El estigma de ser del Este
Vistos como mafiosos o prostitutas, los europeos del Este presentes en Espa?a sufren prejuicios de los que tienen buen parte de la culpa aquellos mismos que les vejaron en sus pa¨ªses durante el totalitarismo
En Espa?a, ser "del Este" se ha convertido en un estigma. ?ltimamente, el rechazo del extranjero, una lacra que existe en todas las sociedades, va dirigido de manera especial contra los trabajadores temporales o residentes que proceden de los antiguos territorios sovi¨¦ticos, o sea, de los llamados "pa¨ªses del Este".
Conozco varios hogares espa?oles que emplean a una asistenta rumana o rusa, mujeres con formaci¨®n universitaria que no pueden sobrevivir en su pa¨ªs. En todos ellos escuch¨¦ comentarios elogiosos a la par que aterrados sobre esas ayudantes dom¨¦sticas, tipo: "La asistenta es un encanto, pero, siendo rusa, ?no trabajar¨¢ para una de esas bandas del Este?".
Es cierto que un buen n¨²mero de los grupos de delincuentes que se dedican al robo con violencia y a la prostituci¨®n proceden de distintos puntos de la Europa balc¨¢nica u oriental -generalmente de Rumania, Moldavia o Rusia-. Pero el hecho de que la prensa espa?ola, en vez de distinguir la historia y la tradici¨®n cultural de los distintos pa¨ªses que hace casi dos d¨¦cadas salieron del totalitarismo, haya acu?ado para todos ellos la inscripci¨®n "Este" (y que a los criminales, vengan de donde vengan, los haya llegado a llamar indiscriminadamente "bandas del Este" o "mafias del Este") no favorece ni a la imagen que los espa?oles puedan formarse de las personas provenientes de los pa¨ªses poscomunistas ni a su anhelo de entender esos pa¨ªses, tan desconocidos durante d¨¦cadas.
Muchas bandas criminales cuentan con ex agentes de las polic¨ªas y servicios secretos comunistas
En las series televisivas las rusas o polacas atractivas suelen venderse al mejor postor
En la mayor¨ªa de los casos, estas bandas que se dedican al crimen organizado est¨¢n formadas por antiguos polic¨ªas de los reg¨ªmenes comunistas, los cuales, mientras dur¨® el totalitarismo sovi¨¦tico, sirvieron a la Securitate, la KGB y organismos semejantes. Se trata de individuos que, al trabajar para los servicios secretos, fueron entrenados para pegar, torturar, entrar en las casas en ausencia del propietario, registrarlas y confiscar objetos escondidos, en especial manuscritos, libros clandestinos y documentos comprometedores. Sin embargo, con la ca¨ªda del comunismo y la llegada de la democracia, bastantes de esos hombres perdieron su trabajo de empleados de los diferentes ministerios del Interior y, aunque la mayor¨ªa encontr¨® otras colocaciones o se enrol¨® en las renovadas fuerzas del orden, algunos se organizaron en poderosas mafias que, hoy, en otro marco muy distinto, prosiguen la labor que durante a?os conform¨® su cotidianidad.
Parad¨®jicamente, la cruel iron¨ªa que viven hoy los ciudadanos europeos que vienen de los pa¨ªses del Este es la de verse estigmatizados por culpa de quienes durante el totalitarismo les infligieron miedo y vejaciones, por culpa de aquellos que les humillaron y reprimieron su libertad.
Hace unos meses, acompa?¨¦ a una pareja de escritores polacos que hab¨ªa venido en su coche a Espa?a para dar una gira de conferencias. Al ver la matr¨ªcula polaca, la polic¨ªa nos hizo parar y bajar, para luego registrarnos e inspeccionar el veh¨ªculo hasta la ¨²ltima bolsa de pl¨¢stico, sin dejar de exhibir ante nosotros sus cuatro ametralladoras. Tras un riguroso interrogatorio en el arc¨¦n de la carretera, nos dejaron marchar balbuceando algunas excusas, pero uno de los polic¨ªas a?adi¨® que buscaban a las bandas del Este, sobre todo a las de los Balcanes, "los m¨¢s violentos". Le dije que Polonia est¨¢ lejos de los Balcanes y le pregunt¨¦ por qu¨¦ dec¨ªa que los balc¨¢nicos eran los m¨¢s violentos. El polic¨ªa me contest¨® que ya lo demostraron en las recientes guerras de Yugoslavia, y en ese instante fui consciente de que esa es todav¨ªa la opini¨®n de muchos otros espa?oles
Y es que se suele pensar que los criminales balc¨¢nicos son los m¨¢s salvajes, mientras que los eslavos practican una crueldad refinada y diab¨®lica, como los m¨¦todos de la KGB de ayer y de la FSB de hoy. Un estereotipo tras otro estereotipo, una vez m¨¢s.
