente, de uno de los fundadores. Hablamos en un peque?o y c¨¢lido despacho, tras el que se adivina el almac¨¦n. Huele a negocio familiar, llevado con mucho mimo. Mis anfitrionas me cuentan que en estas fiestas han alquilado una docena de escenograf¨ªas completas, con todos sus cuadros. Telones pintados, con medio siglo de antig¨¹edad. Se los reservan -cada a?o o cada dos- las mismas entidades. Son los ¨²ltimos de una forma de hacer, entre una gran mayor¨ªa de compa?¨ªas que disponen de tramoyas propias, muchas de ellas compradas aqu¨ª. "Antes se alquilaba m¨¢s y las puestas en escena eran m¨¢s rigurosas con el texto original", afirma Susana, "ahora se estilan versiones m¨¢s cortas, sencillas y humor¨ªsticas".
Esta particular empresa naci¨® en 1949, cuando los hermanos Joan y Josep Salvador decidieron dedicarse a pintar decorados. Les fue bien y trabajaron para el Liceo y para los coliseos del Paralelo, hasta que, gradualmente, cambiaron los escenarios por los plat¨®s. "Muchos teatros son espacios polivalentes, donde no hay d¨®nde colgar ni un tel¨®n, ni una cortina. Por eso, ahora los encargos son para el cine o la televisi¨®n", dice Guillermina. Prueba de ello, su colaboraci¨®n en las pel¨ªculas La mala educaci¨®n y El perfume, entre otras. Y contin¨²a: "La escenograf¨ªa tradicional catalana no est¨¢ de moda, es m¨¢s una tradici¨®n que un negocio. Hoy en d¨ªa hay muy poca gente que se dedique a pintar decorados". Y eso que -como se apresuran ambas a decirme- en otros pa¨ªses, como Alemania, esta t¨¦cnica es reconocida como carrera universitaria. "Nuestros telones, muchos de ellos pintados por mi abuelo y mi padre, s¨®lo los remendamos y les hacemos mantenimiento, porque actualmente ser¨ªan muy caros de hacer", remata Susana. Antes de irme, les pido permiso para que venga un fot¨®grafo a su taller y me advierten de que tienen casi todas sus existencias alquiladas: "Infiernos ya no nos quedan, podr¨ªa localizaros alg¨²n bosque". Cosas del teatro.
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