La fisura
El ¨¦xito electoral de los socialistas en Catalu?a podr¨ªa acrecentar la fisura abierta entre PSC y PSOE a ra¨ªz de las negociaciones del Estatut y de la elecci¨®n de Montilla como presidente de la Generalitat, contra el pacto establecido entre Zapatero y Mas. Los delegados catalanes que asistieron al Comit¨¦ Federal del PSOE, el pasado fin de semana, salieron preocupados de la reuni¨®n. Ni por parte del presidente, ni por parte de los portavoces de las distintas delegaciones territoriales hubo un solo gesto de agradecimiento o de reconocimiento por el magn¨ªfico resultado obtenido por el PSC. La frialdad m¨¢s absoluta, como si m¨¢s que un ¨¦xito compartido el resultado de Catalu?a fuera m¨¦rito de Zapatero a pesar de los socialistas catalanes. "Esta legislatura ser¨¢ menos catalana", ha dicho el presidente. Y un escalofr¨ªo ha recorrido el espinazo del PSC.
Las cuestiones personales juegan. Zapatero no perdona que Montilla no aceptara su pacto con Mas
Un salto tan grande -m¨¢s del doble de votos de los que obtuvo Montilla en las auton¨®micas- tiene sin duda una explicaci¨®n principal: en unas elecciones en que se trataba de escoger a Zapatero o a Rajoy como presidente del Gobierno, la ciudadan¨ªa catalana tiene muy claro lo que quiere. Y en esta ocasi¨®n, ante el riesgo de retorno del PP, que el PSC supo explotar mejor que nadie, opt¨® por lo seguro: el voto directo. ?sta es la raz¨®n principal del resultado sin desmerecer todo lo dem¨¢s: la consolidaci¨®n de Montilla como presidente, la erosi¨®n del nacionalismo catal¨¢n provocada, parad¨®jicamente, por su desplazamiento hacia el soberanismo, la buena campa?a del PSC, e incluso la valoraci¨®n positiva que un sector del electorado ha hecho de la pol¨ªtica de Zapatero hacia Catalu?a a pesar de cercan¨ªas y otros desastres.
Los socialistas catalanes saben de la volatilidad del voto extra que han recibido. Y recuerdan perfectamente que Montilla perdi¨® en las auton¨®micas 700.000 votos respecto a los que dos a?os antes hab¨ªa conseguido en las generales. Con lo cual necesitan convertir este ¨¦xito en proyecto para Catalu?a antes de las pr¨®ximas auton¨®micas. Para ello necesitan demostrar el poder real de sus 25 diputados en el Parlamento espa?ol. Necesitan convencer a una ciudadan¨ªa esc¨¦ptica -que vota en cada elecci¨®n a quien cree que sirve mejor sus intereses, y en caso duda, se envuelve en la bandera- que nadie est¨¢ en mejor posici¨®n que ellos para que Catalu?a obtenga los recursos imprescindibles para su relanzamiento. Para conseguirlo necesitan, obviamente, la complicidad del PSOE y del Gobierno de Zapatero. De momento, no la sienten.
Con 25 diputados, el PSC no tiene coartada. La ciudadan¨ªa le valorar¨¢ por resultados contantes y sonantes. El PSOE responde con indiferencia. La indiferencia viene de tres factores: La sensaci¨®n de que el resultado de Catalu?a ha tenido un precio -un exceso de atenci¨®n a los catalanes- que ha hecho perder votos en otros sitios. La convicci¨®n de que Zapatero se basta solo para que Catalu?a le vuelva a sacar las casta?as del fuego cuando sea necesario. Y el eterno agravio comparativo que siempre se da por supuesto cuando se habla de los catalanes. Si el PSC no cumple, lo pagar¨¢ en las auton¨®micas, pero tarde o temprano lo pagar¨¢ Zapatero. Hay sectores del nacionalismo moderado que por poco que el PP se tome en serio a Catalu?a se dejar¨¢n atraer por la derecha porque es su espacio ideol¨®gico. Se vio perfectamente en el 96.
La fisura no ser¨¢ f¨¢cil de cerrar. Porque el PSOE est¨¢ muy preocupado por sus p¨¦rdidas al sur del Ebro. Porque las cuestiones personales juegan y Zapatero no perdona a Montilla que no aceptara su pacto con Mas. Y porque siempre es apor¨¦tico compaginar los intereses de Catalu?a y los de otras partes de Espa?a. El PSC, tan prudente, ni siquiera ha planteado lo que para ¨¦l ser¨ªa soluci¨®n ¨®ptima: grupo parlamentario propio y Gobierno de coalici¨®n PSC-PSOE. Pero una buena financiaci¨®n y un buen desarrollo estatutario son indispensables a corto plazo para el PSC y a medio plazo para el PSOE.
Estos d¨ªas ha habido un acontecimiento que explica la dif¨ªcil comprensi¨®n de lo que ocurre en Catalu?a. Muri¨® Cassia Just, el abad de Montserrat que jug¨® un papel importante en la transici¨®n y que represent¨® siempre un cristianismo abierto, nada que ver con el de la Conferencia Episcopal. En su funeral estaban todos los partidos catalanes excepto el PP. Y ni un solo representante de los partidos espa?oles, ni siquiera los veteranos de la transici¨®n, excepto Rodolfo Mart¨ªn Villa. ?Es posible que desde el puesto de gobernador civil de Barcelona durante el franquismo fuera m¨¢s f¨¢cil entender Catalu?a que desde las sedes de los partidos democr¨¢ticos espa?oles?
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