Juerga sin fin
Locales para seguir la fiesta despu¨¦s de las seis de la ma?ana
?Qu¨¦ se puede hacer en Madrid a partir de las seis de la madrugada? Hay d¨ªas en los que la hora de cierre decretada por las autoridades no resulta suficiente; noches en las que se quiere seguir bailando, en las que se anda metido en una conversaci¨®n filos¨®fica o simplemente en las que no se tienen ganas de ir a dormir; noches, en definitiva, cuyo fin tiene que ser el sol, el d¨ªa, la luz. En el Madrid de hoy, donde ya no hay licencias para afters, se han tenido que crear peque?os recovecos para continuar la fiesta.
Despu¨¦s del cierre de las discotecas, muchos j¨®venes acuden a peque?os locales que tienen licencia de cafeter¨ªa donde, para desayunar, en vez de unos churros te ponen unos cubatas. Y es en este tipo de lugares donde se despliega una amplia variedad de personajes: desde prostitutas y chaperos que han terminado su jornada laboral y, como cualquier trabajador, necesitan una copita para relajarse, abogados que se quejan de que no pueden dejar de trabajar ni siquiera de madrugada y travestis despeinadas con la peluca medio ca¨ªda, hasta j¨®venes veintea?eros que se resisten a ir a casa, mujeres solitarias, algunas incluso con carrito de la compra, que han madrugado para ir al mercado, treinta?eros sobradamente preparados que llevan a tomar la ¨²ltima a su romance de esa noche, y gays que quieren ligar y se resisten a ir a sitios dise?ados precisamente para ello... Gente variopinta, reunida, mezclada, con la que es f¨¢cil entablar conversaciones y que constituyen toda una lecci¨®n sobre el ser humano y sus contradicciones. Lejos de la melancol¨ªa, estos locales, con toda su decadencia, son sitios divertidos, donde la fiesta contin¨²a por mucho que fuera el sol brille con toda su fuerza.
En estos lugares, para desayunar, en vez de churros te ponen unos cubatas
Hay varios de estos locales dispersos por el centro de Madrid. La marisquer¨ªa Sirena Verde, situada en plena Gran V¨ªa, abre temprano, no para servir marisco (aunque si alguien quiere acompa?ar una copa con una raci¨®n de langostinos, puede hacerlo), y se llena de toda esa gente que se resiste a ir a casa. Detr¨¢s, en el barrio de Chueca, el Elixxir y el Bells ofrecen una parada a todo aquel que no se quiere ir a dormir. Lo malo es que la m¨²sica no se puede poner alta y quienes quieren seguir bailando tienen que conformarse con estar all¨ª a medio gas, sin poder gritar mucho. Es tanta la escasez de este tipo de locales, que en algunos de ellos han comenzado a cobrar entrada. Otro cl¨¢sico de la noche es el Swing Jazz; para acceder a este local, uno necesita ser socio o contar con invitaci¨®n, algo parecido a lo que anta?o pasaba en el m¨ªtico Moreno, donde para entrar hab¨ªa que dar tres golpes secos en la persiana y te abr¨ªan la puerta por un lateral.
Entre los homosexuales se ha popularizado la opci¨®n de acudir de after a la sauna. La ¨²nica diferencia es que uno tiene que tomar la copa llevando como ¨²nica indumentaria una toalla a la cintura, pero el bar de la Center, cerca de la plaza de ?pera, a las ocho de la ma?ana es uno de los locales m¨¢s concurridos.
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