Forl¨¢n, un gigante

Se le puso en las narices a Forl¨¢n ganar el partido y lo gan¨®. Le dio igual el arranque (fren¨¦tico) del Racing. Le dio igual la actuaci¨®n (espectacular) de Coltorti, portero rival. Solidario, incansable, se ech¨® el equipo a la espalda y no par¨® hasta conseguir su prop¨®sito. Vio c¨®mo Coltorti hac¨ªa el partido de su vida y dinamitaba casi todas las ocasiones del Atl¨¦tico, que las tuvo, y a pu?ados. No acept¨® los hechos. Cay¨® a una banda, a otra, baj¨® a recibir, se ofreci¨®, combin¨®, regate¨®, empuj¨®, dirigi¨®, dispar¨®... No se detuvo hasta que consigui¨® el primer gol. Y el segundo, una obra de arte. No se detuvo hasta regalarle a su equipo una victoria tan necesaria como merecida. Fue, el suyo, el de Forl¨¢n, un partido espectacular, memorable. Una delicia.

Se med¨ªa el Atl¨¦tico a un equipo, el Racing, que ven¨ªa causando sensaci¨®n. Porque la apuesta de su t¨¦cnico, Marcelino, por el toque, le viene dando dividendos. Y tocando entr¨® en escena a lo grande, adue?¨¢ndose del bal¨®n y bailando a su rival. Cuatro saques de esquina acumul¨® el Racing en 10 minutos. El Atl¨¦tico no sal¨ªa de su campo ni de su asombro. Sin embargo, su defensa, con Pablo (ayer s¨ª) a la cabeza, logr¨® solventar el acoso, a lo que le ayud¨® que el joven Iv¨¢n Bolado no supiera aprovechar los desajustes que protagonizaban Perea y Pern¨ªa.

Estaba el Atl¨¦tico en la inopia, con Forl¨¢n acudiendo al rescate de su centro del campo, cuando Ag¨¹ero, a quien no deja fuera del equipo ni su tobillo da?ado, se hizo presente como s¨®lo ¨¦l sabe hacerlo. Se fue el Kun por la banda derecha, acelerando de golpe, sin que nadie acertara no ya a quitarle el bal¨®n, asunto harto complicado, sino ni siquiera a derribarle, y su centro cay¨® al ¨¢rea sin que nadie llegara a alcanzarlo.

Como si del toque de corneta se tratara, la jugada, pese a su inocencia, despert¨® al Atl¨¦tico y provoc¨® un cortocircuito en el Racing. Que baj¨® el ritmo y cej¨® en su desaforado acoso. El Atl¨¦tico se adue?¨® del bal¨®n y no lo solt¨®. Por fin Ra¨²l Garc¨ªa se hizo con el mando del juego y permiti¨® a Forl¨¢n acercarse al ¨¢rea rival. Donde arm¨® la marimorena. Tras un pase de Simao dispar¨® con la derecha y Coltorti despej¨® con agilidad. Medio minuto despu¨¦s recuper¨® el bal¨®n, se intern¨® en el ¨¢rea y lanz¨® un zurdazo dur¨ªsimo que el portero suizo rechaz¨® como pudo. Pero es que cinco minutos despu¨¦s, en el 45, el Atl¨¦tico teji¨® la jugada del a?o, casi del siglo, en la que Forl¨¢n dej¨® a Pern¨ªa de tac¨®n y el disparo de ¨¦ste, bestial, oblig¨® a Coltorti al m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa.

Ten¨ªa que llegar el gol, m¨¢s que nada porque el Atl¨¦tico estaba desatado. El Racing aguant¨® lo que pudo, hasta que Ag¨¹ero penetr¨® por la izquierda, Garay sali¨® al cruce y su despeje cay¨® en pies de Forl¨¢n. Mal asunto. El uruguayo dispar¨® desde la frontal y mand¨® el bal¨®n dentro, pegado al palo. No le bast¨®. Al instante, Coltorti volvi¨® a rechazar un disparo de Simao, y all¨ª acudi¨® Forl¨¢n, hambriento, al quite, aunque la peg¨® mal. A la fiesta se uni¨® el Kun, al que Coltorti, siempre ¨¦l, cort¨® las alas en un mano a mano.

Nada deten¨ªa al Atl¨¦tico, que viv¨ªa los mejores minutos de la temporada. Y ocurri¨® que Forl¨¢n atrap¨® el bal¨®n en la banda derecha y se fue hacia el interior, el cuero cosido a la bota, un par de rivales que quedan en el camino y el chico que levanta la cabeza y suelta un zurdazo brutal, que vuela de abajo arriba para volver a bajar, folha seca lo llaman, un lujo, un diamante de gol, una maravilla dibujada por un jugador maravilloso que puso as¨ª fin a una actuaci¨®n sencillamente gigantesca.