"Me env¨ªan cromos desde Alemania para que se los firme"
M¨¢s all¨¢ de que ¨¦l, un central, fuese el principal goleador de Espa?a en la Eurocopa de 1984 con dos dianas, Antonio Maceda (Sagunto, Valencia; 51 a?os) se gan¨® el fervor popular por su gol a Alemania en el ¨²ltimo minuto del encuentro que les enfrent¨® en la primera fase (0-1). "Les pusimos el cascabel. Fue una machada, la primera y ¨²nica vez que les ganamos en una competici¨®n. ?No me lo creo!". Su gol, de cabeza, abri¨® las puertas a las semifinales con Dinamarca, resuelta en los penaltis, y la posterior final que se llev¨® la anfitriona, Francia.
Pregunta. ?Se planteaba marcar un gol a la alemana contra sus inventores?
Respuesta. ?Qui¨¦n, yo? Para nada. A¨²n me siguen enviando muchas cartas desde Alemania en las que me piden un aut¨®grafo. Tambi¨¦n me llaman y env¨ªan cromos para que se los firme. As¨ª que supongo que les tuve que hacer pupa... Eran los campeones de Europa vigentes, tras el show de Schuster en 1980. Pero de repente, los que se quedaron anclados en la primera fase fueron ellos. No est¨¢n acostumbrados a que les ocurra.
P. Y menos en el minuto 90.
R. Llev¨¢bamos unos tres minutos pendientes del banquillo, porque el empate nos val¨ªa a los dos en funci¨®n de lo que hiciera Portugal con Rumania. Por momentos nos gritaban 'aguanta t¨², tranquilo, espera', y de repente les ve¨ªamos desesperados, dici¨¦ndonos con aspavientos que nos tir¨¢semos todos hacia adelante. Era un cristo. No sab¨ªamos qu¨¦ hacer.
P. Usted lo tuvo muy claro.
R. Ellos hicieron una falta en el mediocampo. Y como yo ya estaba harto de contener y especular atr¨¢s, me incorpor¨¦ al ataque. Pas¨¦ por encima del bal¨®n, y dije: 'Dejadme llegar'. Y en vez de esperarme, veo que Gallego saca r¨¢pido a Se?or a la derecha, un poco escorado, y que iba a meter el centro. Y claro, mientras me acordaba de la familia de Gallego, met¨ª el cambio de ritmo y zas. Me encontr¨¦ con el bal¨®n en el ¨¢rea, s¨®lo delante de Schumacher. Y oiga, no lo iba a desaprovechar.
P. El portero lleg¨® a tocar la pelota un poquito.
R. Bueno, yo lo que quer¨ªa era pillar porter¨ªa. Querer enchufarla por la escuadra o querer meter el chicharro de mi vida hubiera sido un problema. El gol de mi vida era si entraba, daba igual c¨®mo. Y as¨ª fue. Quiz¨¢s fue demasiado centrado, pero como el bal¨®n iba fuerte, no era f¨¢cil de parar. Eso debi¨® pensar el encargado del marcador, porque el bal¨®n iba por el aire y ya pon¨ªa Espa?a, 1; Alemania, 0. Ser¨ªa espa?ol.
P. No parece una explicaci¨®n muy cient¨ªfica...
R. M¨¢s que el cabezazo, el quid de la cuesti¨®n es que les sorprend¨ª llegando desde tan lejos. La posibilidad de que hubiera gol se produjo precisamente por eso. Vi que Carrasco iba por un lado, yo tir¨¦ por otro y... sorpresa.
P. Carrasco celebr¨® el gol como si lo hubiera metido ¨¦l.
R. Antes del descanso el pobre hab¨ªa fallado un penalti de Stielike sobre Salva, as¨ª que mi gol nos liber¨®. Fue una explosi¨®n. Llev¨¢bamos un campeonato complicado, con muchas cr¨ªticas desde el empate inicial con Rumania. Contra Portugal estuvimos virtualmente eliminados 20 minutos, pero igualamos con un gol de Santillana.
