La rabia de Stieg Larsson
La primera novela de la saga 'Millennium' descubre la fuerza del escritor sueco
"Ninguna cadena es m¨¢s fuerte que su eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil", razona Sherlock Holmes en uno de sus casos. Siglo y pico despu¨¦s, Lisbeth Salander, la ins¨®lita investigadora que protagoniza junto al reportero Mikael Blomkvist la saga policiaca Millennium, lo parafrasea con una f¨®rmula acorde a los tiempos: "Ning¨²n sistema de seguridad es m¨¢s fuerte que su usuario m¨¢s d¨¦bil". Salander acaba de violar la protecci¨®n de los ficheros de la polic¨ªa, col¨¢ndose en el ordenador personal de un descuidado fiscal que guarda all¨ª todos los informes sobre ella.
Quiz¨¢ sea este original y perturbador personaje la principal baza de las novelas del sueco Stieg Larsson, el autor de la serie Millennium, cuya primera entrega, Los hombres que no amaban a las mujeres, acaba de aparecer en Espa?a, editada por Destino. Salander (veintitantos a?os, metro y medio de estatura y 42 kilos de peso) es una hacker de pavorosa inteligencia, capaz de meterse en el disco duro de cualquiera y vaciarle sin ning¨²n remordimiento la intimidad si cree que resulta necesario para alcanzar sus objetivos. Los psiquiatras que la han tratado desde peque?a la califican como una soci¨®pata con rasgos psicop¨¢ticos; lo cierto es que es hura?a, salvaje y vengativa. No tiene la m¨¢s m¨ªnima confianza en la ley ni en las autoridades, y en su biograf¨ªa hay motivos sobrados para ello. Por tanto, aplica sus propios m¨¦todos, sobre la base de un particular e inmisericorde sentido de la justicia: "Nadie es inocente. S¨®lo hay diversos grados de responsabilidad".
La investigadora Lisbeth Salander es hura?a y salvaje, y no conf¨ªa en la ley
Los personajes se mueven en el lado oscuro de la mod¨¦lica Suecia
El azar la lleva a indagar un oscuro asunto (la desaparici¨®n de una joven de rica familia, ocurrida 30 a?os atr¨¢s) junto a Mikael Blomkvist, un periodista en horas bajas tras haber sido condenado por difamaci¨®n a ra¨ªz de un reportaje para el que le han suministrado informaci¨®n falsa. Blomkvist es cuarent¨®n, idealista, padre divorciado y desastroso (as¨ª lo reconoce ¨¦l mismo) y un incorregible mujeriego al que las mujeres utilizan de forma reiterada. Tambi¨¦n Lisbeth.
Este extra?o y desparejo d¨²o ha arrasado ya en Suecia, Noruega, Dinamarca, Francia y Alemania, y amenaza con extender los estragos de su irresistible encanto al Reino Unido y Estados Unidos. En Suecia ha vendido tres millones de ejemplares (para una poblaci¨®n de nueve millones de habitantes). En Francia ha superado el mill¨®n. Y lleva decenas de semanas copando los primeros puestos de las listas.
Sin duda, la fuerza simb¨®lica de estos personajes, y su capacidad para conectar con muy diversos lectores, incluidos los j¨®venes, explica una buena parte del boom Larsson. Pero adem¨¢s tiene alguna culpa el indudable oficio de un narrador riguroso y eficaz, que sabe mantener con solvencia varias l¨ªneas de acci¨®n sin que el lector pierda nunca el inter¨¦s ni el hilo en ninguna de ellas. Y tampoco es ajeno al fen¨®meno el territorio en que se mueven las pesquisas de Salander y Blomkvist, el lado oscuro de la mod¨¦lica sociedad sueca, donde tienen lugar todas las abyecciones imaginables: violencia sexual, prostituci¨®n de menores, corrupci¨®n p¨²blica y privada, etc¨¦tera. Al enfrentarse a todos estos asuntos, Larsson, a trav¨¦s del quijotesco Blomkvist y la implacable Salander, ofrece un discurso moral expl¨ªcito, que constituye, sin duda, una intenci¨®n principal de su obra. Pero a la vez exhibe ante el lector un material bronco y escabroso, a cuyo morboso atractivo para muchos no debieron ser del todo ajenos sus c¨¢lculos como novelista. Dicen que siempre estuvo convencido de que Millennium ser¨ªa un ¨¦xito.
