Metro a metro
La parte subcontratante de la primera parte no es igual a la parte subcontratante de la segunda parte; el marxismo tendencia Groucho es la filosof¨ªa imperante en la huelga de limpieza de los trabajadores del metro de Madrid. "Felices navidades de mierda", podr¨ªa rezar la felicitaci¨®n navide?a de la Comunidad a los usuarios del transporte subterr¨¢neo en estas fechas se?aladas por la acumulaci¨®n de desperdicios en accesos y andenes. La Comunidad de Madrid contrata y las empresas contratantes subcontratan, y en cada vuelta de tuerca, los trabajadores pierden y los empleadores intermediarios ganan. Las diferencias de sueldo de las limpiadoras y limpiadores, seg¨²n la subcontrata subcontratante, llegan a ser hasta de 300 euros por cumplir con las mismas tareas y horarios.
Huelgan las palabras, pero no bastan las im¨¢genes de las c¨¢maras de vigilancia
Pero no hay problema. Las empresas contratantes, que a¨²n no se han dado por aludidas de la resoluci¨®n tajante de sus contratos anunciada por la presidenta Aguirre, est¨¢n dispuestas a equiparar los sueldos en los pr¨®ximos... seis a?os; seis a?os de dura y silenciosa labor contable, seis a?os de hacer c¨¢balas y n¨²meros minuciosamente para ver de d¨®nde sacar los caudales requeridos para la equiparaci¨®n de los salarios sin tocar los beneficios de la empresa, falsa e ir¨®nica promesa que ni siquiera podr¨¢n cumplir los emplazadores, defenestrados con sus siglas a cuestas por el rayo fulminante de la airada Esperanza Aguirre; su furia ol¨ªmpica ha contribuido, a¨²n m¨¢s si cabe, a sembrar el caos en esta huelga sucia y ca¨®tica al situar a los representantes de los dos bandos en una especie de limbo jur¨ªdico. Con qui¨¦n negociar cuando los negociadores han sido despose¨ªdos de toda capacidad negociadora.
Al frente de la Consejer¨ªa de Transportes de la Comunidad figura hoy Manuel Lamela, hasta hace poco azote de la sanidad p¨²blica y defensor del dolor ajeno de los enfermos terminales, tal vez para ahorrar en f¨¢rmacos. Si su jefa persiste en el intento, Lamela tendr¨¢ que convocar un nuevo concurso de adjudicaci¨®n de los servicios de limpieza del metro, una nueva feria de las venalidades y de las oportunidades. Mientras, los trabajadores supervivientes, con los contratos subrogados, seguir¨ªan como hasta ahora, flotando entre nubarrones de codicia y bajando todos los d¨ªas a los infiernos subterr¨¢neos de la urbe para limpiar las zah¨²rdas de Plut¨®n donde toda suciedad tiene su asiento, pues aunque en los ¨²ltimos tiempos haya experimentado cierto declive, sigue muy extendida entre nosotros la costumbre, tradicional y t¨ªpica, de sembrar, al paso y sobre el piso, toda clase de desperdicios e inmundicias, envoltorios, colillas, restos de comida y papeles, sobre todo alrededor de las papeleras p¨²blicas.
Las empresas defenestradas no quieren ni o¨ªr hablar del plus de salubridad que los huelguistas exigen; basta y sobra con las mascarillas que los empleadores facilitan gentil y gratuitamente a sus empleados. "Las empresas han aprovechado la negociaci¨®n para limpiar mientras est¨¢bamos reunidos", denunciaba Sandra Alcalde, una portavoz del comit¨¦ de huelga. Las empresas barren el suelo bajo los pies de los huelguistas. "Llevamos ya 13 d¨ªas; ahora no nos vamos a rendir", apostillaba Alcalde, que, para dar un toque m¨¢s grouchiano al contencioso, pertenece a un sindicato, CC OO, que no secunda la huelga (??).
Huelgan las palabras, pero no bastan las im¨¢genes de las grabaciones de seguridad de las c¨¢maras de vigilancia del metro, gentilmente distribuidas a los medios por la Comunidad, que reflejan los actos vand¨¢licos de unos sospechosos saboteadores, tal vez ansiosos de notoriedad por su insistencia en actuar precisamente frente a las c¨¢maras de seguridad de las estaciones en las que obran. En el primer v¨ªdeo, profusamente difundido en Telemadrid, un encapuchado vierte unos litros de grasa junto a los torniquetes de acceso a una estaci¨®n. Por supuesto, nadie acude a arreglar el desaguisado hasta que se produce el efecto ca¨ªda deseado por los saboteadores, pero sobre todo por los guardianes de las c¨¢maras, que podr¨¢n ofrecer a los irritados televidentes impactantes im¨¢genes sobre las maldades de la huelga y la liviandad de los huelguistas. En otro v¨ªdeo complementario se ofrece la actuaci¨®n de un grupo de saboteadores, ensuciadores que trabajan con la mayor impunidad sin que tampoco aparezcan en el horizonte los temidos y por lo general omnipresentes guardias de seguridad, que por lo que se sabe no est¨¢n en huelga. La guerra de los v¨ªdeos se completa por el momento con otra grabaci¨®n, enviada a este peri¨®dico por el comit¨¦ de huelga, en la que dos trabajadores del servicio municipal de limpieza esquirolean escoba en mano mientras los huelguistas negocian lo innegociable con quienes ya no pueden negociar.
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