Retratos de sabios
Filosof¨ªa. S¨®lo se sabe de Di¨®genes Laercio que vivi¨® en el siglo III despu¨¦s de Cristo en alg¨²n lugar del vasto imperio comprendido entre Roma y Bizancio. Hasta su nombre es dudoso, pues "Laercio" es un apodo, la modificaci¨®n del "Laerciades" hom¨¦rico, que significa Ulises. Es probable que se tratara de un erudito independiente, ni siquiera fil¨®sofo, interesado en estudios hist¨®ricos, literarios y filol¨®gicos. Su obra Epigramas apenas ha dejado huella, no as¨ª su magna Vidas de los fil¨®sofos ilustres, monumento literario de la Antig¨¹edad; es la primera y m¨¢s completa historia de los fil¨®sofos antiguos, desde Tales de Mileto, el primero de los "siete sabios de Grecia", hasta la escuela esc¨¦ptica a la que perteneci¨® Sexto Emp¨ªrico, en el siglo II.
Vidas de los fil¨®sofos ilustres
Di¨®genes Laercio
Traducci¨®n de Carlos Garc¨ªa Gual
Alianza. Madrid, 2007
608 p¨¢ginas. 12,90 euros
El gran Michael de Montaigne se lamentaba de que no hubiera "una docena m¨¢s de Laercios", ya que el libro se le hac¨ªa corto, tanto era el placer que le deparaba su sustanciosa y amena lectura. Otro devoto fue Nietzsche, quien sosten¨ªa que basta con dos o tres an¨¦cdotas de una persona para conocer su car¨¢cter. Tal es el proceder de Laercio, cuya labor consisti¨® en recopilar an¨¦cdotas, sentencias y dichos varios atribuidos a los fil¨®sofos y no tanto en divulgar sus teor¨ªas filos¨®ficas. Los diez libros en que se divide la obra -desiguales en su extensi¨®n y alguno inconcluso- proporcionan un compendio de retratos biogr¨¢ficos, semblanzas y perfiles -a veces m¨ªnimos- de aquellos tipos extravagantes que destacaron por adaptar su modo de vida a sus ideas y convicciones particulares antes que a las costumbres dominantes o a los criterios dictados por los necios gobernantes. No escribi¨® para ilustrar a los profesionales de la filosof¨ªa, lo anim¨® el prop¨®sito de entretener a un p¨²blico laico y culto, curioso por conocer las variopintas idas de cuantos se dijeron buscadores y amantes de la verdad y quiz¨¢s nunca la encontraron.
Con un estilo a menudo desma?ado y desigual, retrata a las figuras m¨¢s se?eras del pensamiento, como S¨®crates, Plat¨®n y Arist¨®teles, y a una multitud de fil¨®sofos considerados de menor importancia, por ejemplo a los desastrados y jocosos miembros de la "secta del perro", sin olvidarse de otras at¨ªpicas escuelas secundarias. El ¨²ltimo de los libros, el de mayor extensi¨®n, lo ocupa Epicuro, a quien presta m¨¢s atenci¨®n, quiz¨¢s por sentirse af¨ªn a ¨¦l. Nada nos dice del neoplatonismo y el cristianismo incipientes, delatando una personalidad de tendencia "m¨¢s abierta y humanista que dogm¨¢tica", seg¨²n reitera Garc¨ªa Gual.
Hasta ahora cont¨¢bamos en Espa?a con una sola traducci¨®n castellana ¨ªntegra de la obra, de 1792, que se ha quedado anticuada. La presente, magn¨ªfica, es la id¨®nea para leer a Laercio en todo su esplendor.
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