La quimera del pleno empleo
La subida del paro aleja el objetivo de conseguir un trabajo para todos. El bache actual trae a la memoria la ca¨ªda en la ocupaci¨®n durante la recesi¨®n de 1993
Los pisos pierden valor. Las ventas disminuyen. La construcci¨®n destruye empleo. Y el resto de la econom¨ªa se contagia. Este esquema, aplicable a la actual coyuntura econ¨®mica, sintetiza tambi¨¦n los albores de la crisis m¨¢s profunda que ha vivido el pa¨ªs en democracia: la de 1993. La incertidumbre que reina en todos los mercados, entre ellos el laboral, invita a retroceder hacia aquel momento, a¨²n en la memoria de la mayor parte de los ocupados. Aunque los cimientos son ahora m¨¢s s¨®lidos, el fantasma del paro amenaza con instalarse de nuevo en la econom¨ªa.
"Un pa¨ªs como ¨¦ste, que ha conocido tasas de paro superiores al 20%, ha quedado traumatizado. Pero hay que guardar distancia", recomienda Josep Oliver, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Con la subida del paro y la destrucci¨®n de empleo que arroja la encuesta de poblaci¨®n activa del primer trimestre del a?o, conocida el pasado viernes, la memoria tiende a buscar referentes en los noventa, pero las cifras permiten marcar diferencias.
M¨¢s inquietante que el aumento del paro es la destrucci¨®n de puestos de trabajo
Gobierno, patronal y sindicatos discrepan respecto a las soluciones
El principal reto reside en el tan reiterado cambio de modelo productivo
La econom¨ªa espa?ola daba empleo a 12,2 millones de personas en 1993, con una tasa de paro cercana al 24%. Ahora hay 20,4 millones de ocupados y el paro, aunque ha crecido m¨¢s de un punto en tres meses, afecta al 9,6% de la poblaci¨®n activa. "En aquel momento trabajaba una de cada dos personas en edad de hacerlo; ahora son dos de cada tres", explica Antonio Gonz¨¢lez, hasta el pasado viernes secretario general de Empleo. Este alto cargo trata de ahuyentar el miedo a que las prestaciones por desempleo, que crecer¨¢n m¨¢s a medida que suba el paro, pongan en peligro los recursos p¨²blicos. "El gasto en paro es ahora la mitad de lo que era entonces", apunta Gonz¨¢lez.
M¨¢s inquietante que el aumento del paro o el gasto que genera a las arcas p¨²blicas es la destrucci¨®n de puestos de trabajo. El desempleo puede aumentar por dos causas: porque exista m¨¢s gente dispuesta a buscar un puesto de trabajo o porque quienes ya tienen uno lo pierdan. Hasta ahora, en el repunte del paro ha predominado la primera raz¨®n. Pero empieza a despuntar con fuerza la segunda. En el primer trimestre del a?o han trabajado 74.600 personas menos que a finales de 2007.
"Si el producto interior bruto (PIB) crece m¨¢s del 1,5%, no creo que se destruya empleo [en t¨¦rminos interanuales]", calcula Jos¨¦ Antonio Herce, socio director de econom¨ªa de Analistas Financieros Internacionales. De momento, casi todas las previsiones de crecimiento para 2008 superan esa barrera, salvo la de la revista The Economist, que augura un 1%. Herce no cree que el escenario, atribuido en su opini¨®n a la crisis del ladrillo, se acerque "ni de lejos al de 1992-1993". Con una condici¨®n: "En la medida en que se evite el contagio [a otros sectores], la situaci¨®n de la econom¨ªa no ser¨¢ tan grave como la de entonces".
Parte de ese contagio es, en cierta medida, inevitable. El declive de la construcci¨®n ha coincidido con una crisis financiera internacional que est¨¢ restringiendo el acceso al cr¨¦dito. Eso afecta a las empresas de todos los sectores, especialmente a las peque?as, que conforman un 90% del tejido productivo. "Para lo bueno y para lo malo, tenemos una situaci¨®n m¨¢s abierta al exterior. El euro ha dado estabilidad, pero tambi¨¦n estamos m¨¢s expuestos a la crisis", a?ade Juan Men¨¦ndez-Vald¨¦s, t¨¦cnico del departamento de relaciones laborales de la CEOE.
El factor m¨¢s novedoso de esta nueva coyuntura de paro es el colectivo al que afecta. Mientras que hace 10 a?os la presencia de inmigrantes en el mercado laboral era insignificante, ahora representan el 14,4% de los ocupados. La asociaci¨®n de grandes empresas de trabajo temporal, Agett, alerta de que, al centrarse el foco de la crisis en la construcci¨®n, sus efectos tocan de lleno a los inmigrantes, pues "gran parte de su mano de obra est¨¢ cubierta por extranjeros".
La cautela prima entre los analistas ante un fen¨®meno del que no existen precedentes. Como cualquier otro trabajador que haya cotizado lo suficiente, los extranjeros tienen derecho a cobrar el paro. Pero, agotada esta v¨ªa, disponen de menos redes familiares que alivien la carencia de recursos. M¨¢s bien al contrario: sus familias, en Espa?a o en el exterior, dependen de sus ingresos. Lola Liceras, responsable de empleo de Comisiones Obreras, propone analizar si las prestaciones actuales cubren a ese colectivo y ampliarlas en caso de que no sea as¨ª. "Ahora, los nuevos parados tienen un perfil diferente a los que hab¨ªa cuando se cre¨® el subsidio", alega.
