La abuelita sexy del Summercase
Debbie Harry, con 63 a?os, hace bailar a 20.000 veintea?eros
Ah, las piernas de Deborah Harry. Historia libidinosa de la m¨²sica pop. Se hac¨ªan apuestas en las primeras filas minutos antes de su concierto en el festival Summercase. "Seguro que se las cubre con unos pantalones", dec¨ªa uno. "A ver si van a ser postizas", le respond¨ªa el amigo chistoso. Ni lo uno ni lo otro. Debbie, de 63 a?os, se desliz¨® (porque eso es lo que hace esta se?ora) por el escenario con unos mini pantalones rojos que permitieron que los 20.000 espectadores, la mayor¨ªa veintea?eros, disfrutaran de las todav¨ªa esbeltas piernas de la diva pop y de su en¨¦rgica m¨²sica. Debbie dej¨® su mascota, un mu?eco de peluche, al pie de la bater¨ªa y se empe?¨® en recordar las buenas canciones que se hac¨ªan en la nueva ola. Dos chavales, Noel Ventas, de 27 a?os, y Ra¨²l Moreno, de 25, agitaban un mega p¨®ster con la imagen pintada por ellos de la rubia m¨¢s famosa de la m¨²sica pop (?o es que no sab¨ªas que Madonna era te?ida?). "S¨ª, somos muy j¨®venes, pero es que las canciones de Blondie tiene una energ¨ªa incre¨ªble. Hemos venido al festival s¨®lo a verla a ella. Y est¨¢ estupenda. Desde luego, nuestra abuela no est¨¢ as¨ª", dec¨ªan mientras bailaban.
El momento del festival: un tema de Blondie que bail¨® toda la chavaler¨ªa
Si Jim Morrison viviese matar¨ªa por sonar como Grinderman
El grupo, en el que tambi¨¦n permanece el otro fundador, el guitarrista Chris Stein, celebr¨® el 30 aniversario de su disco m¨¢s popular, Parallel lines. Demostr¨® que se puede pasar de los sesenta e ignorar en un concierto de m¨¢s de una hora ese ritmo que se llama balada. Nerviosa electricidad. En la retina, el momento del festival: un discotequero Heart of glass que bail¨® toda la chavaler¨ªa. Una setentera bola de espejos miraba al personal desde lo alto del escenario y parec¨ªa hasta que sus lucecitas centelleaban con m¨¢s fuerza ante el sorprendente panorama.
M¨¢s momentos estelares de este Summercase. Si un tipo tan rudo como Nick Cave, vestido con un traje y una camisa malva con los cuatro primeros botones de arriba desabrochados, te se?ala y te dice con esta voz de hombre que le sale de su cavernosa garganta "I love you", lo normal es que se te hiele la sangre y mires para atr¨¢s. "?Es a m¨ª?". "S¨ª, a t¨ª, a la chica de las gafas". Glups. Cave sali¨® al frente de Grinderman, una banda de rock sucio que ha formado con unos barbudos y bigotudos tipejos que deber¨ªa fichar ya Tarantino para su pr¨®xima pel¨ªcula. Es un grupo que se mueve con agrado entre la maleza y, encima, all¨ª es capaz de encontrar flores. Son cuatro tipos baqueteados en mil bares, de vida dif¨ªcil, con rostro de m¨¢rmol, sin escr¨²pulos, pero con un c¨®digo de honor inexpugnable. Escupieron su rock de hombres y triunfaron. Si Jim Morrison contase ahora 50 a?os, los que tiene Cave, matar¨ªa por sonar como Grinderman. Y atenci¨®n al naufrago que toc¨® a la derecha de Cave. Una especie de aborigen australiano que parec¨ªa haber pasado toda la vida en la selva y, de repente, le hubieran soltado en un escenario. El tipo se mostraba como desorientado, pero toc¨® las maracas, el viol¨ªn, una mini guitarra de play-movil y lo que le echasen con una salvaje enjundia. Un fiera. Blondie y Grinderman fueron los dos triunfadores de la segunda y ¨²ltima jornada de Summercase, que se ha convertido en una especie de M-80 del indie: viejas glorias (Blondie, Sex Pistols, The Verve, Stranglers, Primal Scream...) m¨¢s que nuevos valores.
Los festivales son un buen escaparate para encontrar las invenciones m¨¢s ingeniosas del ser humano. Siempre hay un artilugio que te sorprende. El de Summercase 2008 fue el vaso-llavero. ?Perd¨®n? S¨ª, plenos de conciencia ecologista, los organizadores se han sacado de la manga un recipiente azulito de pl¨¢stico duro que, una vez utilizado, se cuelga en la trabilla del pantal¨®n para una posterior utilidad. As¨ª, ves a todos los summers paseando con su vasito bambole¨¢ndose en la cintura. Una l¨¢stima que en el recipiente s¨®lo quepa el contenido de una ca?a peque?a y a tres euros. Qu¨¦ la cosa econ¨®mica no est¨¢ para grandes dispendios. Por cierto, un p¨²blico bastante joven ¨¦ste de Summercase, de est¨¦tica m¨¢s o menos indie y de movimientos civilizados. Y guapet¨®n. "He venido s¨®lo por Grinderman y por las t¨ªas, que est¨¢n buen¨ªsimas. He estado en el Electric de Getafe, en el Kobetasonic de Bilbao y en otros, y no hab¨ªa chicas guapas. Aqu¨ª, miras a cualquier lado, y te encuentras con t¨ªas buenas". El relato es de Jon Aguirre, donostiarra de 24 a?os que tiene a muchos kil¨®metros de distancia a su novia durante los pr¨®ximos dos meses. Suerte, chaval. A ultima hora, un summer cantaba a Nirvana en un videojuego Singstar, una de las atracciones del festival. De regalo, un chapuz¨®n en una peque?a piscina. Una vez m¨¢s, la prueba de que el parque de atracciones musical se impone. Habr¨¢ que acostumbrarse.
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