A vueltas con la herencia del 'boom'
El boom no es una losa, pero pesa. A cada uno, en distinta forma. Por el Chile dictatorial de Pinochet pas¨® de tapadillo y con retraso. "Descubrimos en los noventa que hab¨ªa habido un boom en los ochenta", dijo sin pizca de iron¨ªa Alejandro Zambra. Para ilustrar su libertad creativa respecto a los nombres consagrados en aquellos a?os, el autor chileno confes¨® que una de las mejores novelas que ha le¨ªdo es El coronel no tiene quien le escriba, y una de las peores, Memoria de mis putas tristes. Ambas son de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, la quintaesencia del boom y premio Nobel. "No me siento comprometido con ninguna causa", dijo Zambra durante su intervenci¨®n en el debate sobre Nueva narrativa iberoamericana, organizado ayer por EL PA?S en la Feria del Libro de Madrid.
En Colombia fue otro cantar. "El boom arras¨®", dijo William Ospina. "No hay escritor latinoamericano que no sepa que escribe despu¨¦s de Borges y Garc¨ªa M¨¢rquez, pero es una fortuna tener esas voces con las que dialogar", reflexion¨® el autor de Urs¨²a. A veces en el af¨¢n por desmarcarse se cae en otro encasillamiento. Eso fue lo que ocurri¨® en los noventa, seg¨²n el boliviano Edmundo Paz-Sold¨¢n. "En la lucha contra el estereotipo se acaba creando otro estereotipo, en la lucha contra la etiqueta de realismo m¨¢gico cometimos el error de decir que la literatura era urbana", coment¨®.
Para Claudia Hern¨¢ndez, salvadore?a, "las corrientes se aprovechan". "Uno entiende que es parte de una canci¨®n sobre Latinoam¨¦rica", dijo la autora de La canci¨®n del mar.
Babelia
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