La CEOE recela de la medida recientemente anunciada por el Gobierno de abonar toda la prestaci¨®n por desempleo si el extranjero regresa a su pa¨ªs. "No s¨¦ si es la mejor opci¨®n. Esas cosas hay que verlas con calma", asegura Men¨¦ndez Vald¨¦s. M¨¢s contundente es Josep Oliver, que insta a no perder un capital humano de gran valor para la econom¨ªa: "Si tienen arraigo social, nos convendr¨ªa que no se marcharan, porque cuando nos recuperemos, los vamos a necesitar de nuevo". Jes¨²s P¨¦rez, responsable de empleo de UGT, aboga por aumentar el colch¨®n social de los inmigrantes para evitar exclusiones y conflictos.
Adem¨¢s de contar con casi tres millones de inmigrantes, el mercado laboral ha incorporado desde 1993 a cuatro millones de mujeres. Eso implica en gran medida que hogares en los que antes s¨®lo entraba un sueldo ahora se abastecen de dos, lo que los hace menos vulnerables al paro. En 1993 lleg¨® a haber en Espa?a un mill¨®n de familias con todos los miembros en edad de trabajar en el desempleo.
Aquella situaci¨®n cre¨® un clima de conflictividad social ahora impensable, aunque todo depender¨¢ de la magnitud de la crisis. Cuando en 1993 se perdieron un mill¨®n de empleos, los sindicatos hablaron de riesgo de "explosi¨®n social". En cierta medida ocurri¨®. Para paliar el desempleo, el Gobierno socialista de entonces aprob¨® una reforma laboral que flexibilizaba la entrada en el mercado para los j¨®venes y ampliaba los supuestos de despido. Los sindicatos respondieron con una huelga general en enero de 1994 que no logr¨® frenar las medidas.
El escenario es ahora radicalmente distinto. Gobierno, patronal y sindicatos se preparan para una nueva ronda de di¨¢logo social que siente las bases de un empleo m¨¢s s¨®lido. Las tres partes coinciden en el diagn¨®stico, aunque discrepar¨¢n respecto a las soluciones. Trabajo parte de un principio que pretende desterrar los intentos de deteriorar m¨¢s el mercado. "La reducci¨®n del coste del despido no tiene que ver con la recuperaci¨®n de la econom¨ªa. El presidente del Gobierno dijo que no se recortar¨ªan derechos en la legislatura. Y Trabajo sigue apostando por la calidad del empleo", sostiene Antonio Gonz¨¢lez.
Los sindicatos no quieren ni o¨ªr hablar de estas medidas. Tampoco la CEOE las plantea, al menos abiertamente. Trabajadores y empresarios coinciden en que es imprescindible abordar una reforma pendiente: la de los servicios p¨²blicos de empleo. El objetivo es que sean eficaces tanto en encontrar trabajo a los desempleados como en dise?ar buenas pol¨ªticas que inserten a los parados en el mercado.
El principal reto, sin embargo, reside en el tan reiterado cambio de modelo productivo. "Hay una excesiva dependencia de la construcci¨®n y del consumo familiar", subraya Jes¨²s P¨¦rez, de UGT. "Necesitamos apoyar a esos sectores que deben tomar el relevo", a?ade Liceras, de CC OO. Mientras el ladrillo daba frutos no se ha planteado con urgencia, pero ahora resulta acuciante. En una primera fase, se tratar¨ªa de encontrar recambio para los expulsados de la construcci¨®n. La hosteler¨ªa y, sobre todo, los cuidados personales que impulsa la ley de dependencia constituyen una buena opci¨®n. Casi todos los consultados recomiendan tambi¨¦n acelerar las infraestructuras e invertir m¨¢s en innovaci¨®n. Jos¨¦ Antonio Herce se atreve con el coste del despido: "Hay que flexibilizarlo para que los trabajadores entren y salgan con m¨¢s facilidad del mercado laboral".
M¨¢s all¨¢ de los datos, el nivel de confianza determinar¨¢ la manera de afrontar la crisis. Oliver sostiene que una buena parte del empeoramiento del mercado de trabajo en el primer trimestre obedece a la incertidumbre electoral, ya saldada: "Lo ocurrido era, en cierta forma, una profec¨ªa autocumplida". -
Asalariados convertidos en jefes
Los asalariados est¨¢n sufriendo con m¨¢s virulencia el embate de la crisis. El a?o ha arrancado con el primer descenso de los trabajadores en n¨®mina conocido desde 1994. Los aut¨®nomos resisten mejor, a juzgar por los datos de la Seguridad Social. La afiliaci¨®n en este r¨¦gimen ha crecido por encima del 3% durante 2007 y en los tres primeros meses del a?o no ha perdido vigor. "Tambi¨¦n se est¨¢n cerrando muchas empresas de aut¨®nomos, pero el crecimiento sigue siendo m¨¢s sostenido", explica Lorenzo Amor, responsable de ATA, una de las mayores organizaciones de aut¨®nomos.
En la crisis de principios de los noventa, el autoempleo se convirti¨® en refugio de una parte de los asalariados. "Ahora se est¨¢ viendo tambi¨¦n ese trasvase, de momento en la construcci¨®n", apunta Amor. Los afectados optan en gran medida por seguir en el mismo sector, aunque algunos se pasan al transporte.
ATA reclama medidas que favorezcan el autoempleo: deducciones fiscales para la primera contrataci¨®n, facilitar la financiaci¨®n de nuevos proyectos y "dar una vuelta al r¨¦gimen de contrataci¨®n para hacerlo m¨¢s flexible". Es decir, abaratar el despido. -
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