?Ciudades difusas?
La Diputaci¨®n de Barcelona, a trav¨¦s de su Observatorio Territorial, est¨¢ publicando en estos ¨²ltimos a?os algunos trabajos de investigaci¨®n urban¨ªstica oportunos y cualificados. Desde 2002 han salido a la luz los diversos t¨ªtulos de la colecci¨®n Territorio y Gobierno: Visiones y en 2007 se inici¨® Estudios, que incluye la serie Territorio. El primer volumen es La ciudad de baja densidad. L¨®gicas, gesti¨®n y contenci¨®n, un conjunto de textos coordinados por Francesco Indovina, procedentes de un curso del Centre Ernest Lluch de noviembre de 2004.
No hay duda de que la dispersi¨®n urbana es uno de los fen¨®menos m¨¢s contradictorios de la ciudad reciente. ?Por qu¨¦ se mantiene y aumenta continuamente esa tendencia hacia la ciudad difusa, la extensi¨®n desordenada m¨¢s all¨¢ de sus l¨ªmites naturales, sus murallas, fuera de la cohesi¨®n y la compacidad que la tradici¨®n urbana hab¨ªa establecido? No hay duda de que esa dispersi¨®n tiene unos elevados costes econ¨®micos, ambientales y, sobre todo, sociales. Porque no se trata s¨®lo del despilfarro de suelo o de la multiplicaci¨®n excesiva de servicios y flujos circulatorios. Se trata, sobre todo, de la p¨¦rdida de los valores sociales de la urbanidad, de la eliminaci¨®n de las bases colectivas y cohesionadoras de la ciudad. En algunos cap¨ªtulos del libro que comentamos se analizan estos costes y se comprende que son objetivamente insostenibles con los recursos econ¨®micos disponibles. La ciudad dispersa es, en principio, una ciudad imposible, pero, parad¨®jicamente, no s¨®lo existe en todas partes, sino que se produce con una intensidad creciente desde hace 50 a?os. Es una realidad en ciudades y pa¨ªses muy distintos, lo cual hace pensar que hay razones profundas y complejas que la justifican en t¨¦rminos muy esenciales. En diversos textos del libro se intentan algunas explicaciones a este fen¨®meno. Indovina resume as¨ª el tema: "En definitiva, este es el circuito: desarrollo econ¨®mico (industrial) de la ciudad, emigraci¨®n del campo a la ciudad, crecimiento de la densidad, aumento de los precios inmobiliarios y predisposici¨®n del campo a dejarse urbanizar constituyen los ingredientes que dieron origen a una transformaci¨®n del territorio que ya no se ha detenido". Pero a estos elementos -propios de la l¨®gica del crecimiento en el auge de un cambio productivo-, se a?aden otros factores, como pueden ser los cambios de formas de vida, la mitolog¨ªa de la segunda residencia, la avasallante especulaci¨®n territorial, las facilidades de un transporte aparentemente r¨¢pido, el populismo pol¨ªtico y vecinal que acaba logrando las infraestructuras aparentemente urbanizadoras, las necesidades de grandes superficies productivas que s¨®lo son posibles en el espacio fuera murallas o la imposibilidad de que la industria fraccionada absorba los costos especulativos del suelo dentro de las murallas.
La dispersi¨®n es un fen¨®meno urbano que se ha convertido en un virus mortal para las esencias sociales de la ciudad
La cuesti¨®n fundamental es, no obstante, decidir -o, en este caso, sugerir a partir del an¨¢lisis sociol¨®gico- qu¨¦ pol¨ªtica se podr¨ªa adoptar para conseguir la reurbanizaci¨®n, es decir, una nueva calidad urbana para esa dispersi¨®n suburbial. Para ello hay dos puntos de partida radicales: el de los que creen que la ¨²nica soluci¨®n es volver a meter a la ciudad dentro de las murallas, imponer el dise?o de la coherencia y la compacidad y, enfrente, el de los que creen que la situaci¨®n, en manos del mercado, es ya irreversible y que no hay m¨¢s soluci¨®n que aceptar -e incluso favorecer- ese nuevo tipo de ciudad, apoy¨¢ndola e incluso favoreci¨¦ndola con servicios y estructuras, asumiendo colectivamente los costes elevad¨ªsimos. Pero, entre extirpar y favorecer, la mayor parte de autores de los textos se deciden a favor del corregir, con la doble aceptaci¨®n contradictoria de que el fen¨®meno es nefasto pero irreversible, permanente pero corregible.
Como suele ocurrir en la mayor¨ªa de textos te¨®ricos sobre urbanismo, los resultados pr¨¢cticos son de eficacia muy discutible. Al fin, incluso, la voluntad de corregir implica la aceptaci¨®n acr¨ªtica de una injusticia social implantada con el se?uelo de una felicidad prefabricada por la propaganda consumista y por los intereses especulativos. Corregir es, en parte, aceptar y, quiz¨¢, rendirse. Es aceptar que el suburbio no puede ser m¨¢s que el resultado del fomento de una sociedad suburbial, una sociedad coherente con la permanente contradicci¨®n entre bienestar y malestar. Es decir, la correcci¨®n no va a resolver el problema, sino aplazarlo, esperando cambios m¨¢s revolucionarios e intransigentes. Pero, sea como sea, el conjunto de textos incluidos en La ciudad de baja densidad son unos estudios magn¨ªficos sobre un fen¨®meno urbano parad¨®jico que se ha convertido en un virus mortal para las esencias sociales de la ciudad europea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.