1808: nacen las dos Espa?as
Los ensayos sobre la Guerra de la Independencia resaltan la divisi¨®n del pa¨ªs
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Ni el pueblo fue una pi?a en su lucha contra el invasor franc¨¦s, ni todos estaban en contra de Napole¨®n, ni el conflicto discurri¨® igual en unas zonas de Espa?a que en otras, ni los guerrilleros respond¨ªan a unos mismos objetivos, ni las ¨¦lites estaban de acuerdo sobre el r¨¦gimen pol¨ªtico a apoyar. La Guerra de la Independencia (1808-1814), cuyo bicentenario empieza a conmemorarse, figura entre los periodos m¨¢s marcados por mitos, por t¨®picos o por versiones pol¨ªticas interesadas. De cualquier modo, los historiadores que m¨¢s han estudiado la ¨¦poca coinciden en que el pa¨ªs se dividi¨® entre absolutistas y liberales, entre Ej¨¦rcito regular y guerrillas, entre afrancesados y patriotas...
Los ilustrados apoyaban a Francia, pero rechazaban la ocupaci¨®n militar
"Fueron algunos fernandistas los que instigaron el Dos de Mayo", dice Fraser
La participaci¨®n de Inglaterra fue clave en la derrota de las tropas de Napole¨®n
Algunos ilustrados, como Goya o Jovellanos, sufrieron en sus carnes y en sus almas el desgarro entre su simpat¨ªa por las ideas reformadoras de los franceses y su condena por los abusos de esos mismos ocupantes. Un baile de coronas (Carlos IV, Fernando VII y Jos¨¦ I) en medio de una guerra en la que result¨® decisiva la intervenci¨®n de Inglaterra. En una palabra, un conflicto muy alejado de esquematismos y que es abordado por novelas y ensayos que han aparecido recientemente en las librer¨ªas o que lo har¨¢n durante los pr¨®ximos meses, junto a exposiciones y debates.
Ronald Fraser, historiador nacido en Hamburgo en 1930 y formado en Inglaterra y en Estados Unidos, un gran especialista en la Espa?a contempor¨¢nea, resume as¨ª las claves del debate. "Lo m¨¢s importante", explica, "es deshacer los mitos de aquella guerra, esa supuesta espontaneidad de los levantamientos populares del 2 de mayo de 1808, cuando en realidad fueron grupos de partidarios de Fernando VII los que instigaron las revueltas. Desde el comienzo de la ocupaci¨®n, los viejos ilustrados eligen la modernizaci¨®n que representaban los franceses, frente a los fernandistas, que eran m¨¢s bien reaccionarios. Bien es cierto que los dos bandos confluyen en algunas cosas cuando se discute la Constituci¨®n de C¨¢diz en 1812".
A juicio del profesor que m¨¢s ha estudiado la historia social de aquella guerra, "el mito de una reacci¨®n un¨¢nime contra Napole¨®n fue alimentado por los liberales a lo largo del siglo XIX para crear el concepto de una naci¨®n espa?ola". Fraser sonr¨ªe cuando reconoce que una de las grandes paradojas de la Guerra de la Independencia y de las Cortes liberales gaditanas fue el posterior regreso al absolutismo que encabez¨® Fernando VII. A partir de un cierto momento, seg¨²n Fraser, se extiende el rechazo popular a la invasi¨®n napole¨®nica y a la imposici¨®n de su hermano Jos¨¦ Bonaparte como rey. "No obstante, las clases dirigentes se debaten entre la condena de la invasi¨®n, el apoyo a las ideas ilustradas y la desconfianza ante una plebe incontrolada. Para muchos espa?oles, tomar partido en aquella contienda fue un grave dilema moral".