Por desgracia, no lleg¨® a verlo. Stieg Larsson muri¨® v¨ªctima de un infarto masivo el 9 de noviembre de 2004, con tan s¨®lo 50 a?os, cuando ya hab¨ªa terminado las tres primeras novelas de la saga y acababa de cerrar con la editorial Norstedts el acuerdo para publicarlas. Todas ellas vieron la luz p¨®stumamente, entre 2005 y 2007, generando una riada de coronas en derechos de autor que al morir Larsson sin hacer testamento ha ido a parar a sus herederos legales: su padre y su hermano, Erland y Joakim. Y aqu¨ª est¨¢ la historia detr¨¢s de la historia, casi tan impactante como las propias novelas: Larsson, que percib¨ªa unos modestos ingresos como redactor jefe de la revista Expo, dedicada a investigar movimientos de intolerancia organizada, llevaba 32 a?os unido afectivamente a una mujer, Eva Gabrielsson, con quien no hab¨ªa llegado a casarse, entre otras razones, para preservarla de las amenazas que recib¨ªa a causa de su trabajo. Eva, que comparti¨® la vida y las penurias del autor, manteni¨¦ndose a su lado hasta el d¨ªa de su muerte, se vio de repente sola y sin derecho, por carecer de v¨ªnculo conyugal, a percibir un solo c¨¦ntimo de los jugosos beneficios generados por los libros a cuya gestaci¨®n hab¨ªa asistido desde el principio. La situaci¨®n no s¨®lo produce asombro, sino que resulta parad¨®jica, habida cuenta de la declarada militancia de Larsson a favor de los derechos de las mujeres. Gabrielsson dice que ha sido vilmente marginada por unos familiares con los que el difunto apenas manten¨ªa relaci¨®n y que s¨®lo est¨¢n interesados en cobrar el dinero, para lo que no han dudado en consentir incontables manipulaciones y alteraciones en los textos y una abusiva explotaci¨®n comercial de la obra m¨¢s all¨¢ de la voluntad del autor, incluida la cesi¨®n de derechos audiovisuales a una productora que ya est¨¢ rodando la primera pel¨ªcula basada en la saga.
A estas acusaciones se oponen tajantemente los editores, que sostienen que en todo momento han procedido en la edici¨®n y la explotaci¨®n de la obra conforme a los deseos que el autor manifest¨® antes de morir, y que el asunto de la herencia es una cuesti¨®n familiar en la que no pueden inmiscuirse, debiendo limitarse a tratar, a efectos contractuales y econ¨®micos, con los herederos legales. En cuanto a ¨¦stos, Erland Larsson se defiende alegando que no han hecho sino ejercitar los derechos que la ley les concede, que es una falsedad que mantuviera con su hijo una relaci¨®n distante, y que si no han llegado a un arreglo con Gabrielsson ha sido por el "car¨¢cter dif¨ªcil" de ¨¦sta y porque no admit¨ªa otra soluci¨®n que ser ella quien dirigiese todo, cuando no se encontraba en condiciones ps¨ªquicas para hacerlo.
Despu¨¦s de leer los libros, escuchar a unos y a otros y recorrer S?dermalm, el apacible barrio residencial donde viven Blomkvist y Salander (no lejos de donde viv¨ªa el propio Larsson), se le queda a uno una amarga sensaci¨®n. M¨¢s all¨¢ del fen¨®meno editorial, hubo una vez un hombre que, como evoca Eva Gabrielsson, escrib¨ªa desde la rabia y no s¨®lo para entretener. Al parecer ten¨ªa pensadas otras siete novelas, y parte de la cuarta ya escrita en el ordenador port¨¢til que Gabrielsson se ha negado a entregar a la familia. Por estas tranquilas calles de S?dermalm vaga su esp¨ªritu ind¨®mito, que tambi¨¦n pervive en la divisa de su hero¨ªna Lisbeth Salander: "Antes morir que capitular".
Lorenzo Silva es escritor. La reina sin espejo es uno de sus ¨²ltimos libros.
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