Dolor de intoxicaci¨®n masiva
El cine norteamericano tard¨® en levantar acta del trauma colectivo que supuso la guerra de Vietnam pero, cuando lo hizo, su posici¨®n ideol¨®gica no dej¨® excesivo margen para la ambig¨¹edad. En la era abierta por el 11-S, los periodos de duelo parecen haberse abreviado y el melodrama postraum¨¢tico florece cuando el prefijo pos se revela a¨²n prematuro. La vida sin Grace permite aventurar una explicaci¨®n para tanta urgencia: el subg¨¦nero ha sido reciclado como perversa forma de cine de propaganda para unos tiempos demasiado afines a la pornograf¨ªa sentimental.
La vida sin Grace aborda un tema cargado de posibilidades: la negociaci¨®n con el dolor, el horror, la muerte y la ausencia por parte de la generaci¨®n de la inmadurez, en cuyo vocabulario emocional no existen las palabras mayores. John Cusack, que agota el repertorio expresivo de la cara de bacalao, da vida al hombre gris que acaba de perder a su esposa en la guerra de Irak. Incapaz de verbalizar la tragedia, emprender¨¢ junto a sus hijas un viaje elegiaco en direcci¨®n a un parque tem¨¢tico que acabar¨¢ convirti¨¦ndose en escenario de la catarsis emocional.
LA VIDA SIN GRACE
Direcci¨®n: James C. Strouse.
Int¨¦rpretes: John Cusack, Alessandro Nivola, Sh¨¦lan O'Keefe, Gracie Bernarczyk.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2007.
Duraci¨®n: 85 minutos.
En la pel¨ªcula de James C. Strouse todo invita a que los corazones implosionen, pero, a mitad de recorrido, el cineasta comete la debilidad de mostrar demasiado bien su agenda oculta: el personaje interpretado por Alessandro Nivola -caricatura gruesa de todo opositor a la guerra- delata la soterrada violencia ideol¨®gica bajo tantas capas de melaza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.