El I+D de Cristina Garmendia
La llamada suena dos, tres, cuatro veces. Finalmente una voz femenina responde. -?Cristina Garmendia?
-S¨ª, soy yo.
Cuesta trabajo creerlo, pero la nueva ministra de Ciencia e Innovaci¨®n, donostiarra de 46 a?os, contesta a las llamadas que recibe en el m¨®vil con la mayor naturalidad. Aunque no conozca el n¨²mero que aparece en pantalla, responde sin desconfianza, como si estuvi¨¦ramos en Suecia, o en alguno de esos pa¨ªses n¨®rdicos donde pr¨ªncipes y gobernantes se codean con los ciudadanos de a pie por la calle. Ser¨¢ que la ministra, reci¨¦n nombrada, respira todav¨ªa el aire de los ambientes cient¨ªficos y empresariales donde las formalidades son un lastre.
Hasta su toma de posesi¨®n, hace unas semanas, ella era una empresaria del campo de la biotecnolog¨ªa, que combinaba los dos mundos, aparentemente antag¨®nicos, de la investigaci¨®n y el negocio. Una ejecutiva de la ciencia capaz de hilvanar acuerdos entre banqueros e investigadores para poner en pie empresas como el grupo Genetrix, nacido en 2001, al calor del Centro de Biolog¨ªa Molecular del CSIC, que ha generado a su vez varias empresas biotecnol¨®gicas, sobre todo Cellerix, que lidera el desarrollo de c¨¦lulas madre adultas derivadas de tejido adiposo.
Todav¨ªa responde con toda naturalidad a las llamadas que recibe en el m¨®vil. Como si esto fuera Suecia
Lleva a?os en consejos de empresas biom¨¦dicas, en el comit¨¦ ejecutivo de la patronal y en fundaciones cient¨ªficas
Es consciente de que es un personaje ex¨®tico en el Gobierno de Zapatero, con cuya ideolog¨ªa de la vida se siente pr¨®xima
Del padre no hered¨® ni el euskera ni la ideolog¨ªa nacionalista. "En casa me ense?aron a pensar por mi cuenta"
Garmendia, con su elegancia de chica bien de San Sebasti¨¢n, lleva a?os sentada en los consejos de administraci¨®n de empresas biom¨¦dicas; en fundaciones dedicadas a desarrollar la medicina regenerativa, en patronatos de fundaciones bancarias, y desde 2006, presid¨ªa la patronal de las empresas biotecnol¨®gicas (ASEBIO), lo que le otorgaba un puesto en el comit¨¦ ejecutivo de la patronal espa?ola. ?Qu¨¦ necesidad ten¨ªa ella de dar el salto ahora a los consejos de ministros? ?Qu¨¦ papel har¨¢ sentada entre pol¨ªticos profesionales, en ese ambiente cargado de tensi¨®n, donde imperan c¨®digos tan distintos a los de su mundo de bi¨®loga-empresaria?
A juzgar por lo que opinan quienes la han tratado, no se conformar¨¢ con ser una figura decorativa en el nuevo Gabinete socialista. "Es una persona muy capaz y muy ambiciosa", dice un personaje del mundo acad¨¦mico, que prefiere guardar el anonimato. No lo dice con tono cr¨ªtico. "La ambici¨®n puede ser buena siempre que se mantenga dentro de los l¨ªmites razonables". Y ese parece haber sido, al menos hasta ahora, el caso de Garmendia. Su ambici¨®n le impulsa a alcanzar objetivos cada vez m¨¢s alejados, pero su sentido de la realidad le lleva a admitir sus errores y a rectificarlos a tiempo. "Poder rectificar es una de las mayores suertes que podemos tener en la vida", dice la ministra, con la certeza de quien ha aprovechado esa posibilidad m¨¢s de una vez. "Cuando montas una empresa y tienes que elegir un equipo es f¨¢cil equivocarse. Los errores empresariales me han ense?ado mucho".
Esa misma ambici¨®n le ha llevado a completar una carrera acad¨¦mica bastante espectacular: estudi¨® Ciencias Biol¨®gicas en la universidad de Sevilla -era el ¨²nico campus donde se estudiaba biolog¨ªa molecular en la ¨¦poca, ha explicado-, y se doctor¨® en Madrid, bajo la tutela de Margarita Salas, la cient¨ªfica espa?ola de m¨¢s relieve, en el Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa. Garmendia, todav¨ªa estudiante, acudi¨® a una conferencia de Salas y qued¨® impresionada por su exposici¨®n. Al terminar el acto, se acerc¨® a la cient¨ªfica y con la mayor naturalidad le pidi¨® que le dirigiera la tesis. Salas accedi¨® y se convirti¨® en la "madrina" acad¨¦mica de Garmendia. La amistad entre ambas se ha mantenido desde entonces.
