Peque?a y coqueta Liubliana
Viaje a la capital de Eslovenia, pa¨ªs que preside este semestre la UE
Se llama Casanova. Aparece en la bocana de la estaci¨®n como lo que es: un tren funcional y algo anodino, sin rastro de toda esa escenograf¨ªa de otras ¨¦pocas que los amantes del tren tanto echamos de menos.
El tren Eurocity Casanova se detiene el tiempo justo en la atribulada estaci¨®n de Santa Luc¨ªa de Venecia. Ha partido de Mestre hace tan s¨®lo unos minutos y ahora recoge decenas de chicos y chicas j¨®venes y modernos. Son estudiantes eslovenos que regresan a Liubliana, donde la mayor¨ªa hinca los codos en los institutos o universidades que concentra la ciudad europea.
Viajar en tren tiene grandes ventajas: las l¨ªneas de bajo coste son baratas y c¨®modas, y permiten apearse, por ejemplo, en Venecia, aprovechando una ruta por ciudades del norte de Italia, como Trieste o Udine. Desde Venecia, el Casanova se desplaza hacia el este y en dos horas alcanza el puesto fronterizo de Villa Opicina. M¨¢s tarde se precipita en la penumbra boscosa de la regi¨®n eslovena de Nova Gorica, ubicada en la falda de los Alpes Julianos. En total, son algo menos de cuatro horas hasta la peque?a y coqueta capital de Eslovenia.
Una ciudad que tuvo la suerte de encontrar su particular Gaud¨ª. Joze Plecnik fue un arquitecto visionario cuyos proyectos contribuyen a un trazado urbano de un nivel est¨¦tico admirable y cautivador.
Liubliana se encuentra a tan s¨®lo 220 kil¨®metros de la antigua Rep¨²blica de los Duces. Marisa Madieri, la escritora que comparti¨® su vida con Claudio Magris, recuerda en la novela Verde agua el ¨¦xodo de los italianos de Fiume, ciudad que en 1947 pas¨® a manos de Croacia, y explica los lazos que unen esta zona con Italia. La influencia italiana se percibe en la elegante epidermis de la capital eslovena, donde tambi¨¦n se aprecia el estilo modernista de la secesi¨®n vienesa.
Y es que esta peque?a naci¨®n, con una peque?a salida al mar Adri¨¢tico, vivi¨® anexionada al Imperio Austroh¨²ngaro 600 a?os. Y despu¨¦s perteneci¨® a Yugoslavia. El ¨²nico par¨¦ntesis de este pa¨ªs de dos millones de habitantes y fronterizo con Italia, Austria, Hungr¨ªa y Croacia, coincidi¨® con la ocupaci¨®n napole¨®nica. Un periodo en el que Liubliana fue capital de la regi¨®n de Iliria de 1809 a 1813. Tras la II Guerra Mundial, Liubliana se convirti¨® en capital de Eslovenia, una de las seis rep¨²blicas de la Rep¨²blica Socialista Federal de Yugoslavia. No alcanz¨® su independencia hasta 1991, despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
El r¨ªo de los siete nombres
Est¨¦ticamente, Liubliana combina la majestuosidad de Viena, el encanto de las boutiques y de la bohemia de Par¨ªs con la energ¨ªa art¨ªstica de Berl¨ªn. La vitalidad de esta ciudad europea es f¨¢cil de explicar: casi la quinta parte de su poblaci¨®n -unos 50.000 de sus 276.000 habitantes- son estudiantes. Unos j¨®venes que animan a diario los acogedores caf¨¦s iluminados con velas que se alinean en las riberas del r¨ªo Liublianica. El r¨ªo de los siete nombres, como lo llaman los eslovenos, ordena la ciudad y parte en dos el casco viejo, algo muy visible en el Tromostovjeo -tambi¨¦n llamado puente Triple-, el m¨¢s utilizado y admirado de los tres que atraviesan el r¨ªo. Liubliana sorprende asimismo por su ambiente cool: restaurantes, tiendas de dise?o y bares de moda llenos de j¨®venes con un ingl¨¦s m¨¢s que decente y con un buen nivel cultural.
El coraz¨®n de la ciudad se encuentra en la plaza presidida por la escultura algo tenebrista del poeta y h¨¦roe nacional France Preseren. Al caer la tarde se convierte en un escenario alegre, provocador. Grupos de m¨²sica callejeros, espect¨¢culos de teatro o de danza y artistas multimedia -que involucran al paseante en trampantojos espaciales o efectos pl¨¢sticos- se suman a la borrachera de tenues luces que los caf¨¦s reflejan sobre las aguas del r¨ªo.
