Actualidad de la memoria
Ahora que sabemos que la gran contribuci¨®n espa?ola al Mayo del 68 fue la compra de un pu?ado de votos para que Massiel y su La, la, la saliera triunfadora del Festival de Eurovisi¨®n, siendo Juan Jos¨¦ Ros¨®n, director de Televisi¨®n Espa?ola, el mu?idor de la estafa, es el momento de recordar (porque todo en la vida es una canci¨®n) otro momento de gloria del se?or Ros¨®n, en este caso como ministro de Interior, en un oscuro suceso ocurrido en Barcelona, tambi¨¦n en mayo, exactamente tres meses despu¨¦s del tejerazo. Han pasado muchos a?os desde entonces, es cierto, pero da la casualidad de que por entonces Leopoldo Calvo Sotelo era el accidentado presidente del Gobierno, sobre el que tantos disgustos y de tan diversa ¨ªndole recayeron, y que a ra¨ªz de su lamentada muerte todo el mundo se ha desecho en elogios, todos excepto Juan Luis Cebri¨¢n, quien se permiti¨® recordar que el t¨ªo Poldo, tan distinto como distante, solicit¨® en varias ocasiones a Jes¨²s de Polanco su destituci¨®n como director de este diario, revelaci¨®n que ha provocado en Jim¨¦nez Losantos una de esas est¨¦riles destilaciones de adrenalina envenenada que habr¨¢n de llevarle a colgar sus h¨¢bitos.
Todo este asunto me record¨® durante varios d¨ªas algo que ten¨ªa que ver con el rigor, hasta que di con la clave. Se trata de una tribuna de Juan Benet (EL PA?S, 4 de junio de 1981), Rigor, mucho rigor, que arranca as¨ª: "El se?or Calvo Sotelo nunca ha sido un hombre muy persuasivo. Todo hay que decirlo, tampoco se propone serlo. Su s¨®lida formaci¨®n intelectual, su mente formada por las ciencias exactas y su n¨ªtida diferenciaci¨®n entre hip¨®tesis y demostraci¨®n le han llevado a optar siempre por el rigor, en la confianza de que un hecho cient¨ªficamente probado se abrir¨¢ paso sin necesidad de recurrir a todos los vehementes, y algunos sospechosos, esfuerzos para convencer a los dem¨¢s con un punto de pasi¨®n. En ning¨²n momento en su todav¨ªa breve ejecutoria como presidente del Gobierno ha sido menos convincente que en su exposici¨®n ante la C¨¢mara de Diputados de los acontecimientos del Banco Central de Barcelona...".
?Y qu¨¦ pas¨® en el Banco Central de Barcelona, siendo el se?or Ros¨®n ministro de Interior? Pues que algo m¨¢s de una docena de individuos armados entraron en sus dependencias simulando un atraco, exigieron la liberaci¨®n inmediata de Tejero y sus compinches, desde?aron en un principio los 500 millones de las antiguas pesetas que hab¨ªa en caja, y montaron tal l¨ªo que ¨¦sta es la hora en que no se sabe a ciencia cierta qu¨¦ diablos ocurri¨® con todo aquello. Lo menciono por el se?or Ros¨®n y por el se?or Calvo Sotelo (no por la pobre Massiel, que por entonces todav¨ªa viajaba con su madre en funciones de carabina), y tambi¨¦n por aquello de la memoria hist¨®rica.
Siguiendo el art¨ªculo de Benet sobre el asunto, "El delito no est¨¢ claro, porque sus autores, durante la ejecuci¨®n del mismo, lo cambiaron, cosa que el se?or Calvo Sotelo no ha dicho, quiz¨¢ porque no lo sabe, porque lo oculta o porque tuvo miedo a no ser bien interpretado: en cualquier caso, incurri¨® en un grave error expositivo, fuera por ignorancia o por doblez". Lo cierto es que todo aquello, de lo que -insisto- todav¨ªa no se sabe casi nada, se parec¨ªa demasiado a un remedo de farsa del tejerazo, y que nadie es precisamente santificable cuando llega a ministro de Interior, presidente del Gobierno o incluso Papa de Roma. Por no hablar de concejales o de ciertos responsables de polic¨ªa local.
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