"El artista sue?a parecerse a su obra"
Teatros de sombras, bombillas desnudas en torno a fotos borrosas de gente desaparecida o muerta, viejas cajas de hojalata, ropa usada. El mundo creativo de Christian Boltanski (Par¨ªs, 1944) parece ser el de un largo duelo que no cura el tiempo. O el de un obsesivo constructor de altares paganos. Artista de importante trayectoria es, sobre todo, una especie de escen¨®grafo de ultratumba, como puede verse en la exposici¨®n que tiene ahora en Palma de Mallorca. En el silencioso oratorio del siglo XIII que pertenece a la galer¨ªa Kewenig despliega una temblorosa danza de peque?as sombras diab¨®licas, junto a un fantasmal v¨ªdeo de su rostro en distintas edades. Pese a la constante presencia de la muerte en su trabajo, Boltanski es un hombre m¨¢s atado a lo terrenal que a lo de ultratumba. Un excelente conversador, sobre todo si hay una selecci¨®n de embutidos, pan y una botella de vino de por medio. Mientras habla va cortando con fuerza rodajas de chorizo con un cuchillo corto y de hoja gruesa. Mastica y observa con los ojos vidriosos mientras oye la pregunta.
"El culto al dinero, como en la feria de arte de Miami, est¨¢ a punto de acabar. El sue?o de las utop¨ªas est¨¢ regresando"
P. Suele construir peque?as escenas en sus instalaciones. A pesar de eso ha manifestado en ocasiones que usted es ante todo un pintor.
R. Suelo decir que soy un pintor en parte para desconcertar a la gente, y tambi¨¦n porque no creo en el progreso del arte. Yo hago el mismo trabajo que los que en el pasado pintaban un mural al fresco en una iglesia o tallaban m¨¢rmol. Intento plantear algunas preguntas, no a trav¨¦s de las palabras, sino con asociaciones visuales. Estoy del lado de la visi¨®n y no de las palabras.
P. Su obra parece pedir entornos como iglesias o edificios antiguos donde encuentra las atm¨®sferas m¨¢s adecuadas.
R. Es lo que me gusta y lo que busco. Cuando me pidieron exponer en el centro de arte de Santiago de Compostela el edificio moderno me pareci¨® bello pero no me apeteci¨® exponer all¨ª. As¨ª es que me consiguieron permiso para hacerlo en una iglesia que estaba al frente. Un d¨ªa estaba yo a la entrada y una se?ora mayor me pregunt¨® qu¨¦ pasaba ah¨ª dentro. Le contest¨¦ que iba a haber una ceremonia para los muertos. Ella acept¨® mi explicaci¨®n y la comprendi¨® perfectamente. Si yo le hubiera dicho que era un artista conceptual enviado por el museo de arte contempor¨¢neo, se habr¨ªa dado media vuelta. Y, de haber entrado en el museo, no le habr¨ªa gustado la muestra. Esa mujer cumpli¨® mi sue?o de un espectador.
P. ?No le gusta exponer en museos?
R. Suelo decir, medio en broma, que muchas de las ciudades europeas crecieron en torno a una reliquia. Una peque?a bolsa con huesos a cuyo alrededor se constru¨ªa una catedral y que atra¨ªa gente de muchos lugares, lo que ocasionaba el crecimiento econ¨®mico. Ahora sucede lo mismo en sitios como Bilbao. All¨ª tambi¨¦n se trajo una "peque?a bolsa de huesos", se construy¨® una gran catedral del arte y la ciudad se enriqueci¨®. Los museos son las nuevas iglesias; aunque las antiguas eran m¨¢s generosas y abr¨ªan sus puertas a todo el mundo.
P. ?Una obra de arte es algo vivo?
R. Las obras viven en manos del artista de forma temporal, viven una especie de reencarnaci¨®n. Yo suelo destruir el 60% de las obras despu¨¦s de cada exposici¨®n. Y hago una especie de tumba con las que me gustan menos. Hay pocas que merezcan ser conservadas. Al norte de Jap¨®n hay una de mis piezas, de tama?o monumental, en un antiguo colegio abandonado. En las afueras de Par¨ªs, en los s¨®tanos del conservatorio de m¨²sica, hay otra obra enorme. Es muy dif¨ªcil poder verla porque hay que pedir permisos y todo eso. Es como si estuviera muerta. Pero me gusta saber que esas obras est¨¢n all¨ª, secretamente, aunque nadie las vea. Ahora estoy preparando otra en el mar de Jap¨®n. Alguien me ha dado una peque?a isla para instalarla all¨ª.
P. ?Le gusta eso?
R. Hace a?os particip¨¦ en una exposici¨®n colectiva en la que a cada persona se le daba una llave en la que figuraba una direcci¨®n. Una de ellas era de un garaje de Mosc¨² donde hab¨ªa una obra de Kabakov. Otra de Rothko, en una monta?a de M¨¦xico. Ten¨ªas en la mano la llave de la belleza pero ten¨ªas que ingeni¨¢rtelas para hacer el viaje en su busca. Muchos se metieron la llave en el bolsillo y no hicieron nada.
P. Las fotos en sus trabajos son siempre difusas, fantasmales. Me lo imagino fascinado la primera vez que vio en un laboratorio c¨®mo aparec¨ªa la imagen en el papel...
R. Yo siempre quise que mis fotos fueran o parecieran de mala calidad. Mi primer trabajo lo hice en el peque?o laboratorio de un amigo fot¨®grafo. Me dijo que ¨¦l me har¨ªa el revelado pero pidi¨® que no lo dijera nunca porque su prestigio quedar¨ªa en entredicho.
