Israel se enroca en las colonias
Ehud Olmert rechaza las fronteras de 1967 como base para la negociaci¨®n
El primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert, habla con solemnidad ante anfitriones de post¨ªn -George Bush, Angela Merkel- y en su discurso insiste en la necesidad de alcanzar un acuerdo para crear un Estado palestino. Incluso, afirma, es una necesidad vital para la supervivencia de Israel. Es una tesis m¨¢s propia de un partido izquierdista como Meretz, impulsor de iniciativas que han sido bien acogidas en el pasado por los partidos palestinos. Las decisiones del Gobierno, sin embargo, son similares a las que habr¨ªa adoptado la extrema derecha del Likud, antiguo hogar pol¨ªtico de Olmert.
Israel se ha enrocado en los asentamientos alzados en los territorios ocupados y en Jerusal¨¦n Este, donde anuncia constantes ampliaciones con centenares de nuevas viviendas. Han transcurrido ya cuatro meses desde la pomposa declaraci¨®n de Annapolis y nada se ha avanzado. "Lo m¨¢s grave", apunta una fuente muy pr¨®xima a las negociaciones, "es que los delegados israel¨ªes rechazan como base para las negociaciones las fronteras de 1967".
"Quiero un acuerdo factible que pueda aplicarse", afirma la ministra Livni
Los palestinos se plantean poner en cuesti¨®n la partici¨®n de 1947
La postura de partida de la delegaci¨®n palestina es clara. Sobre la base de las resoluciones de Naciones Unidas y de las fronteras previas a la guerra de junio de 1967, cuando Israel conquist¨® Cisjordania y Gaza, pueden acordarse intercambios territoriales como m¨¦todo para solventar los hechos consumados impuestos por todos los Ejecutivos israel¨ªes desde hace 40 a?os: la construcci¨®n imparable de colonias. En lo que supone un paso atr¨¢s respecto a los procesos de Oslo (1993) y de Camp David (2000), la delegaci¨®n israel¨ª pretende regresar a la casilla de salida y comenzar a discutir con los mapas sobre la mesa, teniendo muy en cuenta los asentamientos e ignorando los lindes anteriores a la Guerra de los Seis D¨ªas.
Uno de los negociadores presentes en las reuniones explica a EL PA?S c¨®mo transcurri¨® una reciente cita en las que intercambiaban posiciones el jefe del equipo palestino, Ahmed Qurea, la ministra de Exteriores israel¨ª, Tzipi Livni, y uno de los destacados miembros de su delegaci¨®n, Tal Beker.
Qurea: "Antes de los criterios [para el intercambio de tierras], hay unos t¨¦rminos de referencia que hemos pactado en anteriores negociaciones. Esos t¨¦rminos de referencia son las fronteras de 1967".
Beker: "Nunca hemos dicho en anteriores negociaciones que acept¨¢ramos las fronteras de 1967. Lo que tenemos entre nosotros es la resoluci¨®n 242 de Naciones Unidas". Es un debate de muy larga data. Israel siempre ha mantenido una interpretaci¨®n de esa resoluci¨®n que nadie m¨¢s en el mundo comparte. A su juicio, la 242 habla de devolver territorios ocupados, y no todos los territorios ocupados. Una tesis que supondr¨ªa legitimar las conquistas por la fuerza.
Durante la reuni¨®n, los negociadores siguen enzarzados. Los palestinos preguntan si Israel acepta la Hoja de Ruta, el plan dise?ado por Estados Unidos en 2003 y que establece garant¨ªas plenas de seguridad para Israel a cambio de la congelaci¨®n total de la edificaci¨®n en los asentamientos. La delegaci¨®n israel¨ª se?ala que desea evitar un punto muerto de la negociaci¨®n. Y proponen discutir sobre la realidad creada en las ¨²ltimas d¨¦cadas a golpe de ladrillo y de colonos. Incluso insisten en que todo lugar sagrado para los jud¨ªos deber¨¢ permanecer bajo soberan¨ªa israel¨ª.
Qurea advierte entonces que si no se aceptan como punto de partida las fronteras de 1967, los palestinos tambi¨¦n pondr¨ªan en cuesti¨®n la resoluci¨®n que estableci¨® la partici¨®n de Palestina, en noviembre de 1947. De inmediato, interviene la jefa de la diplomacia hebrea.
Livni: "?Sabe por qu¨¦ no puedo aceptar las fronteras de 1967? Porque quiero un acuerdo factible que pueda aplicarse". A lo que Qurea responde que es inaceptable que quede bajo soberan¨ªa israel¨ª cualquier lugar en el que vivan jud¨ªos.
En los ¨²ltimos cuatro meses, el Gobierno de Olmert ha anunciado la construcci¨®n de centenares de viviendas en las colonias de Har Homa, Givat Zeev y Pisgat Zeev. La condena de la UE fue expl¨ªcita. Incluso la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, ha advertido, aunque en tono comedido, de que esas iniciativas "no contribuyen a la buena marcha del proceso de paz". Llueve en terreno bald¨ªo. "Todo el mundo sabe que no hay posibilidad de que el Estado de Israel abandone un barrio como Har Homa. Es parte inseparable de Jerusal¨¦n", advirti¨® Olmert hace una semana. Y agreg¨®: "Hemos anunciado que habr¨¢ lugares en los que se construir¨¢n m¨¢s edificios. Estos lugares quedar¨¢n bajo soberan¨ªa israel¨ª en cualquier acuerdo que se alcance, incluyendo en primer lugar Jerusal¨¦n".
Fuentes diplom¨¢ticas occidentales acreditadas en Tel Aviv no apostar¨ªan un euro por el ¨¦xito del proceso. Las medidas adoptadas por el Ejecutivo de Olmert revelan que Israel intenta predeterminar el resultado de la negociaci¨®n. El Gobierno de Salam Fayad, apoyado con millones de d¨®lares por la comunidad internacional, se declara cada d¨ªa m¨¢s d¨¦bil al tiempo que las encuestas otorgan a Ham¨¢s creciente apoyo popular. Cunde el des¨¢nimo. El presidente, Mahmud Abbas, no deja de denunciar los atropellos de los militares en Cisjordania y los asesinatos de milicianos y civiles en Gaza. Y, por respuesta, s¨®lo escucha que los cohetes que las milicias disparan sobre el sur de Israel y las erupciones violentas en Cisjordania son los impedimentos principales.
"Las negociaciones con Israel no conducen a nada. No tienen ning¨²n inter¨¦s en la paz. S¨®lo veo un camino: volver a la resistencia. No como la que comenz¨® en 2000, porque no se deben colocar bombas en autobuses. Hay que regresar a la primera Intifada. Y volar el muro de hormig¨®n que est¨¢ en nuestra tierra". No lo dice un radical fundamentalista. Lo apunta el palestino Yusef Darher, cristiano y secretario general del Consejo Mundial de Iglesias.
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