?Qu¨¦ pasa con Hillary?
Hillary Clinton es una mujer. ?Y qu¨¦? ?Cu¨¢l es el problema? ?Va a resultar que, como ha escrito Gloria Steinem en un pol¨¦mico art¨ªculo que circula desde hace d¨ªas por los centros feministas de medio mundo, el hecho de ser mujer constituye un factor de divisi¨®n en la sociedad americana, mientras que el hecho de ser negro, como Barack Obama, es un factor que favorece la uni¨®n nacional? ?Es un factor de intolerable divisi¨®n que Clinton pida el voto a las mujeres estadounidenses y no lo es que Obama se lo pida a los afroamericanos? ?No resulta sospechoso que exista tan poco debate sobre la posibilidad de que la candidatura de Hillary Clinton est¨¦ avivando prejuicios sexistas muy enraizados en la sociedad te¨®ricamente m¨¢s avanzada del mundo?, ?no resultan llamativos los sondeos seg¨²n los cuales el 72% de los hombres norteamericanos aceptar¨ªa un presidente negro y s¨®lo un 64% una presidenta mujer? Claro que en la misma encuesta un 35% de mujeres se mostraba tambi¨¦n contraria a ver a una mujer en la Casa Blanca. Para que luego digan que Hillary Clinton cuenta con el voto femenino. Quiz¨¢ de momento cuenta con el voto feminista, que no es exactamente lo mismo.
Es llamativo el sondeo seg¨²n el cual el 64% de los hombres y el 65% de las mujeres aceptar¨ªa a una mujer presidenta
La senadora Clinton es el personaje m¨¢s odiado por el sector conservador norteamericano, y se lo ha ganado a pulso
No, dicen sus detractores, no es un problema de g¨¦nero. Todo se debe a que Clinton es una mujer peculiar, poco querida, fr¨ªa, demasiado cerebral, con demasiada experiencia, incapaz de llorar en p¨²blico, contenida; una candidata demasiado poco humana... ?Y qu¨¦ se espera de una mujer de 60 a?os que ha tenido que bregar toda su vida en un mundo agresivamente masculino? ?Que no haya aprendido a contenerse, a no llorar en p¨²blico, a presentarse como alguien poco emocional? Toda la vida exigi¨¦ndole que aprendiera a controlarse y a comportarse, y ahora resulta que la votar¨ªan m¨¢s si tuviera una apariencia m¨¢s fr¨¢gil. ?No resulta algo raro tan repentino anhelo de delicadeza o, dicho menos finamente, de flojedad? ?Alguien duda de que si la candidata dem¨®crata llorara frecuentemente en p¨²blico habr¨ªa muchos ciudadanos, hombres y mujeres, que pensar¨ªan: ?y eso lo va a hacer cada vez que tenga que tomar una decisi¨®n?
... Y sobre todo, ?a qu¨¦ viene ahora ese anhelo de emotividad presidencial? George W. Bush lloraba con mucha naturalidad en p¨²blico, y eso no le hizo ser mejor presidente.
Hillary Clinton es una candidata a la que se le reprocha que tenga experiencia. Pero es precisamente su curr¨ªculo como pol¨ªtica lo que le hace m¨¢s interesante. La senadora Clinton ha sido siempre una formidable reformista, una mujer empe?ada en mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos menos favorecidos y, sobre todo, una gran defensora de la necesidad de que Estados Unidos cuente con un seguro m¨¦dico que alcance a toda la poblaci¨®n.
No es, en absoluto, un mal curr¨ªculo para un pol¨ªtico en un pa¨ªs como el suyo. El ¨²ltimo sondeo realizado por la Kaiser Family Foundation (www.kff.org), una instituci¨®n que hace estudios en profundidad sobre la pol¨ªtica sanitaria y la sanidad p¨²blica en Estados Unidos, indica que el 20% de las mujeres estadounidenses ha renunciado en los ¨²ltimos meses a comprar medicinas que deber¨ªa haber tomado porque les resultaba demasiado caras. Un 30% de las mujeres americanas negras y un 32% de las mujeres latinas retrasa ir al m¨¦dico o solicitar cuidados sanitarios debido a su alto coste (frente a un 21% en las mujeres americanas blancas). Son las mujeres latinas m¨¢s j¨®venes (entre 18 y 44 a?os) las que m¨¢s se sacrifican, renunciando a medicinas y cuidados para poder destinar sus ingresos a necesidades que estiman m¨¢s perentorias (por ejemplo, el cuidado de los hijos).
Nadie podr¨¢ negar que Hillary Clinton ha luchado buena parte de su vida contra esta situaci¨®n. Durante la presidencia de su marido, Bill Clinton, intent¨® que se aprobara la m¨¢s ambiciosa y amplia reforma del sistema de salud p¨²blica de Estados Unidos en su historia. No lo consigui¨® porque no obtuvo el respaldo de la mayor¨ªa de los congresistas y senadores, pero se convirti¨® en una de las mayores expertas del pa¨ªs y, tambi¨¦n, en la persona m¨¢s odiada por las grandes empresas farmac¨¦uticas y de seguros m¨¦dicos del pa¨ªs. Hillary Clinton ha sido y es probablemente el personaje m¨¢s detestado y atacado por la gran derecha norteamericana, y eso es algo que tiene una raz¨®n de ser, algo que se ha ganado a pulso, defendiendo propuestas que el sector m¨¢s conservador de Estados Unidos considera abominables. Ciertamente lo ha hecho con mucha frialdad y no se ha permitido el menor sollozo en p¨²blico cuando la han derrotado. A muchas mujeres no nos ha parecido mal. ?Para qu¨¦ darles el gusto?
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