El olor del pan
Expulsado de su tierra en 1948 como consecuencia de la creaci¨®n del Estado de Israel, Mahmud Darwix (1941) es un cl¨¢sico representante de la injusta y penosa di¨¢spora palestina. Darwix -que ha publicado en Espa?a libros como El lecho de una extra?a, Menos rosas (en Hiperi¨®n), Estado de sitio, F¨¦nix mortal (en C¨¢tedra), Mural y Memorias para el olvido (en Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo)- conoci¨® las c¨¢rceles israel¨ªes y el exilio en Egipto, Beirut, Par¨ªs y T¨²nez -ahora vive entre Jordania y Cisjordania- y de ese bagaje peregrino hablan con resonante elocuencia sus poemas, siempre atravesados de retornos que cuajan en un lirismo que parece conjurar con sus posesiones interiores las lejan¨ªas del desterrado. A pesar de semejante tragedia personal -nunca volver¨¢s a la tierra que te vio nacer-, en ning¨²n caso estamos ante una poes¨ªa de corte testimonial, al menos si entendemos ese t¨¦rmino en un sentido de rastrera e impulsiva emotividad y de transparente pero apo¨¦tico alegato pol¨ªtico. Por el contrario, estamos ante una poes¨ªa que metaboliza el drama hist¨®rico que afecta a una colectividad gravemente agraviada desde una manifiesta huida de la simpleza estrictamente acusadora. La mejor poes¨ªa social y pol¨ªtica es ¨¦sta, la que denuncia sin renunciar a la ambici¨®n art¨ªstica, la que se hace transparente a base de hacerse inaccesible a cualquier clase de simpleza de la naturaleza que sea (la excelente traducci¨®n que leemos nos obliga a creerlo as¨ª).
Poes¨ªa escogida (1966-2005)
Mahmud Darwix
Edici¨®n y traducci¨®n de Luz G¨®mez Garc¨ªa
Pre-Textos. Valencia, 2008
269 p¨¢ginas. 22 euros
El despojamiento que significa ser expulsado de la casa materna no consigue, no obstante, destruir los fundamentos m¨¢s esenciales de la existencia, lo cual quiere decir que ninguna clase de violencia hace desaparecer las m¨¢s acendradas posesiones que habitan en un ser imbuido del m¨¢s refinado conocimiento sensitivo del mundo. Darwix protege esa fortaleza con orgullosa elevaci¨®n y sus poemas rescatan un fundamental acto celebrativo que significa dotar de esencialidad perdurable a los escenarios usurpados pero no por ello abandonados a los usurpadores. El lirismo que nutre estos poemas tiene una ra¨ªz esencialmente nost¨¢lgica porque alude siempre a una rememoraci¨®n dolorida y ansiosa pero, a la vez, tiene la perentoriedad de lo verdaderamente conocido y pose¨ªdo, y por ello mismo indestructible. El presente se abre en ellos al mismo tiempo que un pasado lejano, y ambos se al¨ªan para elevar el olor del pan de la infancia a una categor¨ªa de metaf¨ªsica esencialidad y superviviente temporalidad.
Las personas tambi¨¦n contribuyen a edificar la resistencia al despojo. Estos poemas est¨¢n llenos de otros que devuelven im¨¢genes de parecido destierro y despojamiento a los del autor mismo y con los cuales se persigue y se alcanza una imagen del hombre fundamentalmente despose¨ªdo pero tambi¨¦n esencialmente vinculado a creencias que casi siempre son im¨¢genes poderosas que remiten a la patria ausente. De todos esos otros, unos an¨®nimos y otros m¨¢s c¨¦lebres, destaca la figura de Edward Said. Con su ayuda, en un Nueva York que ya hab¨ªa sido motivo de otras b¨²squedas llenas de emotividad y penetrante evocaci¨®n (v¨¦ase el precioso poema dedicado al malogrado poeta Rachid Husein), se asoma Darwix, unas veces con lorquianas reminiscencias y otras con eliotiana interioridad, a la cuesti¨®n crucial que atraviesa muchos de sus poemas: la identidad tambaleante, la dubitativa al tiempo que asertiva b¨²squeda del ser propio, lo que tenemos que ser para no dejar de ser pero tambi¨¦n lo que nunca hemos sido ni nunca seremos (a pesar de vivir, ?hemos sido alguna vez?). El poema Mural (2000) escenifica a la perfecci¨®n este dilema que tiene la vitalidad de lo cre¨ªble antes que la artificiosidad de lo fantaseado y explayado como mero alarde extravagante. "No he estado vivo ni muerto, / no he sido ser ni no ser". El resultado es una indiscutible y art¨ªstica complejidad, consecuencia sin duda de una ambici¨®n verdadera que le da a la poes¨ªa lo que le es suyo y que se anuncia sint¨¦ticamente en peticiones como ¨¦sta: "S¨¦ digno del olor del pan. / Sabe estar / con las flores de las cunetas, / pues el horno de tu madre a¨²n arde". -
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