El centro hist¨®rico es peque?o y recogido, y se puede visitar a pie o en bicicleta en cuatro horas. Compensa empezar el recorrido por el castillo; el ascenso a su colina es muy agradable, y la vista panor¨¢mica de la ciudad da idea del trazado urbano y compone el aperitivo ideal para comenzar una visita a pie del centro. No son necesarios grandes esfuerzos, pues los lugares y edificios emblem¨¢ticos salen al paso del turista. Su aspecto es fruto del terremoto que castig¨® Liubliana en 1895.
Tambi¨¦n se aprecia la huella del arquitecto visionario Joze Plecnik (1872-1957), un artista que algunos comparan en algunos detalles con Gaud¨ª y que reorden¨®, decor¨®, levant¨® y restaur¨® algunas de las construcciones m¨¢s significativas de la ciudad: el palacio de la Biblioteca Nacional, el edificio columnado del mercado, los monumentos de la calle Vegova, el puente Triple, el de los Zapateros y el de Trnovo, el complejo de edificios del cementerio de Zale donde est¨¢ enterrado o la urbanizaci¨®n de la plaza Levstik. Asimismo, se ocup¨® de la canalizaci¨®n del r¨ªo Liublionica proyectando sus diques, embarcaderos y el arbolado de sus orillas, un juego que mezcla los vol¨²menes y las formas de sauces y ¨¢lamos.
Plena madurez
Plecnik convirti¨® una peque?a ciudad provinciana en una futura capital de Estado. Y se entreg¨® a esta tarea con la devoci¨®n de un monje, sacrificando su vida personal. Se dice que fue el mejor alumno del arquitecto vien¨¦s de la Secesi¨®n Otto Wagner. Cuando Plecnik se gradu¨® en Viena en 1898, hac¨ªa tres a?os que Wagner hab¨ªa publicado su libro Arquitectura moderna, y su obra, fiel a la m¨¢xima "Toda forma arquitect¨®nica deriva de la construcci¨®n para devenir arte", se hallaba en plena madurez. Los excesos ornamentales del modernismo (flores, ondas, curvas o arabescos) se hab¨ªan esquematizado ya bajo la influencia de la Escuela Industrial de Glasgow y de las geometr¨ªas sin concesiones de Charles Rennie Mackintosh. De todas esas ense?anzas arquitect¨®nicas bebieron Plecnik, Joseph Hoffman y, m¨¢s tarde, Adolf Loos, la mejor tr¨ªada de arquitectos vieneses de la ¨¦poca.
Antes de regresar a Liubliana, Plecnik trabaj¨® en Praga, donde restaur¨® el castillo. Cuando decidi¨® volver a su ciudad llevaba ya en la cabeza la idea de emular el Gran Proyecto de regularizaci¨®n urbana que hab¨ªa desarrollado Wagner en Viena a?os antes. Bajito, fr¨¢gil, t¨ªmido, siempre con su sombrero negro, se entreg¨® a la tarea con fervor. Aunque proyect¨® su peque?a casa en el barrio de Trnovo para vivir con sus hermanos, acab¨® viviendo solo, pues afirmaba que un verdadero artista, para poder llevar a cabo su gran obra personal, no deb¨ªa distraerse con placeres familiares o bienes terrenales.
Tal vez el mejor sitio para empezar la visita a Liubliana sea precisamente el n¨²mero 4 de la calle Karunova. El viajero puede imaginar la mon¨®tona existencia que Joze Plecnick llev¨® en esta sencilla vivienda. Una casa, parte del Museo de Arquitectura, donde a¨²n se conservan muchos de sus objetos. Desde aqu¨ª puede trazarse un recorrido que en realidad hace visible el lema que abander¨® la Asociaci¨®n de Artistas de la Secesi¨®n: "A cada ¨¦poca, su arte. Al arte, su libertad".
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- Lufthansa (www.lufthansa.es) tiene vuelos de ida vuelta a Liubliana, con escala en Francfort, desde 394 euros, tasas y cargos incluidos.- Czech Airlines (www.czechairlines.com) vuela a la capital de eslovenia, con una parada en Praga, desde 273 euros.- La agencia Tourist-Forum(902 021 210; www.touristforum.net) organiza escapadas a Liubliana y circuitos por Eslovenia: un combinado de vuelos, tres noches de hotel y desayunos cuesta desde 521 euros, tasas incluidas.Comer y dormir- Luka Gourmet (www.lukagourmet.com). Cadena de comidas. A partir de unos 15 euros.- Gran Hotel Union (00 386 13 08 11 70; www.gh-union.si). Miklosiceva, 3. La habitaci¨®n doble cuesta 150 euros.Informaci¨®n- www.ljubljana-tourism.si.- www.slovenia-tourism.si.- www.ljubljanalife.com.
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