Galicia versus Galiza
Ya tenemos aqu¨ª un debate pol¨ªtico esencialista con el que competir con pol¨¦micas hispanomesetarias como si Esperanza Aguirre rima en consonante o asonante con la militancia y si el partido de Rosa D¨ªez ha sustituido o no al PP como hijo bienamado de los padres Jota (Federico y Pedro). Se?oras y se?ores, contendientes en general: Galicia versus Galiza. Una de las m¨¢s cl¨¢sicas versiones del ancestral qui¨¦nes somos, de d¨®nde venimos, c¨®mo nos llamamos...
La Real Academia Galega (RAG), en lo que no deja de ser un arbitraje curioso para un contencioso pol¨ªtico-legal, terci¨® que Galicia y Galiza son t¨¦rminos igualmente v¨¢lidos, hist¨®rica y ling¨¹¨ªsticamente. Pero el primero es el ¨²nico que no ha dejado nunca de utilizarse y por ello -y porque lo pone el Estatuto vigente, aunque la RAG no lo haya dicho- es el oficial. Como era de prever, el tercio acad¨¦mico sirvi¨® como el de varas en los toros, para azuzar los ¨¢nimos.
Quintana acrecienta su fama de d¨²ctil, que no se sabe d¨®nde le beneficiar¨¢, pero no en el planeta Bloque
Seg¨²n una encuesta radiof¨®nica popular que segu¨ª, los argumentos de los partidarios de Galiza son que: a) Es lo m¨¢s hist¨®rico; b) Galicia lo han impuesto los castellanos/espa?oles. Los seguidores de Galicia aducen que: a) Es lo m¨¢s real; b) Galiza es de uso portugu¨¦s (en aquellos contados casos de portugueses que saben de la existencia de Galicia/za). Nadie reivindic¨® la opci¨®n Gallaecia, quiz¨¢s porque: a) A pesar de ser la m¨¢s hist¨®rica de todas, no la utiliza casi nadie, excepto en las intermitentes menciones de Manuel Rivas al lema Deus fratesque gallaeciae. b) Nadie le puede echar la culpa a los romanos de imponer nada ahora.
Tampoco nadie contrarrest¨®, sin embargo, falacias como esa de que los pa¨ªses s¨®lo tienen un nombre (Irlanda se llama ?ire o Ireland, y su Estado, Republic of Ireland o Poblacht nah ?ireann). Incluso algunos, muy antiguos, se lo tuvieron que inventar hace poco: hay checos desde hace siglos, pero una vez que se decidi¨® la divisi¨®n de Checoslovaquia han tenido que echar mano de Chequia, forma que, por cierto, rechaza la Real Academia Espa?ola pero recomienda a los catellanohablantes la embajada checa en Madrid. De forma distinta pero parecida, los gallegos exist¨ªan muchos a?os antes de que los dem¨¢s europeos inventaran el nombre de espa?oles para distinguir a cristianos de musulmanes al sur de los Pirineos. Todo podr¨ªa derivar en un entretenido sudoku para historiadores aficionados, pero se transform¨® en la tradicional pol¨¦mica pol¨ªtica. El BNG pisa un charco que previamente hab¨ªa creado. El PSdeG se sacude callada, pero ostensiblemente las salpicaduras. El PPdeG denuncia el maremoto.
Ellos y nosotros podr¨ªamos debatir sobre temas menos elevados que el de -cia/-za, como por ejemplo: ?el fracaso de la reforma del voto emigrante es un s¨ªmbolo de la ineficacia de la clase pol¨ªtica o de su sibilina eficacia? Con los cambios sociales que se avecinan, llenar el pa¨ªs de carreteras, autov¨ªas y v¨ªas de alta capacidad ("mallar la comarca", en expresi¨®n propia y muy apropiada), ?es racional, inconsciente, o es el Plan Galicia y dos huevos duros m¨¢s? Cuando se deniega la transferencia de competencias, ?la culpa es del que pide o del que no da? Pero no. Demasiado ¨¢ridos, me temo.
As¨ª que la Conseller¨ªa de Presidencia, en el ejercicio de su papel de guardi¨¢n de las esencias, reconviene a los d¨ªscolos del -za, sin pararse a reflexionar que el conselleiro perteneci¨® durante d¨¦cadas al gobierno local coru?¨¦s que se pas¨® por los arcos de Mar¨ªa Pita el Estatuto, la Ley de Normalizaci¨®n y una retah¨ªla de sentencias judiciales, todas perdidas y ni una empatada, en la Guerra de los 30 A?os del Top¨®nimo. El PPdeG exige acatamiento a la legalidad y flagelaciones p¨²blicas, olvidando a aquel alcalde suyo, Jos¨¦ Castro, primero grandemente reputado, y repudiado s¨®lo despu¨¦s de una condena judicial, que mantuvo y sostuvo Puenteareas (?provincia de Puentevedra?) todo lo que le vino en gana. Quintana promete que no lo har¨¢ m¨¢s, acrecentado una fama de d¨²ctil y ben levado que no se sabe si le beneficiar¨¢ en alg¨²n sitio, pero no precisamente en el planeta Bloque.
En resumen, nadie gan¨® nada, pero ya Paul Val¨¦ry aseguraba que "todo el que participa en una discusi¨®n defiende dos cosas: una tesis y a s¨ª mismo" y adem¨¢s, como adelant¨® Ambrose Bierce, es el mejor m¨¦todo de confirmar a los dem¨¢s en sus errores.
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