P. ...y el que se hizo famoso fue usted...
R. Yo siempre quise ese efecto en mis fotos. Mi gran orgullo hoy es no tener asistente ni secretario. Desconf¨ªo de los artistas que se convierten en directores de una peque?a empresa. Yo procuro hacer las cosas yo mismo. Puedo enviar a soldar algo, pero suelo trabajar solo. Y eso me da una gran libertad. Tambi¨¦n es que pienso que la emoci¨®n est¨¢ en las cosas mal acabadas. Adem¨¢s, el hecho de no tener asistentes me permite no trabajar. Yo me paso la mayor parte del tiempo acostado en la cama, sin hacer nada. Trabajo poco. Veo la televisi¨®n.
P. La fragilidad es quiz¨¢ una de las claves de toda su obra, m¨¢s que la presencia de la muerte o la p¨¦rdida de la identidad.
R. S¨ª, quiz¨¢ porque la vida es algo tan fr¨¢gil. Puede sonar pretencioso, pero siempre he cre¨ªdo tener un lazo con Giacometti. ?l hizo una y otra vez el retrato de su hermano y en cada caso sinti¨® que fracasaba. Es sublime: erraba y volv¨ªa a empezar. A m¨ª me pasa algo as¨ª. En mi vida persiste la idea del fracaso. Hay siempre algo que no es del todo como deber¨ªa ser. A veces cuando creo conseguirlo puede ser tan fr¨¢gil que se quiebra. Y debo recomenzar. La idea del error, del fracaso est¨¢ asociada a la de la vida. Es imposible conservarla. Se escapa siempre.
P. Usted ha trabajado mucho con la memoria de v¨ªctimas de la Segunda Guerra Mundial. Hoy se publican cada vez m¨¢s libros y se hacen m¨¢s pel¨ªculas sobre esa ¨¦poca. ?No han cerrado las heridas?
R. La memoria de esa ¨¦poca estuvo oculta mucho tiempo. La primera pel¨ªcula que se hizo en Francia creo que fue de Alan Resnais, en 1956 o as¨ª. Muchas cosas quedaron silenciadas durante d¨¦cadas. Lo que pasa ahora es que para mi generaci¨®n y la posterior a la m¨ªa es imposible ya creer en las utop¨ªas. El rid¨ªculo fin del comunismo, con todos estos se?ores nuevos ricos, ha hecho que se destruya la idea de la utop¨ªa. Y sin embargo, creo que ahora hay una nueva generaci¨®n que s¨ª cree en los sue?os y que el sue?o de las utop¨ªas est¨¢ regresando. Cada vez hay m¨¢s artistas so?adores. Por eso pienso que el tiempo de ferias de arte como la de Miami est¨¢ por terminar. Yo he estado ah¨ª, vendo mis obras. Pero todo ese culto al dinero est¨¢ apunto de acabar. Todos mis amigos artistas que han vuelto de esa feria lo han hecho disgustados. Avanza una nueva generaci¨®n m¨¢s desinteresada, m¨¢s ut¨®pica. Van a vender, pero no de esa manera. Habr¨¢ una buena peque?a crisis y todo volver¨¢ a comenzar.
P. En esta exposici¨®n hay dos piezas autobiogr¨¢ficas. En esta etapa se est¨¢ concentrando m¨¢s en su propia persona que en la de los dem¨¢s, como hac¨ªa antes.
R. Es que antes que la propia muerte est¨¢ la muerte de los otros. Hay una diferencia. Durante mucho tiempo me preocup¨® la desaparici¨®n de los dem¨¢s. Pero eso cambia. Ahora se acerca a m¨ª. No hay que mirarlo de forma negativa tampoco. Porque cuando hablo de m¨ª hablo tambi¨¦n de los otros. Lo grande del arte es que siempre se habla de uno mismo pero uno se convierte en los dem¨¢s. Lo personal se hace colectivo. Pienso que al final el artista no es m¨¢s que su obra y ¨¦sta es como su reflejo. Giacometti, al final de su vida, parec¨ªa un giacometti. Bacon termin¨® por parecer un bacon, con la cara deformada por el alcohol. Y yo me parezco cada vez m¨¢s a una caja de galletas. (R¨ªe). S¨ª, tal vez el sue?o del artista es parecerse a su obra.
P. ?Le interesa el arte espa?ol? ?Cu¨¢les son sus artistas preferidos?
R. Como todo el mundo, siento pasi¨®n por Goya. Vel¨¢zquez no me llama tanto la atenci¨®n. Lo que siempre me gust¨® de Espa?a es El Caso.
P. ?El Caso, ese viejo peri¨®dico de sucesos?
R. S¨ª, he hecho muchas obras con material de El Caso. Hab¨ªa cantidad de fotos de cad¨¢veres. Hice un libro entero con esas fotos de El Caso en Alemania. Eran p¨¢ginas plateadas, de ese material que rascas un poco y ves lo que hay impreso debajo. Si rascabas encontrabas fotos de gente muerta de forma violenta. Era un contraste brutal.
P. Tiene usted ideas originales, se?or Boltanski. Las que se le ocurren a alguien que no hace nada.
R¨ªe a carcajadas.
P. Podr¨ªa pensarse que es usted alguien triste y oscuro, pero es lo contrario.
R. Es que amo la vida. Hace falta olvidar que se puede perder toda esperanza. Hay que ser ligero. Es una gran virtud religiosa. Ser ligero. Amar la vida.
Christian Boltanski. Les ombres. Galer¨ªa Kewenig. Oratorio de Sant Feliu. Calle Sant Feliu, s/n. Palma de Mallorca. Hasta el 9 de mayo.
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