El profesor Javier Fern¨¢ndez Sebasti¨¢n, otro experto en la ¨¦poca, tambi¨¦n coincide en que el liberalismo, muy distinto y m¨¢s endeble que el franc¨¦s o el ingl¨¦s de la ¨¦poca, cre¨® el mito de la naci¨®n espa?ola. "Adem¨¢s", afirma, "hay que rese?ar que las ideas de patria o de independencia ten¨ªan un significado muy distinto del que podemos interpretar hoy, y en el an¨¢lisis hist¨®rico siempre resulta fundamental ponerse en el lugar de los agentes sociales de cada momento. No podemos alinearnos con liberales, absolutistas o afrancesados desde actitudes actuales y cada vez m¨¢s la historia apunta a buscar la raz¨®n de cada cual".
Despu¨¦s de manifestar que la Constituci¨®n de C¨¢diz, que se elabor¨® en mitad de la guerra y en plena efervescencia liberal, fue demasiado avanzada para la ¨¦poca, Fern¨¢ndez Sebasti¨¢n subraya que esa revoluci¨®n que alumbr¨® el conflicto contra el franc¨¦s se extendi¨® a la Am¨¦rica espa?ola, cuyos pa¨ªses empezaron a proclamar sus independencias de la Corona espa?ola en aquel periodo. "Jos¨¦ I nunca fue reconocido como rey en la Am¨¦rica hispana", subraya este catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento Pol¨ªtico en la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
Aunque en el imaginario popular de algunos espa?oles y en lemas patri¨®ticos de la pol¨ªtica de hoy se olvida la participaci¨®n extranjera en la Guerra de la Independencia, el papel de Inglaterra fue crucial en el desenlace de aquella contienda. As¨ª lo ponen de relieve todos los especialistas, que, en mayor o menor grado, destacan que el hostigamiento de la guerrilla, el desplazamiento de tropas de Napole¨®n al frente ruso y el apoyo del Ej¨¦rcito ingl¨¦s de Wellington a los espa?oles fueron los tres factores b¨¢sicos para explicar la primera derrota seria del hasta entonces todopoderoso emperador franc¨¦s.
Miguel Artola, uno de los historiadores m¨¢s respetados y premiados de Espa?a, ha sido uno de los que m¨¢s han investigado los aspectos militares de aquella guerra. Desde ese conocimiento, Artola relata que en 1808 la desproporci¨®n en favor de la milicia francesa en perjuicio de la espa?ola era abrumadora. "Napole¨®n", comenta el profesor, "hab¨ªa introducido novedades organizativas y mejoras en el armamento que convert¨ªan a su Ej¨¦rcito en muy poderoso. Francia puso en marcha, por ejemplo, la divisi¨®n como una parte del Ej¨¦rcito que integraba a todas las armas, es decir, infanter¨ªa, caballer¨ªa y artiller¨ªa, y que permit¨ªa una gran movilidad de tropas. Aparte de esto, no conviene olvidar que el soldado franc¨¦s de la Revoluci¨®n y, luego, del Imperio estaba muy motivado desde el punto de vista ideol¨®gico. Adem¨¢s, cualquier soldado pod¨ªa llegar a ser mariscal porque estaba integrado en un Ej¨¦rcito popular, no en una milicia profesional".
Otro de los mitos de la Guerra de la Independencia pasa por atribuir un hilo conductor, unos rasgos comunes, a todos los movimientos guerrilleros que surgieron contra el franc¨¦s cuando se disolvi¨® parte del Ej¨¦rcito regular espa?ol, mandado por oficiales que proced¨ªan de la nobleza. Lo bien cierto es que la guerrilla -que invent¨® una forma de hacer la guerra y acu?¨® una palabra que se utiliza en castellano en todo el mundo- estaba integrada por desertores cercanos al bandidaje, por campesinos o curas absolutistas o por artesanos liberales. "Hab¨ªa de todo", resume Artola, "en las partidas de guerrilleros, que jugaron un papel esencial al privar a los franceses del dominio del territorio. En ocasiones colaboraron con los restos del Ej¨¦rcito y en otras actuaron por su cuenta". Una multitud de situaciones, reflejo, en fin, de la conocida tambi¨¦n como guerra del franc¨¦s.
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