La magia y el empaque

Permitan la licencia: Morante desprende magia, y Cayetano es el empaque. As¨ª dicho, queda un poco cursi, pero bonito. Dos toreros tocados por la mano de Dios. Uno, por eso, porque es un mago y emboba al personal, y el otro, por su elegancia. Por algo desfila con Armani.

?Toreros? S¨ª, claro que s¨ª. Toreros del siglo XXI, para toros artistas, bondadosos y bobalicones; toreros de sal¨®n, inspiraci¨®n pura, fr¨¢giles, pero tambi¨¦n arrebatadores para un p¨²blico sentimental, de l¨¢grima f¨¢cil y la carne de gallina.

Morante se envalentona en Las Ventas. All¨¢ que se fue a por su segundo toro y lo llev¨® al caballo con un galleo por chicuelinas que supo a orfebrer¨ªa pura. ?Ya se pu¨¦ cort¨¢ la coleta...!, dijo uno; ?Que mate ya al toro!, apostill¨® otro. Pero Morante, ni caso. Se dirigi¨® al centro del ruedo y all¨ª so?¨® cuatro ver¨®nicas y una media, de esas que s¨®lo pueden trazar los toreros embrujados, de esas que hay que verlas o, en su caso, imaginarlas, porque no se pueden contar. La plaza entera se emocion¨® con raz¨®n. Cosas as¨ª no se ven todos los d¨ªas.

Morante y Cayetano son toreros del siglo XXI, para toros artistas y bobalicones

Unos ayudados por alto, un recorte y otro de pecho, y se anuncia faena grande. Una trincherilla, dos derechazos largos, pero... falta confianza y unidad y ligaz¨®n. Un molinete y un estatuario, pero aquello no es lo esperado y se enfr¨ªan los ¨¢nimos. Ohhh...

No le gust¨® a Morante el primero. Ya ten¨ªa cara de pocos amigos cuando se lo brind¨® al Rey. Pases de tanteo, le quita las moscas al toro y monta la espada. La plaza es un griter¨ªo y un feo bajonazo encrespa a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos. ?Por qu¨¦ se enfadar¨¢ la gente si el toro no sirve?, parece preguntarse Morante mientras mira al tendido con un rictus de sorpresa. ?No sirve o no le sirve?

Pero no acab¨® ah¨ª la cosa. Psss... Silencio. Morante se dispone a hacer un quite al sexto. Una, dos y tres chicuelinas con las manos muy bajas, armon¨ªa en esencia, y una media que quita el sent¨ªo... Y le responde Cayetano. "Silencio, se?ores, por favor", ordenan en el tendido. Se echa el capote a la espalda y las gaoneras surgen pre?adas de plasticidad, aunque alborotadas. Un momento, este doble quite, para el recuerdo. Le brinda ese toro a su apoderado Curro V¨¢zquez, y desgrana una faena de altibajos con un toro de carril, mejor por el lado derecho que por la zurda, con pases de pecho extraordinarios, y una tanda ¨²ltima de muletazos hondos y largos. No fue una labor para entusiasmar, pero s¨ª para dejar el sello de un torero distinto, al que Madrid recibi¨® como a un hijo. Eso s¨ª, se tir¨® a matar de verdad y pinch¨® antes de cobrar una gran estocada. No acab¨®, sin embargo, de cogerle el aire a su primero, que tambi¨¦n era noble, pero codicioso, y la codicia descoloca a los artistas.

Magia y empaque. Y algo m¨¢s: un 10 de los taurinos para los que eligieron la corrida: en el l¨ªmite de fuerzas, de trap¨ªo, de bravura, de casta y de raza. En otras palabras: una corrida basura para artistas de hoy. Toritos recortaditos que daban l¨¢stima, de bondad monjil y andares educados -qu¨ªtese, se?or Morante, que me toca a m¨ª-. Magia y empaque, pues, pero con truco. El truco del toro artista que ha degenerado una fiesta de toreros valientes y toros con trap¨ªo, poderosos y encastados. Pero ¨¦ste es el toreo de hoy, el que emboba a casi todos y permite que las figuras sean modelos de Armani.

Menos suerte tuvo Manzanares, que pas¨® de puntillas por la invalidez y soser¨ªa de su lote. All¨ª anduvo toreando de sal¨®n y no dijo nada. Pero muchos aplaudieron, aunque se duda seriamente que supieran por qu¨¦.

Dicen que Madrid sali¨® toreando: cualquier d¨ªa le cortan las orejas al carret¨®n de entrenamiento...