El Gobierno Zapatero
Del Gobierno en funciones, que hemos tenido tras la celebraci¨®n de las elecciones legislativas del pasado 9 de marzo, hemos pasado al nuevo Gobierno nombrado por el Rey a propuesta de su presidente, seg¨²n establece el art¨ªculo 100 de la Constituci¨®n. La formaci¨®n del Gabinete figura como competencia exclusiva del presidente, a quien corresponde nombrar y separar a los miembros del mismo, as¨ª como proponer la disoluci¨®n del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales. Otra cosa distinta es cu¨¢l haya de ser el procedimiento para llegar a esas designaciones. Asombra con cuanta minuciosidad se busca la idoneidad, la competencia, la preparaci¨®n de quienes han de ocupar puestos muy inferiores en el organigrama y la forma desahogada en que se decide sobre los titulares de los Departamentos, como si el ¨²nico objetivo a preservar fuera el factor sorpresa del cuaderno azul o de sus suced¨¢neos.
El factor decisivo ha sido el del afecto o desafecto del presidente, el de merecer su confianza
Los Gobiernos de coalici¨®n deben pactarse entre las fuerzas pol¨ªticas que los integran, los Gobiernos en minor¨ªa requieren acuerdos previos sobre los programas que ser¨¢n respaldados y los Ejecutivos monocolores precisan de alg¨²n contraste dentro del partido que lo sustenta.
Ninguna de esas condiciones ha sido necesaria en el caso presente porque Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero carece de interlocutores relevantes en la Comisi¨®n Ejecutiva Federal del PSOE. La confecci¨®n de la lista no ha tenido m¨¢s pautas externas que las establecidas por el propio presidente respecto a la paridad de hombres y mujeres y a la denominaci¨®n de origen territorial, en concordancia con el car¨¢cter auton¨®mico del Estado. Una condici¨®n que se aplica tanto de manera retrospectiva como en la definici¨®n del futuro. Por eso, Vel¨¢zquez o Goya han pasado a ser pintores de Andaluc¨ªa o de Arag¨®n y Juan Sebasti¨¢n de Elcano un marino de Euskadi. Por eso, tambi¨¦n, los nuevos ministros llevan adherida en lugar visible la etiqueta de sus autonom¨ªas de procedencia.
Estas directrices pueden llegar a ramificarse porque ya se ha escuchado el comentario de "muchas ministras, pero ninguna gorda", lo que presagia una reclamaci¨®n para mejor representaci¨®n en el Consejo de las obesas, o de los minusv¨¢lidos o de los extraterritoriales, de los menores de 30 a?os, de los de la tercera edad, de los homosexuales, o de los de religi¨®n protestante, jud¨ªa o mahometana.
El factor decisivo, en el caso presente, ha sido el del afecto o desafecto del presidente, el de merecer su confianza, cuesti¨®n muy dif¨ªcil de ser analizada. Por eso, quienes pensaban estar en la carrera han visto defraudadas sus expectativas. Ha dejado de ser v¨¢lido el cursus hon¨®rum de otras ¨¦pocas, cuando los ministros se designaban entre los subsecretarios o secretarios de Estado o presidentes de comunidades aut¨®nomas, lo mismo que los generales eran seleccionados entre los coroneles. Ahora, la sala de espera puede ser cualquier otro sitio, si all¨ª se ha fijado la atenci¨®n presidencial.
La experiencia puede ser descalificadora. Conocer las materias de un departamento, estar familiarizado con los procedimientos administrativos, haber bregado en la pol¨ªtica y demostrado capacidad no es condici¨®n necesaria para obtener avances en la escala y sumar posibilidades de merecer un ministerio, dicho sea sin desdoro alguno para quienes han sido designados. Tampoco lo es la referencia al momento fundacional de Nueva V¨ªa, aquel peque?o y activo grupo que impuls¨® la candidatura de Zapatero a la Secretar¨ªa General del PSOE en el 35 Congreso.
As¨ª que, una vez m¨¢s, aqu¨ª se cumple tambi¨¦n aquello de que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Bajo este prisma deben analizarse adem¨¢s de las incorporaciones, las separaciones y las continuidades. Los descartes de Jes¨²s Caldera y de Cristina Narbona, llenos de elogios p¨®stumos, traen causa de desavenencias pendientes de esclarecerse. Las persistencias de Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega y de Pedro Solbes como vicepresidentes derivan de necesidades previas a las elecciones. La de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba se explica por exigencias del gui¨®n y las de algunos de los restantes se asegura que tienen fecha de caducidad conforme lo aconsejen las convocatorias de los comicios europeos, vascos, catalanes, gallegos o municipales.
La creaci¨®n de dos nuevos departamentos, el de Innovaci¨®n y el de Igualdad, pronostica esfuerzos tit¨¢nicos para desgarrar las competencias anidadas en otros que llevar¨¢n a?os antes de que afloren resultados visibles. Y la entrega de las competencias de energ¨ªa al ministerio que encabezar¨¢ Miguel Sebasti¨¢n, a quien se atribuye un papel activo como promotor de la fallida OPA de Gas Natural sobre Endesa, parece una piedra en el zapato del vicepresidente Pedro Solbes. En tiempos de turbulencia se espera que todos remen al un¨ªsono. Nos va mucho en ello. Veremos.
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