Los criminales m¨¢s violentos y temibles, comentaron luego mis acompa?antes polacos, sean de donde sean, son los antiguos miembros de las polic¨ªas secretas y de los aparatos represores totalitarios, de cuya mano los ciudadanos de los pa¨ªses ex comunistas sufrieron lo suyo en una ¨¦poca no tan remota. Convenimos que esos hombres, que han dedicado su vida a la violencia son b¨¢sicamente los causantes de que en la actualidad los mismos ciudadanos que fuimos sus v¨ªctimas quedemos difamados por ser "del Este". A estas alturas, est¨¢ claro que ser del Este es una expresi¨®n que ha adquirido connotaciones claramente peyorativas.
?C¨®mo deben sentirse en ese ambiente rencoroso las personas que vienen de esos pa¨ªses para residir en Espa?a? Experiment¨¦ dicha animadversi¨®n personalmente al acompa?ar a una empresaria y una diplom¨¢tica, ambas de Praga, como yo, a un acto en Madrid. Por el camino, que hicimos en autob¨²s, charlamos animadamente en checo y entonces not¨¦ que los viajeros nos escuchaban y observaban con curiosidad. Luego, al bajar, un hombre nos solt¨® una exclamaci¨®n descarada sobre las mujeres "del Este", acompa?ando sus palabras con un gesto obsceno.
M¨¢s tarde, en un taxi, el conductor, al o¨ªrnos hablar, nos pregunt¨® de d¨®nde ¨¦ramos. Por miedo a causar una mala impresi¨®n, mis acompa?antes contestaron evasivamente, hasta que una de ellas se hart¨® de su temor y dijo la verdad. El taxista exclam¨®: "?Del Este, ya lo dec¨ªa yo!". Acto seguido, ambas mujeres se deshicieron en justificaciones diciendo que provenimos de una ciudad civilizada, cultural, piense en Kafka o Dvorak...
?Por qu¨¦ mis acompa?antes sintieron la necesidad de justificarse como si se tratara de una grave acusaci¨®n? Pues porque esos hombres, con sus miradas, sus gestos, sus insinuaciones, nos estaban tratando como si perteneci¨¦ramos a grupos de delincuentes o a redes de la prostituci¨®n "del Este".
En parte, entend¨ª la raz¨®n del rencor de los espa?oles por los "del Este" cuando, al d¨ªa siguiente, fui a buscar una copia de mi partida de nacimiento al Registro Civil, ubicado en la madrile?a calle de la Montera. Ya de madrugada (la cola para conseguir la documentaci¨®n empieza a formarse alrededor de las seis), se pod¨ªa observar a decenas de prostitutas pululando en ese lugar tan c¨¦ntrico de Madrid, y entonces deduje que la mayor¨ªa habr¨ªan sido raptadas de Rusia, Ucrania y Rumania contra su voluntad para, una vez aqu¨ª, someterlas a una suerte de violencia cotidiana. Aquellas mujeres eran unas esclavas contempor¨¢neas, v¨ªctimas de sus secuestradores y de todos los que permiten su condici¨®n. Ante un espect¨¢culo semejante, cualquier ciudadano debe sentirse violento.
Parcialmente por culpa de ese fen¨®meno, la imagen de la mujer eslava se ha ido deteriorando en los ¨²ltimos dos a?os, asoci¨¢ndose con alguien que se aprovecha de su f¨ªsico. Existen series televisivas y largometrajes, espa?oles y otros, en los que una rusa o una polaca, consciente de su atractivo, se vende al mejor postor. Y conozco m¨¢s de un caso en el que padres espa?oles se opusieron rotundamente a que su hijo se casara con una mujer eslava. ?Qu¨¦ es todo ello si no un nuevo racismo?
En una encuesta reciente de la cadena de televisi¨®n francesa France 24, los ciudadanos espa?oles fueron los que mostraron actitudes menos racistas de todos los ciudadanos europeos. Sin embargo, tras 20 a?os de residir en Espa?a sin ning¨²n problema, observo un creciente n¨²mero de actitudes como las que he tratado de describir.
No deber¨ªamos olvidar que un inmigrante, sea del Este o no, ese extranjero que nunca acaba de comprender del todo el idioma y la cultura del pa¨ªs que le ha acogido, es un ser m¨¢s vulnerable que los dem¨¢s, alguien que con facilidad se siente humillado y maltrecho. Estigmatizar al d¨¦bil es cometer una injusticia, por lo que urge reaccionar ya, evitando denigrar a un grupo de conciudadanos por las actuaciones delictivas de una minor¨ªa.
Monika Zgustova es escritora.
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