Marionetas
He estado tentado de titular "commedia dell?arte", pero no, pues los personajes de la comedia italiana poseen un amplio margen para la improvisaci¨®n, que es la gracia vivificante que puede esperarse de un estereotipo si no quiere ser devorado por las ara?as. Es verdad que todos representamos, y que todos resultamos m¨¢s o menos previsibles, condici¨®n requerida por el cemento social para que la vida resulte manejable. Todos guardamos, no obstante, nuestra peque?a capacidad de sorpresa, nuestras aristas, el poder de abandonar la representaci¨®n, o de construir sobre ella otro papel; de jugar con una verdad, la nuestra, como si fuera ilusoria. Nadie m¨¢s aburrido que quien es siempre tan igual a s¨ª mismo que no deja de repetirse. Acaba siendo v¨ªctima del clich¨¦ y todo el mundo tratar¨¢ de curarse del aburrimiento que produce convirti¨¦ndolo en un personaje de parodia: esperar¨¢n a que se repita para esbozar una sonrisa c¨®mplice. Todo lo que es se encierra en esa sonrisa. Alguien as¨ª, lejos de parecerse a los personajes de la commedia dell?arte, me recuerda a los gui?oles de mi infancia.
Empezamos a no formar parte del espect¨¢culo, y desde fuera se aprecian mejor los t¨ªteres
Resulta llamativa la escasa capacidad de sorpresa que ofrece la realidad actual. San Sebasti¨¢n, la ciudad en la que vivo, ha programado un verano brillante, pero es una brillantez que encierra muy pocas novedades, que se asienta en lo previsible. No es algo que s¨®lo ocurra en mi ciudad y tengo la impresi¨®n, por lo que veo, de que pasa en todas partes. ?Por qu¨¦ todas las vacas sagradas del presente son tan a?ejas? Nos han visitado Tom Waits y Bruce Springsteen, y dentro de nada tendremos entre nosotros a Keith Jarret, Paolo Conte, Liza Minnelli o Woody Allen, entre otros. Nada tengo que objetar contra ellos, ya que me parecen excelentes, pero pienso que hace veinticinco o treinta a?os tambi¨¦n podr¨ªan haber estado entre nosotros, y que nos habr¨ªan visitado ya como vacas sagradas y con actuaciones muy similares a las de la actualidad. No quiero decir con esto que tengamos que jubilarlos, en absoluto, pero me sorprende mucho que no haya figuras treinta?eras que provoquen esos entusiasmos, lo que me lleva a preguntarme si el presente no se habr¨¢ vuelto demasiado acomodaticio como para generar novedades o dejarse sorprender. Los viejos ¨ªdolos permiten rituales de autocomplacencia que una figura emergente dif¨ªcilmente podr¨ªa ofrecer. Los amamos y nos aman. Fant¨¢stico. Pero si esa es la condici¨®n del ¨¦xito, la de convertirse en reflejo del estereotipo del p¨²blico, en su regalo de amor, comprendo que a los treinta?eros no les quede otro remedio que imitar al p¨²blico, o sea, a las viejas vacas sagradas.
Con todo, el espect¨¢culo m¨¢s previsible de nuestro verano es el de la Consulta. Pasito a pasito, no da opci¨®n alguna a la sorpresa y se nos presenta como la celebraci¨®n anual de lo mismo. Los mismos actos, los mismos personajes, las mismas frases. Un espect¨¢culo de marionetas al que s¨®lo le empieza a fallar el p¨²blico. ?Ser¨¢ verdad que nos acaban de suspender la Autonom¨ªa? Si es as¨ª, el hecho de que no se note la diferencia s¨®lo puede certificar la nulidad de nuestro espect¨¢culo. Vivimos igual, aunque cabe subrayar una novedad: empezamos a no formar parte del espect¨¢culo, y desde fuera se aprecian mejor los t¨ªteres. Ibarretxe y sus hilos, el tripartito y sus hilos, las bombitas y sus hilos. Y bien, ?qui¨¦n mueve entonces los hilos si los reci¨¦n nombrados son s¨®lo personajes de la farsa? Hay un discurso a?ejo, reiterativo, acartonado que fuerza la representaci¨®n, impone unos personajes y una ¨²nica trama y no permite improvisaci¨®n alguna. Todo lo que genera resulta ya muy aburrido. Si las viejas vacas sagradas poseen la virtud de fascinar al p¨²blico, hacerle olvidarse de que lo es y convertirlo en estrella y objeto de reverencia, las marionetas de la Consulta han conseguido lo contrario, abandonar al p¨²blico a su suerte. ?Ser¨¢ acaso un espect¨¢culo de vanguardia? No, es un espect¨¢culo para ni?os. S¨®lo que los ni?os prefieren el gui?ol de Color¨ªn.
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