Para llorar...
?Vaya mansada! Vaya seis bueyes, seis, que se lidiaron, es un decir, ayer, en Madrid. Para llorar. ?Qu¨¦ tristeza! Uf, perdonen la l¨¢grima, pero es que es todo tan decadente, tan miserable...
La situaci¨®n del toro es de alarma nacional. Y lo inaudito, lo incomprensible, es que esta plaza, que acoge a casi 24.000 almas, se llene todos los d¨ªas para asistir a un espect¨¢culo sopor¨ªfero en el que los toros no son toros y la mayor¨ªa de los toreros parecen funcionarios.
?Qui¨¦n ser¨¢ el culpable, por ejemplo, de que los toros de Valdefresno sean excelsos representantes de la m¨¢s pura escoria? ?Qu¨¦ habr¨¢n comido estos toros? ?Estar¨¢n enfermos? ?Qu¨¦ criterios de selecci¨®n se han seguido? ?Conoce el ganadero las caracter¨ªsticas del toro que cr¨ªa? ?Qui¨¦n manda en las ganader¨ªas? ?Los ganaderos, los toreros, los apoderados, los empresarios...? ?Por qu¨¦ compra la empresa de Madrid esta corrida?
Valdefresno / Uceda, D¨ªaz, Vega
Toros de Valdefresno, bien presentados, absolutamente mansos, descastados, sin clase y muy sosos.
Uceda Leal: estocada ca¨ªda (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Curro D¨ªaz: pinchazo hondo y cinco descabellos (silencio); estocada y siete descabellos (silencio).
Salvador Vega: pinchazo y casi entera ca¨ªda (silencio); casi entera ca¨ªda (silencio).
Plaza de las Ventas. 28 de mayo. 21? corrida de San Isidro. Lleno
?Qu¨¦ desolaci¨®n...! Porque el problema no es s¨®lo de esta ganader¨ªa, sino del toro de lidia, al que los taurinos han convertido en un esp¨¦cimen porcino, con andares y comportamiento de tal, imposible para la emoci¨®n, impropio para el toreo. Y lo han convertido en la b¨²squeda constante del toro tonto -artista lo llama el ganadero Juan Pedro Domecq- para que se toree mejor que nunca al animal m¨¢s descastado de la historia.
?Pero le importa a alguien este asunto? A nadie. Los ganaderos venden un producto podrido y degenerado; los toreros lo aprueban; los empresarios lo compran, y el p¨²blico lo sufre en silencio. ?Por qu¨¦? Porque la exigencia desapareci¨® de este espect¨¢culo hace mucho tiempo, y la casta y la bravura han dejado paso al dinero f¨¢cil y r¨¢pido; del mismo modo que el aficionado ha sido sustituido por un p¨²blico entusiasta y triunfalista.
Otra l¨¢grima...
Qu¨¦ espect¨¢culo m¨¢s deprimente el que ofrecieron ayer unos toros mansos de solemnidad, distraid¨ªsimos... Qu¨¦ tristeza verlos huir acobardados de los caballos, o acudir a los enga?os sin entrega alguna, sin fijeza, sin recorrido. Todos se desentendieron de los toreros y buscaron constantemente a alg¨²n pariente por los tendidos; el quinto lleg¨® a m¨¢s y salt¨® al callej¨®n para ver al p¨²blico m¨¢s de cerca.
Todo se contagia, adem¨¢s, y las cuadrillas lidian mal, y los picadores pican con sa?a ante la pasividad de los matadores. Y aquello parece una capea de pueblo, priman el desorden, las carreras... Un horror.
A la vista de tales circunstancias es f¨¢cil imaginar el papel de los toreros. Uceda Leal, voluntarioso y afanoso, s¨®lo pudo lucirse en un par de ver¨®nicas al cuarto y en un breve quite al mismo toro. Curro D¨ªaz, que es la elegancia personificada, dibuj¨® otras tres ver¨®nicas y tres medias al segundo, trazadas con gracia y empaque. Manej¨® la muleta con dulzura, pero nada de lo que hizo pudo alcanzar la categor¨ªa de lucimiento. Y Salvador Vega, el m¨¢s necesitado de los tres, lo intent¨® de manera infructuosa.
En esto de los toros, a veces, muy pocas, se llora de emoci¨®n. Las m¨¢s, de pena. Como ayer.
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