Las rebajas de los Reyes Magos
Los Reyes Magos siempre llegan cuando empiezan las rebajas. Vienen tan despacio, los camellos balance¨¢ndose suavemente sobre las dunas del desierto y sobre nuestros deseos m¨¢s infantiles, que cuando aparecen en lontananza todo ha terminado, y s¨®lo los nost¨¢lgicos esperan ya algo de estos ancianos, cada vez m¨¢s borrosos y con las barbas m¨¢s postizas. Pero en alg¨²n momento de nuestra infancia sus capas fueron majestuosas y las coronas brillaron bajo la noche estrellada como centellas y fueron capaces de hacernos creer cosas imposibles, como que existen unos seres lejanos y espl¨¦ndidos pendientes de satisfacer nuestros sue?os m¨¢s profundos. Quiz¨¢ su mayor encanto resid¨ªa en que formaban un peque?o grupo multirracial, sin l¨ªder, cuya verdadera riqueza consist¨ªa en ser magos, sabios, estudiosos, que iban buscando una revelaci¨®n y con quienes nos pod¨ªamos identificar seg¨²n nuestros gustos. Lamentablemente, este bonito invento se ha usado generaci¨®n tras generaci¨®n para bajarnos de las nubes de golpe y para siempre. Pobres criaturas. Pronto entrar¨¢n en el terreno de la sexualidad, que seg¨²n el sin par obispo de Tenerife, Bernardo ?lvarez, es "algo m¨¢s complejo de lo que parece". ?l sabr¨¢, parece muy informado cuando manifiesta eso de que "hay adolescentes de 13 a?os que son menores y est¨¢n perfectamente de acuerdo y, adem¨¢s, dese¨¢ndolo. Incluso si te descuidas te provocan". De verdad, es dif¨ªcil entender c¨®mo los cat¨®licos que asistieron al encuentro Por la familia cristiana en Madrid pueden tragar con semejantes declaraciones.
Los dependientes atienden de peor gana, como si por ese precio no nos mereci¨¦ramos su inter¨¦s
Se?ores, el h¨¢bito no hace al monje, y el ser religioso o creyente no tiene por qu¨¦ impedir ser cr¨ªtico con los dirigentes de su iglesia, ni con el partido pol¨ªtico al que se pertenece, ni con la empresa en la que se trabaja, porque los aprovechados y los depredadores se cuelan en todas partes y, sobre todo, porque uno nunca ha de permitir que nada ni nadie manipule su libertad, al menos, de pensamiento. As¨ª que me sumo a lo que en una carta al director de este peri¨®dico un ciudadano de Madrid, Pepe Mej¨ªa, dec¨ªa muy sensatamente: "Es el momento de articular un amplio movimiento social y ciudadano en defensa de los valores humanos y la laicidad. No esperemos a que los partidos lo hagan en funci¨®n de sus intereses electores. ?Ya est¨¢ bien!".
Tambi¨¦n los Reyes Magos, aparte de marcar la frontera entre la realidad y la fantas¨ªa, la marcan entre el esplendor y las rebajas. No me dig¨¢is (perdonad el tuteo, pero no me imagino cont¨¢ndole todo esto a alguien a quien tenga que hablarle de usted) que no tiene m¨¦rito que, tras haber conseguido que nos gastemos todo en navidades, a¨²n nos rasquemos el bolsillo en enero. No s¨¦ a qui¨¦n se le ocurrir¨ªa este fen¨®meno comercial global, pero hay que llamarle genio.
As¨ª es, los que nos dejamos tentar por todo no podemos hacer feos a un reclamo ni a otro, porque tras acabar hartos de las visiones lujosas de Nochebuena y Nochevieja, de tanto arreglo de mesa rimbombante, de tantas burbujas doradas y regalos superfluos, cuando ya no nos queda un euro, entonces en los escaparates sofisticados de hace unos d¨ªas aparecen los rudos carteles de todo al 50%. Aquella ropa individualizada en perchas se revuelve ahora en montones. Los dependientes atienden de peor gana, como si por ese precio no nos mereci¨¦ramos su inter¨¦s. Las maneras cambian de lo fino a lo burdo. Digamos que las caras tambi¨¦n se ponen de rebajas. En las etiquetas hay escrito precio sobre precio, lo que produce la sensaci¨®n de que nos llevamos la superganga. Nadie tiene que venir detr¨¢s convenci¨¦ndonos de que compremos algo; lo compramos con la esperanza de que si ahora no lo necesitamos, ya lo necesitaremos, sobre todo despu¨¦s de haber esperado una hora en la cola de los probadores y, a continuaci¨®n, otra hora en la cola de caja. Las maravillosas bolsas satinadas de antes se han convertido en bolsones con la palabra rebajas en grandes letras para que nadie se confunda. Pero, adem¨¢s, las rebajas suponen un alivio porque significa que no todo se acaba con las fiestas, sino que una cosa lleva a otra y que hay un cierto orden en el universo, aunque sea... al 50%.
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