A comienzos de los noventa, tuvo la tentaci¨®n de dejarlo todo y adentrarse por el camino empresarial. Despu¨¦s de todo, su padre y su t¨ªa, Valen Garmendia, una dama de 90 a?os a la que admira profundamente, eran armadores, cada uno con su propia empresa. Cristina hizo un m¨¢ster en la Universidad de Navarra y comenz¨® a trabajar para un importante grupo pesquero, Amasua, con intereses en ?frica, Europa y Am¨¦rica Latina.
Durante una larga etapa, Garmendia, que habla franc¨¦s e ingl¨¦s, viaja por el mundo, y aprende los entresijos del engranaje empresarial. Esta etapa es una zona de sombras, en una vida tan reluciente como la de la nueva ministra, y las distintas biograf¨ªas la sobrevuelan sin dar muchos detalles. Lo cierto es que Garmendia, casada en segundas nupcias con el ingeniero Rub¨¦n Celaya, vicepresidente del Grupo Amasua, y madre de dos hijos -Ander de 13 a?os, y Teresa de once-, decidi¨® en 2000 que hab¨ªa llegado el momento de regresar de lleno a su vocaci¨®n primordial, la biolog¨ªa, e incorporar a ella todos los conocimientos adquiridos en la empresa privada. As¨ª naci¨® Genetrix, con ayuda del CSIC, y a partir de ella, una decena de iniciativas conectadas algunas a grandes multinacionales, que Garmendia ha convertido en la gran batalla de su vida.
"Su visi¨®n cient¨ªfica de empresa, y su facilidad de comunicar pueden tener un impacto enorme en la ciencia espa?ola", dice Kepa Korta, director del Plan Estrat¨¦gico de San Sebasti¨¢n, que lleva cinco a?os colaborando con la actual ministra en diversos proyectos cient¨ªficos, "porque aqu¨ª sobran publicaciones y faltan patentes". Cristina Garmendia es, adem¨¢s, "una empresaria con valores", cree ¨¦l. Hay quien recela, no obstante, de su buena planta, de su casa de lujo en una de las urbanizaciones m¨¢s exclusivas de Madrid, de su vida confortable, de sus excelentes contactos con el mundo empresarial y con todos los sectores pol¨ªticos.
La propia Garmendia es consciente de ser un personaje ex¨®tico en el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, al que conoci¨® en persona al inicio de la pasada legislatura. "Fue en un acto del CSIC", recuerda ella, "nos presentaron y lo que iba a ser un saludo r¨¢pido, termin¨® en una conversaci¨®n de 15 o 20 minutos". Garmendia recibi¨® despu¨¦s una llamada de Moncloa, y al a?o siguiente se incorpor¨® al Observatorio para la Ciencia y Tecnolog¨ªa (OCYT) de la Oficina Econ¨®mica del Presidente. A esa ¨¦poca se remonta su relaci¨®n con Miguel Sebasti¨¢n, actual y todopoderoso ministro de Industria, que crey¨® en ella desde el principio. Garmendia ha estado desde la pasada legislatura vinculada al equipo de Sebasti¨¢n. Otro de sus hombres, David Taguas, que acaba de fichar por el lobby de la construcci¨®n, estuvo presente en la entrega del Tambor de Oro, la distinci¨®n ciudadana m¨¢s importante de San Sebasti¨¢n, concedida a Garmendia en enero pasado.
Cristina, con su melena siempre perfecta, su porte esbelto y su facilidad de palabra, debi¨® impresionar a un presidente con el que dice compartir muchos aspectos de su visi¨®n del mundo. "Estoy muy pr¨®xima a su ideolog¨ªa de vida", dice. Ante eso poco importa no tener el carn¨¦ del PSOE. "Al fin y al cabo ha sido un presidente socialista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el que me ha dado la oportunidad de poner en pr¨¢ctica mis ideas para impulsar la investigaci¨®n en Espa?a, y comparto su visi¨®n sobre el lugar que tiene que ocupar nuestro pa¨ªs en el contexto internacional".
