El tren descontrolado del mundo
La econom¨ªa mundial es un tren descontrolado que empieza a frenar, pero no con suficiente rapidez. Eso es lo que nos grita el extraordinario aumento de precios del petr¨®leo, los metales y los alimentos al que estamos asistiendo. La espectacular e hist¨®rica prosperidad econ¨®mica mundial de los ¨²ltimos seis a?os est¨¢ a punto de estrellarse contra una pared. Por desgracia, nadie, desde luego no en Asia o en Estados Unidos, parece estar por la labor de hacer de tripas coraz¨®n y ayudar a idear el necesario repliegue coordinado hacia un crecimiento sostenido por debajo de la tendencia, lo cual es necesario para que nuevos suministros y alternativas de materias primas puedan ponerse a la altura de la demanda.
"La prosperidad de los ¨²ltimos a?os est¨¢ a punto de estrellarse contra una pared"
"Los pol¨ªticos deben apretar el freno para que la crisis no acabe de manera horrible"
"La limitaci¨®n de los recursos naturales se ha adelantado y nos est¨¢ golpeando ya"
"Hay visos de una pr¨®xima y gigantesca crisis (financiera, econ¨®mica y pol¨ªtica)"
Sin embargo, los gobiernos se empe?an en estirar unos auges insostenibles, impulsando a¨²n m¨¢s los precios de las materias primas y aumentando el riesgo de que se produzca uno de esos caos financieros y econ¨®micos que s¨®lo se viven una vez. Todo esto no tiene por qu¨¦ acabar de manera horrible, pero los pol¨ªticos de la mayor¨ªa de las regiones del mundo tienen que empezar a pisar con fuerza los frenos, no el acelerador.
No miren hacia Estados Unidos en busca de liderazgo en un a?o de elecciones presidenciales. Por el contrario, el Gobierno estadounidense ha estado entregando cheques de devoluciones fiscales para que los estadounidenses compren hasta la extenuaci¨®n, y ahora el Congreso habla de seguir.
No miren tampoco hacia los nuevos mercados. Desesperados por mantener el tir¨®n pol¨ªtico y econ¨®mico, casi todos han tomado una serie de medidas para evitar que sus econom¨ªas sufran de lleno el golpe de las fuertes subidas de precio de los productos b¨¢sicos. A consecuencia de ello, estos precios est¨¢n consumiendo los colchones fiscales en lugar de reducir la demanda.
Me desconcierta que tantos expertos econ¨®micos parezcan pensar que la soluci¨®n es que todos los gobiernos, ricos y pobres, repartan m¨¢s cheques y subvenciones para que siga la expansi¨®n econ¨®mica. La pol¨ªtica keynesiana de est¨ªmulos podr¨ªa contribuir a aliviar un poco a alg¨²n pa¨ªs que act¨²e por su cuenta. Pero si todos los pa¨ªses intentan estimular el consumo al mismo tiempo, no funcionar¨¢.
Un aumento general de la demanda mundial se traducir¨¢ sencillamente en una subida de precios de las materias primas, y tendr¨¢ poco efecto ¨²til para el consumo. ?No es esto evidente? S¨ª, sigue habiendo crisis financiera en Estados Unidos, pero cebar la inflaci¨®n es un modo incre¨ªblemente injusto e ineficaz de enfrentarse a ella.
Algunos gobernadores de bancos centrales nos dicen que no nos preocupemos, porque ser¨¢n mucho m¨¢s disciplinados que los bancos centrales de la d¨¦cada de 1970, cuando el mundo afront¨® una subida de precios similar de los productos b¨¢sicos. Pero esta vez es distinto. El problema de las materias primas nos ha pillado por sorpresa, a pesar de las notables reformas institucionales de la pol¨ªtica macroecon¨®mica en todo el mundo.
La afluencia hist¨®rica de nuevos participantes en la poblaci¨®n activa mundial, todos los cuales aspiran a los niveles de consumo occidentales, est¨¢ llevando el crecimiento mundial m¨¢s all¨¢ del marcador de seguridad del veloc¨ªmetro. En consecuencia, la limitaci¨®n de los recursos naturales que antes esper¨¢bamos que terminara hacia mediados del actual siglo XXI nos est¨¢ golpeando ahora.
Espere un segundo, dir¨¢n ustedes. ?Por qu¨¦ no pueden nuestras econom¨ªas de mercado tan maravillosamente flexibles capear el temporal? ?No har¨¢n los precios elevados que las personas limiten el consumo y busquen nuevas fuentes de suministro?
S¨ª, y eso es lo que acab¨® ocurriendo con los suministros de energ¨ªa en la d¨¦cada de los a?os ochenta del pasado siglo. Pero el proceso lleva tiempo, y, debido al peso creciente en el consumo mundial de unas econom¨ªas de mercado emergentes relativamente inflexibles, el ajuste probablemente llevar¨¢ m¨¢s tiempo que hace unas d¨¦cadas.
Por diversas razones, la mayor¨ªa relacionadas con la intervenci¨®n estatal, no se puede decir que muchas econom¨ªas de mercado emergentes tengan una demanda de recursos flexible, de modo que los picos de los precios no est¨¢n teniendo consecuencias especialmente apreciables sobre la demanda.
Los gobernadores de bancos centrales que nos dicen que no nos preocupemos por la inflaci¨®n se?alan la relativa estabilidad de los salarios. Por lo general las expansiones empiezan a paralizarse cuando la mano de obra se vuelve demasiado escasa y demasiado cara. Pero la actual expansi¨®n se sale de lo normal porque, debido a circunstancias ¨²nicas (en la ¨¦poca moderna), las restricciones del trabajo no son el problema. Por el contrario, la poblaci¨®n activa real del planeta sigue aumentando.
No, esta vez, los recursos de materias primas son la principal restricci¨®n, y no un problema secundario, como en el pasado. Por eso los precios de estas mercanc¨ªas seguir¨¢n subiendo hasta que el crecimiento mundial se ralentice durante el tiempo suficiente como para que nuevas ofertas y nuevas opciones de ahorro se pongan a la altura de la demanda.
Esta econom¨ªa mundial convertida en tren descontrolado tiene todos los visos de una gigantesca crisis -financiera, pol¨ªtica y econ¨®mica- en ciernes. ?Encontrar¨¢n los pol¨ªticos un modo de alcanzar la coordinaci¨®n internacional necesaria? Hay que empezar por hacer un diagn¨®stico correcto. El mundo en su totalidad debe endurecer su pol¨ªtica monetaria y fiscal. Es hora de pisar el freno de este tren descontrolado, antes de que sea demasiado tarde. -
Kenneth Rogoff es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Pol¨ªtica P¨²blica de la Universidad de Harvard y ex jefe de economistas del Fondo Monetario Internacional. ? Project Syndicate, 2008.
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