El triunfo de los fri¨¢is y los gafapasta
Como este art¨ªculo tarda un par de semanas en imprimirse, no s¨¦ si, para cuando salga a la calle, Chikilicuatre habr¨¢ sido secuestrado por un comando defensor del honor eurovisivo, o si le habr¨¢n apeado de alg¨²n modo del evento. Lo dudo mucho; supongo que el actor y su inmenso tup¨¦ seguir¨¢n camino de su cita con la Historia, dispuestos a ser los m¨¢s horteras dentro de uno de los concursos musicales m¨¢s horteras del mundo, lo cual tiene su m¨¦rito.
Me da la sensaci¨®n de que la elecci¨®n del Chiki-Chiki como la canci¨®n representante de Espa?a en Eurovisi¨®n va m¨¢s all¨¢ de la mera bufonada. De hecho, me parece la guinda final de un curioso fen¨®meno que estamos viviendo desde algunos a?os en nuestro pa¨ªs, consistente en el auge del frikismo. Hoy, lo friki est¨¢ de moda. El t¨¦rmino, ya se sabe, es un anglicismo: viene de freak, que significa raro, pero en un sentido monstruoso, anormal. Hasta hace muy poco, ser un friki ten¨ªa una carga peyorativa: era ser un chalado, un tipo estrafalario. Un marginal, en fin. Pero ahora la palabra est¨¢ en todas partes, se ha metido en el lenguaje cotidiano investida de cierto orgullo grupal, a modo de contrase?a urbana, y las televisiones no hacen m¨¢s que sacar frikis a todas horas y en diversos reportajes, frikis vestidos de Darth Vader en La guerra de las Galaxias, o de Harry Potter, o de Muertos Vivientes, felic¨ªsimos frikis haciendo el ganso y encantados de s¨ª mismos.
Hay muchas maneras de ser friki. En realidad, hay infinitas maneras, puesto que, por definici¨®n, ser friki es ser distinto. Pero los humanos somos criaturas sociales y necesitamos el cobijo y la aceptaci¨®n de un grupo. El frikismo, hoy, se multiplica en una infinidad de tribus urbanas, cada una con sus se?as de identidad, y la mayor¨ªa anida felizmente en Internet, en medio de un hervidero de p¨¢ginas ins¨®litas. Las grandes gafotas de Chikilicuatre, por ejemplo, parodian en cierto modo a los gafapasta. Los gafapasta son una subtribu friki que se caracteriza por su vertiente intelectual y sus aficiones art¨ªsticas, adem¨¢s de por usar, naturalmente, unos aparatosos y llamativos anteojos de pasta. Seg¨²n la Frikipedia, que es una enciclopedia virtual como la Wikipedia pero consagrada al desparrame mental, los gafapasta son cultos, pero pueden ser un poco snobs. La enciclopedia ofrece ejemplos de gafapasta c¨¦lebres: la cantante Bjorn, Isabel Coixet, Buenafuente... Cuento todo esto s¨®lo para dar una idea de las insondables dimensiones que est¨¢ adquiriendo en nuestro pa¨ªs el mundo del frikismo. Ya digo, est¨¢ de moda. Esa deriva social subterr¨¢nea es que lo ha favorecido el ins¨®lito triunfo de Chikilicuatre: hoy se lleva lo raro, lo estrafalario y lo rid¨ªculo.
Lord Byron, que era tambi¨¦n bastante raro, escribi¨® que Espa?a perdi¨® su imperio y entr¨® en decadencia por culpa del Quijote. Seg¨²n ¨¦l, la obra de Cervantes, pieza esencial de nuestra cultura, nos habr¨ªa ido ense?ando a los espa?oles, generaci¨®n tras generaci¨®n, que los so?adores eran unos locos pat¨¦ticos, unos seres risibles, y que hacer algo distinto a los dem¨¢s te condenaba al escarnio general. La afirmaci¨®n de Byron puede ser una boutade, pero resulta ingeniosa. Porque es verdad que los espa?oles siempre hemos padecido un exacerbado, patol¨®gico, sentido del rid¨ªculo, y tambi¨¦n es verdad que ese miedo a la mofa general coarta la acci¨®n, la innovaci¨®n y la audacia. Justo lo contrario que los ingleses, que fomentan y respetan la extravagancia. Es sin duda as¨ª, perdiendo el miedo a ser extravagante, como se puede inventar la m¨¢quina de vapor, encontrar las fuentes del Nilo o descubrir Am¨¦rica. Y, ciertamente, cuando Col¨®n consigui¨® el apoyo de Isabel la Cat¨®lica para su sue?o loco de llegar a las Indias, Cervantes a¨²n no hab¨ªa nacido.
Contemplado desde esta perspectiva, desde el viejo p¨¢nico que siempre hemos sentido a que se r¨ªan de nosotros, a mostrarnos diferentes, a llamar la atenci¨®n, el auge del fen¨®meno del frikismo resulta especialmente interesante. E incluso liberador. Mucho debemos de estar cambiando para haber elegido a Chikilicuatre como representante nacional. Tal vez todo sea, a la postre, una cuesti¨®n de nivel econ¨®mico y desarrollo democr¨¢tico. Si eres paup¨¦rrimo y vives pisoteado por unos poderes abusivos, tu situaci¨®n es demasiado humillante como para no sentir que tu orgullo est¨¢ en carne viva. Pero ahora, bien comidos y bien vestidos, y conocedores de nuestros derechos como ciudadanos, tal vez podamos permitirnos ser todo lo disparatadamente frikis que queramos.
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