Nacida el 21 de febrero de 1962, en San Sebasti¨¢n, la menor de dos hermanas separadas nada menos que por quince a?os de edad, se encontr¨® siempre en el centro de la atenci¨®n familiar. "Mi padre era de Idiazabal, y no aprendi¨® castellano hasta los 17 a?os", cuenta la ministra que, sin embargo no sabe euskera. "Ya lo siento, pero en mis tiempos s¨®lo se estudiaba el vasco dos a?os". Al menos en el selecto colegio franc¨¦s en el que estudi¨®. Del padre, ya fallecido, no hered¨® el dominio de la lengua vasca ni la ideolog¨ªa nacionalista. "En casa nos ense?aron a pensar por nuestra cuenta".
Gente de su generaci¨®n la recuerda, en sus a?os de estudiante, como una chica atractiva, espigada, segura de s¨ª misma, acostumbrada a triunfar en los c¨ªrculos de la peque?a burgues¨ªa industrial donostiarra. Volcada en el estudio, pero tambi¨¦n en las fiestas. Instalada en Sevilla, no se perd¨ªa El Roc¨ªo, y se dejaba caer por Donostia por carnaval. "Fue reina de la comparsa de Batapl¨¢n, que es una discoteca muy famosa de la ciudad", cuenta el alcalde donostiarra, Od¨®n Elorza, que valora sobre todo lo conseguido por Garmendia en el Parque Tecnol¨®gico de Miram¨®n. En el plazo de unos pocos a?os logr¨® que se instalara all¨ª una factoria de investigaci¨®n de c¨¦lulas madre, la fundaci¨®n Inbiomed, y la empresa Biobide, que trabaja en la investigaci¨®n de los procesos de regeneraci¨®n utilizando como cobaya el pez cebra.
La hoy ministra, consigui¨® sacar dinero hasta de debajo de las piedras para financiar la iniciativa en la que colaboran hoy diversas instituciones vascas. Movilizar fondos y cerebros para lograr el despegue de la biotecnolog¨ªa espa?ola sigue siendo su objetivo. En su intervenci¨®n ante el Rey tras prometer el cargo ya lo dijo: "Debemos presentar con orgullo a la comunidad internacional toda una nueva generaci¨®n de empresas de base tecnol¨®gica que ha ido configur¨¢ndose en los ¨²ltimos a?os. Es hora de enterrar definitivamente el esp¨ªritu de 'que inventen ellos'. No nos lo podemos permitir, porque no hace justicia al trabajo que llevan a cabo universidades, organismos p¨²blicos de investigaci¨®n y empresas". Garmendia advirti¨®, por supuesto, que el sentido de la frase de Miguel de Unamuno no pod¨ªa entenderse de forma literal.
El mundo acad¨¦mico espera con expectaci¨®n lo que pueda aportar esta mujer emprendedora al universo en crisis de las universidades espa?olas. Entre los rectores, m¨¢s de uno se pregunta si Garmendia extender¨¢ su atenci¨®n m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito cient¨ªfico, a las depauperadas Humanidades, que son un cap¨ªtulo clave en el desarrollo de un pa¨ªs. Aunque rentabilizar la investigaci¨®n cient¨ªfica es importante, y nadie echa en saco roto lo conseguido por Garmendia en este terreno. Para sus paisanos el logro ha sido doble, porque las autoridades vascas estaban m¨¢s interesadas en radicar estos proyectos en Bilbao. "Digamos que hubo alg¨²n debate territorial sobre el tema", zanja ella, medio riendo. Hoy trabajan en ambos proyectos medio centenar de investigadores. "Est¨¢ en completa expansi¨®n", dice Korta, "hay ya varios proyectos m¨¢s en marcha".
San Sebasti¨¢n, famosa por sus bellezas tur¨ªsticas, la violencia abertzale, y el festival de cine, ten¨ªa por primera vez una realidad cient¨ªfica que ofrecerle al mundo. En Biobide, Cristina Garmendia cont¨® con la colaboraci¨®n de Juan Carlos Izpizua, investigador en La Jolla (California), y con una reputaci¨®n internacional.
A¨²n as¨ª una sombra de duda planea sobre su futuro como ministra de Ciencia e Innovaci¨®n. "Es una persona acostumbrada a obtener resultados, a funcionar con unos tiempos que nos son los de la Administraci¨®n", dice un representante del mundo acad¨¦mico. "A lo mejor hay suerte y ella contagia a la Administraci¨®n con su efectividad empresarial, pero temo que pueda ocurrir lo contrario, que los asuntos no progresen a la velocidad que ella quiere y que Garmendia se canse, lo que ser¨ªa grave". O que alguien, en el Consejo de Ministros le recuerde, un buen d¨ªa, que esto no es Suecia. -
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