P. Pese a su famosa flor, Mu?oz, el seleccionador, llor¨® con su gol.
R. Todos lo hicimos. Bueno, cada uno a su manera. Piense que estuvimos a un paso del fracaso y terminamos jugando la final contra Francia. Pasamos much¨ªsimos problemas desde el principio, porque el preparador f¨ªsico dijo que pod¨ªamos haber llegado mucho mejor, haber hecho m¨¢s. Hab¨ªa mucho revuelo. Fue pasar de la tierra a estar a las puertas del cielo.
P. Tanta emoci¨®n fue la guinda de un partido rar¨ªsimo.
R. Cuando Portugal se adelant¨® a Rumania todo el mundo se volvi¨® loco. El centro del campo dej¨® de existir. Era ataque, ataque y ataque. En la primera parte ellos fueron m¨¢s a por el partido, y nosotros contraatac¨¢bamos de vez en cuando. Tras el descanso ellos tambi¨¦n estaban pendientes, el empate les val¨ªa s¨ª o s¨ª. ?A nosotros? Ir a por el partido, pero con el retrovisor pendiente de lo que hicieran los otros. Jugar a la desesperada los ¨²ltimos minutos contra Alemania, cuando tambi¨¦n se est¨¢n jugando en partido oficial la clasificaci¨®n, no es nada f¨¢cil.
P. Y eso que los alemanes les empezaron apretando de lo lindo.
R. A los tres minutos, Briegel nos mand¨® un cabezazo a la escuadra. A los 20 otra de ¨¦l dio en el larguero y rebot¨® en la raya. Tambi¨¦n hubo un poste de Andreas Brehme. En la estrategia nos estaban machacando, la verdad. ?Sabe qu¨¦ pasa? Que normalmente yo no ten¨ªa marcaje. Iba libre al bal¨®n. Te pon¨ªas en una zona m¨¢s o menos centrada de la porter¨ªa, y a guardar la posici¨®n. Iba siempre a buscar el bal¨®n. Pero claro, el cabr¨®n aquel sacaba los c¨®rners tan bien al primer palo. S¨ª hombre, el peque?ito ¨¦ste... ?Littbarski puede ser? Bueno, el caso es que Briegel era un armario y nos lo remataba todo. Ni Arconada ni yo ten¨ªamos opciones con ese bicharraco. Joder lo que sufr¨ª. Porque Briegel pon¨ªa los pies en el suelo, te cog¨ªa el sitio y adi¨®s. No hab¨ªa quien le moviera, hac¨ªas fuerza y qu¨¦ va. Un gemelo suyo era como los dos cu¨¢driceps m¨ªos.
P. Aun as¨ª, se plantaron en la final tras la decepci¨®n del Mundial de Espa?a.
R. Despu¨¦s de ese Mundial, Miguel Mu?oz y Vicente Miera intentaron hacer un bloque; hab¨ªa unos jugadores que ¨ªbamos siempre. Y vaya la que montamos con los subcampeones de 1982. Pero si entonces nos hab¨ªan ganado 1-2 en el Bernab¨¦u. Esta vez le dimos la vuelta a la tortilla. Aquello fue como un chispazo, porque nos dimos cuenta de que pod¨ªamos hacer muchas cosas. Quiz¨¢s no hab¨ªa el talento de ahora, la forma de jugar, el estilo tan noble y hermoso, pero hab¨ªa mucha gente competitiva, futbolistas curtidos y duros como piedras. Por supuesto que tambi¨¦n hab¨ªa gente con recursos, tipo Sarabia, pero no perd¨ªamos f¨¢cil. ?ramos muy cabezotas, muy alemanes.
P. Usted acab¨® con Derwall y una larga tradici¨®n. En 75 a?os los alemanes s¨®lo hab¨ªan utilizados a cuatro t¨¦cnicos, que dejaban el cargo cuando se jubilaban.
R. Tuve la satisfacci¨®n de que me vino a saludar Franz Beckenbauer despu¨¦s del partido, y le not¨¦ esa sonrisa... Echaron al otro y, como quien dice, le colocaron a ¨¦l de seleccionador. Le not¨¦ esa satisfacci¨®n. Pero bueno, Derwall tampoco era un chaval¨ªn.
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