Calendario salmantino

Se tendr¨¢ que reconocer al alcalde de Salamanca el m¨¦rito de haber establecido en su ciudad un dato que se buscaba infructuosamente desde los tiempos de Joaqu¨ªn Costa: la diferencia exacta entre la Espa?a real y la oficial. Gracias a Juli¨¢n Lanzarote, la inc¨®gnita ha sido despejada de una vez por todas: al menos en esta ciudad, y seg¨²n los c¨¢lculos del Ayuntamiento, la diferencia entre la Espa?a real y la oficial es de 48 horas. Las mismas que median entre el 31 de diciembre y la decisi¨®n de imprimir, dos d¨ªas despu¨¦s, un Bolet¨ªn Oficial de la Provincia con esa fecha, en el que se fijaban los nuevos impuestos municipales que rechazan los salmantinos.

El alcalde Lanzarote tuvo la agudeza de revelar su formidable hallazgo coincidiendo con el fin de a?o, para que los habitantes de la ciudad pudieran hacer las cuentas sin esfuerzo, dependiendo de si quer¨ªan regirse por la fecha de la Espa?a real o la oficial. Una vez adquirida la pr¨¢ctica, el c¨¢lculo propuesto por Lanzarote resultaba sencillo, y ya se apuntaba la necesidad de empezar a ejercitarse para tenerlo a punto el a?o que viene. Cuando la Espa?a real estuviera pendiente de las campanadas de 2009 y algunos ciudadanos ansiosos se atragantasen con las uvas en cuanto sonasen los cuartos, la Espa?a oficial vigente en Salamanca sabr¨ªa que, a partir de ese momento, dispondr¨ªa de 48 horas exactas para empezar a tomarlas.

Es duro el destino de los descubridores,y el de Juli¨¢n Lanzarote no estaba llamado a ser distinto. Las noticias que llegan de Salamanca resultan,as¨ª, descorazonadoras. A fin de cuentas, tan arriesgado era adelantarse a su tiempo como ir con retraso. El pasado 2 enero, fecha de la Espa?a real, la polic¨ªa se present¨® en el local donde se imprim¨ªa el Bolet¨ªn de la Provincia correspondiente al 31 de diciembre, fecha de la Espa?a oficial, y orden¨® parar m¨¢quinas.

Con la Espa?a oficial detenida por orden judicial, el retraso con respecto a la Espa?a real no har¨¢ sino agrandarse, como tem¨ªa Joaqu¨ªn Costa. Y ahora Lanzarote tendr¨¢ que revisar el c¨¢lculo del dato o renunciar a su formidable hallazgo.