"Lo hicieron por diversi¨®n", dice la mujer apaleada por 20 menores

A Pilar de la Fuente, de 43 a?os, lo que m¨¢s le duele es pensar que la veintena de menores que le propinaron una paliza la noche del pasado lunes son, quiz¨¢, compa?eros de instituto de su hijo Jos¨¦ Mar¨ªa, de 18 a?os: "Es como si hubiesen pegado a sus madres, es que no se dan cuenta", repite una y otra vez.

Todos viven en Medina del Campo (Valladolid), con 23.000 habitantes y s¨®lo dos institutos. Asegura que conoce por lo menos a una de las chicas del grupo que la agredi¨®. De buscar al resto se encarga la polic¨ªa, con la ayuda del v¨ªdeo que grab¨® la c¨¢mara situada frente a los juzgados donde ocurri¨® la agresi¨®n. Los menores, como viene siendo habitual en estos casos, grabaron la paliza con uno de sus m¨®viles.

Aunque su relato se le hace largo, todo ocurri¨® en apenas 20 minutos. Estaba en su casa, de una sola planta, situada entre el Ayuntamiento y los juzgados. La acompa?aba su madre, de 76 a?os. Eran las 20.45 y su marido hab¨ªa salido a comprar algo para cenar. Oy¨® que aporreaban la puerta trasera: "Mam¨¢, ?escuchas esos golpes? Voy a salir a ver qui¨¦nes llaman as¨ª", dijo asustada. Su madre le advirti¨® de que esperara a su marido.

Al abrir la puerta vio a cuatro chavales y una chica, todos menores de edad, de entre 15 y 17 a?os. Por unos segundos pens¨® era una broma. "Hacemos lo que queremos, ?o nos vas a decir t¨² lo que tenemos que hacer?", dijo uno en tono de provocaci¨®n. La chica empez¨® a insultar a Pilar y ¨¦sta le llam¨® "payasa". Entonces oy¨® timbrazos de la puerta principal y patadas en la verja de entrada. "?Qu¨¦ hac¨¦is, est¨¢is de cachondeo o qu¨¦?".

"Hubo un intercambio de insultos, no me asust¨¦, pero de repente me encontr¨¦ en la esquina de la calle rodeada por m¨¢s de veinte chicos y algunas chicas, y ah¨ª empezaron a darme tortazos", contin¨²a. "Fueron pas¨¢ndome de unos a otros, me dec¨ªan: 'P¨¦game a m¨ª si tienes narices'. 'No, no, a m¨ª', dec¨ªa otro. Le di una torta a una y otro me dijo: 'Vas a saber c¨®mo pego yo'. Y el otro, igual. Pero otro chico se enfrent¨® mucho y me dijo: 'Yo no pego igual, yo pego de otra manera, te lo aseguro'. Yo le grit¨¦ que me dejara en paz, me agarr¨® del dedo y me lo retorci¨® hasta que cruji¨®. Me mare¨¦ del dolor tan fuerte, estaba agachada y me dio un tortazo impresionante que me dej¨® sorda del o¨ªdo izquierdo. En ese momento, pude ver c¨®mo un chico estaba hablando por el m¨®vil y contaba lo que estaba sucediendo, y otro lo estaba grabando. Otro le dec¨ªa: '?Lo est¨¢s grabando?'. Y le contest¨®: '?Pues claro, no te jode!".

"Mi madre est¨¢ llamando a la polic¨ªa", grit¨® Pilar, sin fuerzas. "Ellos se mofaban y repet¨ªan lo que yo dec¨ªa. La calle estaba solitaria y la oscuridad estaba de su lado. Uno de ellos orden¨® a los otros: '?Ahora por las escaleras!". Pero por suerte apareci¨® en ese momento el cu?ado de Pilar. Los chavales huyeron por las escaleras.

Para Pilar nada ser¨¢ ya igual que antes: "Es penoso que me encuentre con estos chicos, con sus madres, que quiz¨¢ no sepan nada. Lo peor de todo es que s¨¦ que lo han hecho por diversi¨®n, una cosa m¨¢s que les apetece hacer y la hacen". "Alguien se ir¨¢ de la lengua, querr¨¢ presumir de que me dio m¨¢s fuerte que el otro, y al final se sabr¨¢ todo", dice. Mientras, con el cuello morado, los ojos hinchados de llorar y el brazo en cabestrillo, prefiere ni salir de casa.