As¨ª fue la Operaci¨®n F¨¦nix
Entresijos del ataque colombiano en Ecuador que acab¨® con Ra¨²l Reyes, el 'n¨²mero dos' de las FARC
Cinco veces hab¨ªa esquivado Luis Edgar Devia, alias Ra¨²l Reyes, los intentos de las fuerzas de seguridad de "darle de baja". El 1 de marzo, la onda expansiva de un bombazo puso fin a la vida del n¨²mero dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Dorm¨ªa a pierna suelta. Lo ¨²ltimo que pod¨ªa imaginar era que el Ej¨¦rcito colombiano lo fuera a alcanzar en su santuario de Ecuador. Pero al otro lado de la frontera, los servicios de inteligencia esperaban el momento. Y el momento lleg¨® aquella madrugada del s¨¢bado.
El general colombiano Freddy Padilla extiende una enorme fotograf¨ªa a¨¦rea de la regi¨®n de Pi?u?a Blanco. Separando a los dos pa¨ªses, las aguas rojizas del r¨ªo Putumayo discurren en meandros. Algunas manchas amarillas rompen la monoton¨ªa verde de la vegetaci¨®n selv¨¢tica. Son "chacras de coca" abandonadas. "Sab¨ªamos que estaba en su campamento madre", explica, se?alando a una cruz roja en el lado ecuatoriano, a 1.850 metros de la frontera. "Y ten¨ªamos la informaci¨®n de que iba a sostener un encuentro en este punto, en territorio colombiano".
Desde 2002, las autoridades colombianas se hab¨ªan propuesto descabezar a la narcoguerrilla que ensangrienta el pa¨ªs desde hace 40 a?os. Y Reyes era prioritario. Todo est¨¢ listo el viernes 29 de febrero. "Hacia las 22.30, media hora antes de lanzar el ataque, recibimos la informaci¨®n de que el se?or no ha viajado", prosigue Padilla. El presidente, ?lvaro Uribe, da luz verde. No pueden perder la oportunidad. Se cambian las coordenadas de los aviones, que ahora son N 00?23'10.66'', W076?20'59.88'': el campamento madre en Ecuador. Dos Supertucano despegan. La Operaci¨®n F¨¦nix est¨¢ en marcha.
Ecuador ha denunciado que las aeronaves penetraron 10 kil¨®metros y bombardearon el campamento de las FARC. "No entramos en su espacio a¨¦reo", asegura el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. "El recorrido est¨¢ registrado en los sistemas de navegaci¨®n. Y hay un enorme radar ecuatoriano a 46 kil¨®metros del lugar, que los hubiese detectado". Quito esgrime que su radar no funcionaba. "?Qu¨¦ casualidad!", ironiza Padilla, y dibuja par¨¢bolas y flechas en un papel para explicar que es posible atacar sin traspasar la frontera. "?Sabe qu¨¦ entr¨®? Cuatro helic¨®pteros Blackhawk con tropa de ¨¦lite y 44 polic¨ªas judiciales, para registrar y verificar si estaba Reyes".
Los soldados se abren camino con los visores nocturnos hasta el campamento. Uno de ellos lleva una c¨¢mara en el fusil. Entre los escombros, encuentran el cad¨¢ver de un hombre con barba y gruesa barriga. Objetivo logrado. Un poco m¨¢s adelante, la c¨¢mara enfoca el rostro asustado de una mujer. Est¨¢ amarrada, como suelen tener las FARC a sus secuestrados. Le curan un brazo y colocan junto a ella una bandera blanca. Hacen lo mismo con dos guerrilleras heridas. La filmaci¨®n muestra un campamento estable, con infraestructuras, desde camas hasta material de intendencia. Los comandos encuentran tres ordenadores port¨¢tiles y dos discos duros externos. Hay tambi¨¦n 39.900 d¨®lares (27.000 euros).
Unos disparos rompen el silencio. Comienza el combate con el anillo de seguridad de la guerrilla. "?El barbuchas que quer¨ªamos ya lo tenemos, hermano! ?Entr¨¦guense, no se hagan matar chimbamente!". Los atacantes se esfuman. Los helic¨®pteros levantan vuelo con el cuerpo de Ra¨²l Reyes, para evitar que las FARC desmintieran su muerte. Los agentes policiales se quedan resguardando el campamento.
A la una de la ma?ana, Uribe telefonea a su hom¨®logo Rafael Correa. Le comenta que ha habido un enfrentamiento que ha rebasado la frontera. Han muerto un soldado y una veintena de guerrilleros, entre ellos Ra¨²l Reyes. Correa se inquieta: "?D¨®nde cay¨® Reyes?". "Estoy casi seguro que en territorio de Ecuador", responde Uribe. "Con alg¨²n rubor", el colombiano admite que no le dijo que era una operaci¨®n planificada. "Asumo mi responsabilidad. Pero si lo hubiera comunicado antes, estoy seguro de que todo hubiera fracasado".
Inmediatamente despu¨¦s, los comandantes militares llaman a sus pares ecuatorianos. "La reacci¨®n fue solidaria", asegura Padilla. "Les dimos las coordenadas del lugar y les dijimos que hab¨ªamos dejado a 44 hombres para hacerles entrega de todo".
Pero algo se tuerce. A mediod¨ªa del s¨¢bado, la inteligencia colombiana en Ecuador alerta de una acalorada reuni¨®n del presidente y los mandos militares. La decisi¨®n de Correa es detener a los agentes colombianos. Sin otra escapatoria, los 44 hombres se adentran en la selva, dando un gran rodeo para evitar tanto al Ej¨¦rcito ecuatoriano como a las FARC. Tras 11 horas de caminata, la columna entra en Colombia. Son las siete de la ma?ana del domingo. La Operaci¨®n F¨¦nix ha terminado. Y empieza una crisis diplom¨¢tica que, a pesar de las escenas de abrazos, est¨¢ muy lejos de cerrarse.
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